martes, 28 de junio de 2016

Si quieres conocer una cultura, camina sus calles

 La ciudad de La Plata y sus alrededores está en constante efervescencia. Existe una reconstrucción y resignificación dinámica, producto de un proceso interactivo que se desarrolla entre marcas del fatídico 2 de Abril, plazas cada seis cuadras, propagandas políticas, pintadas de lobos y leones, letras que “no se entienden” y otras que sí se entienden y buscan la aparición con vida de Jorge Julio López -por poner sólo algún ejemplo- expandiendo los límites de las diagonales.

Mientras suenan las metafóricas letras del Indio y algunos bocinazos entran por la ventana, un colectivo acelera la marcha y miles de personas caminan las calles esquivando baldosas flojas y bicicletas que andan por la vereda, tantas historias como segundos transcurridos en un rincón del mundo, sucumbido a la vorágine constante que se manifiesta velozmente en el espacio público. Espacio que implica una construcción viva, dinámica, cambiante, donde se producen intercambios tanto materiales como simbólicos por parte de los individuos que lo habitan.

Pero estas relaciones no se dan de manera armónica, sino que por el contrario existen tensiones en lo que respecta a significaciones y puntos de vista, actitudes y límites, y los demás aspectos que se pongan en juego dentro de ente marco de intercambio. Todo este entramado surge al considerar a las personas tanto como productores, protagonistas y a su vez, público.

Es decir que, con nuestras intervenciones, transformamos la realidad que nos engloba y somos transformadxs al cambiar nuestros esquemas para percibirla. Incorporamos o deshacemos elementos, ya sean signos o materiales, como componentes organizadores necesarios para interpretar el mundo que habitamos y del que somos parte. Se da entonces un proceso de apropiación constante y resignificación continua tanto de la esfera en la que estamos inmersos como de nosotrxs mismxs.

Es el tan conocido sistema capitalista, en sus múltiples encarnaciones, el que se hace presente en todos los ámbitos de la vida misma. Las desigualdades de este sistema en cuanto a medios de producción y representación, se manifiestan en la economía, la condición social, la conciencia colectiva, el ámbito cultural: todas aristas de un entramado de significaciones que nos condicionan como individuos, pero que no nos determinan.

Según el teórico y crítico de la cultura José Luis Brea “es en el campo cultural donde se desprende la mayor batalla, entendiendo que ante la desopilante diferencia entre modos de producción y consumo, la revolución es ahora inmaterial”. Es decir, serán los propios posicionamientos de los actores de la cultura, los que a través de su obra –generalmente desde la autogestión y la resistencia- deberán generar mecanismos para interpelar a una sociedad dormida, generando la pregunta, floreciendo la conciencia crítica, expandiéndose como reguero de pólvora para explotar y armar el mundo nuevo sin opresorxs ni oprimidxs.


Me voy corriendo a ver, que escribe en mi pared, la tribu de mi calle
  
Existe entonces una cultura opresiva, legitimada por instituciones y organismos que buscan en esa herramienta el control de los pensamientos, induciendo a través de los medios propagandísticos lo válido y correcto, marcando a su vez los límites de la imaginación que pretende adormecer.

Claro que también, desde las grietas de este feroz sistema, se alza una contracultura que busca desde la resistencia, generar perspectivas críticas aludiendo a los conflictos sociales, visibilizando y cristalizando problemáticas propias de los contextos donde se desarrollan. Invitan de esta manera  a generar un sentimiento de pertenencia y desenmascarar una iniciativa opresora, aflorando la pregunta con mecanismos activos, otros modos de lectura, disputando sentidos para actuar sobre las situaciones y transformarlas.

Este paisaje fugaz es constitutivo de las personas. ¿No utilizamos acaso como referencia alguna esquina pintada? ¿No nos identificamos con las frases de rock plasmadas en las paredes por algún personaje anónimo? ¿No nos sensibilizamos, identificamos acaso, con el discurso de algún mural que nos interpela con su contenido? ¿Nunca más te llamo la atención una baldosa blanca entre tantas flojas?

El carácter mutante del espacio público da constancia de la diversidad que en él confluye. Esta multiplicidad de sentidos se ve reflejada en diferentes géneros y técnicas que conviven, aunque en términos artísticos no haya una mejor que otra, sino que se diferencian por las subjetividades que las interpretan. Diferentes estilos que contrastan unos con otros conformando géneros expresivos diversos, dando cuenta de las múltiples realidades, tantas como intérpretes existen.

Ejemplo de ello, se observa en las inmediaciones de Plaza Rocha un fenómeno en constante nacimiento, tal vez nunca previsto por su fundador. Letras, stencils, tags, esculturas, pegatinas, monumentos, reivindicaciones y figurones que tienen como epicentro, la Facultad de Bellas Artes.

Si bien es un universo en sí mismo, no debe dejar de salir a la calle y llevar a la praxis constante su plan de estudios orientado más hacia una mirada latinoamericana a partir del 2006 y ya no eurocentrista. Cuenta con la carrera de Artes Plásticas y sus orientaciones en Escultura, Escenografía, Grabado, Dibujo, Cerámica y Muralismo y Arte Público Monumental. Esta última, es sin dudas una conquista histórica luego de haber sido cerrada  por la más atroz de las dictaduras militares en 1976, por ser un medio de comunicación masivo.

El arte público tiene la particularidad de construir imaginarios, interpelando la cotidianeidad de las personas, a su vez, inviste identidad colectiva, mediante un proceso donde se gestan los sentimientos de pertenencia de distintas personas, cada cual con sus particularidades. Resulta entonces inevitable, al transitar la ciudad de La Plata, no notar las diferentes manifestaciones artísticas.

Uno de los principales exponentes de este suceso que traspasa lo artístico para convivir con lo sociológico como fenómeno en plena expansión, es Luxor, quien se define como un artista popular, que pinta sobre cualquier soporte, pero preferentemente ve en los barrios y en las casas la oportunidad para dialogar con las personas, construir en reciprocidad mediante el diálogo. Entrar en contacto directo, compartir momentos e historias de vida. Deconstruir la realidad como así también a los sujetos. Y vaya que lo logra.

Para Luxor, que se llama Lucas, su obra responde a un proyecto. Busca construir de manera colectiva, dándole a través de su amplia gama de colores, voz a lxs que muchas veces han sido calladxs por la brutalidad del sistema. Es una clara forma de disputar sentido: busca generar una pintura popular, desde la bases, compartiendo su experiencia y nutriéndose de la otredad. No se siente para nada un iluminado, por el contrario, cree necesario el encuentro con cuantas personas sensibles y piolas sienten y pueden encontrarse en un acto de amor y representatividad a través del arte popular que ambos factores llevan adelante. Hacia el futuro.

Otra experiencia de gran valor y característica de la ciudad, que disputa el espacio público, es la realizada por la Asamblea Vecinal Parque Castelli. Nacho Bogino, artista público y miembro de la organización, que surge desde la humedad que dejó el fatídico 2 Abril y la desidia del Estado, relató: “Hubo necesidad de agruparse. Con otros artistas como Carlos Franchimont y Mili Martínez como parte de la comisión de arte, propusimos al resto de las comisiones la realización de una escultura en la esquina de 65 y 26: Primer homenaje desde y hacia los vecinos afectados. Sin embargo la catarsis continuaba y la Asamblea se agrandaba”.

Nacho continúa su relato y agrega que fue el boca en boca y el casa por casa, la herramienta para nuclearlos, “se marcó hasta donde había llegado el agua en cada hogar y el espacio público mutó contando múltiples visiones de una misma historia.”

El abandono fue tan grande que hubo que buscar soluciones recorriendo la superficie que también hizo crecer los desafíos. Se invitó a participar a más gente y las manos se multiplicaron. El ferretero de la esquina hizo sus donaciones, se buscaron los pinceles que el agua no se había llevado, y los mates fueron el hilo conductor de las necesidades que desprendió al moverse el piso que pisas. Se plasmaron en un mural primero en Diagonal 74 y 26, pero el negocio inmobiliario tampoco se detiene y luego fue derrumbada la pared.

Se hizo otro con la misma impronta en 66 y 26. Y se rehízo una y otra vez porque fue tapado. Primero por carteles del candidato a presidente más sonriente, luego por aerosoles que tachaban los gritos que denunciaban: “El agua bajo las marcas quedan: nos mienten, nos inundan, nos atacan.” Volver a hacerlo una y otra vez era no bajar los brazos, mover cielo y tierra para conseguir los materiales y a través del compromiso colectivo desarrollar un trabajo de quijotes para combatir el poder escondido en el anonimato que una y otra vez embestía con sus armas más perversas.

El ingenio pudo más y se aplicó la técnica de mosaico redoblando el esfuerzo asambleario y apostando a la perdurabilidad del material que confronte la hipocresía política. Mientras esta última ocultaba cuerpos y censuraba ideas, otras voces alzaban sus corazones en un compromiso constante que encontraba en el arte público uno de sus bastiones para rescatar la memoria e identidad colectiva. Triunfo de los que sueñan y son coherentes con sus pensamientos. Después de todo pareciera que el grafiti callejero está en lo cierto al afirmar que quien siembra arte, cosecha libertad.


Pintó cuidar lo nuestro

Puede leerse en la página oficial de la Municipalidad de La Plata, luego de una extensa y florida introducción, que el espacio público y las imágenes que provienen de él, son de todos, y Dañar propiedades o el espacio público (…) es un delito penado por las leyes que te pueden llevar a ser demorado, incluso detenido. Pensalo dos veces. NO lo hagas. Compartí lo que te pasa en aquellos lugares aptos para expresarte. ¡No pintes! Ni frentes de casas, clubes, escuelas, ni tampoco el equipamiento urbano (…) Al hacerlo dañas a los propietarios, incluso a las cosas públicas que deben repararse con el dinero de todos, arruinas tu ciudad, la degradas, la haces más propensa al delito, ahuyentas el turismo”.
hablándote directamente a vos, ciudadano/a, alerta: "

Está más que claro que es una pretensión ambiciosa. Sobre todo por los límites que tiene de pintar para tapar una realidad y hacerla más vistosa, favoreciendo al “buen gusto”. Por un lado, la vecina de la esquina o el dueño del local del centro, estarán de acuerdo en que no toquen ni “escrachen” sus propiedades privadas, con letras ilegibles, dibujos raros, frases de rock o de fútbol. A nadie le gusta volver a su casa y encontrarse con una manifestación ajena, impuesta, no representativa. Sin embargo, criminalizar el graffiti no es la solución.

Están quienes llevan adelante por las noches, muchas veces in fragganti, con la adrenalina a flor de piel, estos actos de rebeldía. Pintando trenes, laterales de edificios, fachadas de universidades o cualquier superficie que encuentren. No es posible juzgar, ni mucho menos justificar, sin entender el complejo análisis que estos comportamientos desprenden: Es válida la queja de la persona que se siente agredida por la pintada fugaz en la puerta de su casa, como así también es válida la necesidad de expresarse de la persona que toma una lata de aerosol, un rodillo o un pincel y se manifiesta como puede, contándonos que detrás de ese acto de rebeldía, hay una historia mucho más compleja que las letras en donde se plasma.

Cuesta mucho decodificar estas lógicas urbanas hasta llegar a tomar posición y seguirá siendo un objeto de estudio develar sus misterios. Personalmente, como artista público, pero sobre todo como persona, intento respetar los espacios de los demás, entendiendo que mi libertad termina donde empieza la del otro. Aunque esta premisa sea tan paradójica como el enigma del huevo o la gallina. Claro está que no existe una postura única y que además esta construcción es producto de una condición y trayectoria personal, pero no todxs tenemos las mismas oportunidades en este sistema tan desigual.

Las paredes hablan, no se quedan mudas ante las injusticias: dan testimonio de las distintas vivencias y seguirán siendo los soportes de miles de historias mientras rijan los parámetros de explotación de un ser humano por otro. Pero por sobre todas las cosas, pueden ser el trampolín hacia la construcción de una sociedad más justa y motor del cambio social para rever los entramados y los pliegues de este sistema. Mientras tanto, los lápices siguen escribiendo con la fuerza de los sueños y la posibilidad de concretarlos, primero en las paredes, como sostenía Rodolfo Walsh, que son los periódicos de los pueblos, para luego saltar midiendo nuestras acrobacias hacia las transformaciones colectivas que tanto anhelamos.



martes, 21 de junio de 2016

La imaginación al poder

Las décadas de 1960 y 1970 se caracterizaron -entre otras cosas- por la irrupción masiva de la juventud en los escenarios políticos, sociales y culturales, tanto a nivel internacional como nacional. La Plata no fue la excepción, y encontró en La Cofradía de la Flor Solar a una de las expresiones más genuinas de esos movimientos juveniles. Conformada por integrantes de diversas disciplinas, éste grupo podría asimilarse a lo que hoy se denomina colectivo cultural, y es quizás el germen de ciertas experiencias actuales en la ciudad.

Por Sebastián Bertelli y Nacho Corzo

Palabras más, palabras menos, la mayor parte de los archivos ubican la gestación de La Cofradía a mediados de la década del ´60, de la mano de un grupo de estudiantes pertenecientes a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Lxs mismxs habían logrado ganar el centro de estudiantes de dicha facultad, encabezando a una agrupación independiente de izquierda, de tendencia anarquista.

Sin embargo, poco duró la gestión, ya que el acoso continuo de las autoridades académicas -incentivado además por el golpe de Estado dado por el General Juan Carlos Onganía en 1966- motivaría el abandono de la facultad por parte del grupo, pero no así su disolución como tal. Muy por el contrario, podría afirmarse que aquí comienza la verdadera odisea.

Una vez fuera de la institución, el grupo opta por seguir junto, y por eso deciden irse a vivir en comunidad, y alquilan una vieja casona en 13 y 41. El gesto en sí no parece muy significativo, pero teniendo en cuenta la época y el conservadurismo reinante, irse a vivir hombres y mujeres bajo un mismo techo, suponía una afrenta a todos esos valores que se consideraban necesarios y correctos por aquel entonces.

¿Quiénes formaban La Cofradía? El grupo era por demás heterogéneo. Entre las varias personas que lo conformaban, pueden nombrarse a Isabel Vivanco (escenógrafa), Salvador Kalékin (escritor), Morcy Requena (músico), Marta Pedemonte (artesana), Hugo Pascua (músico-artesano-luthier), Meneka Hikis (periodista), Ana Barreda (fotógrafa-cineasta), Ricardo Cohen (artista plástico), Kubero Díaz (músico) y Raquel Maidana (artesana).

Además, La Cofradía era visitada frecuentemente por artistas amigxs, muchxs de lxs cuales se convirtieron posteriormente en engranajes fundamentales del rock argentino, que por aquellos días empezaba a dar sus primeros pasos. Pasaron por esa vieja casona músicos como Eduardo "Skay" Beilinson, Jorge Pinchevsky, Alejandro Medina, Javier Martínez, Billy Bond, Claudio Gabis, Rodolfo García e incluso el propio Luis Alberto Spinetta.

No resulta extraño entonces que la expresión más tangible de esa experiencia haya sido una banda de rock, que llevaba como nombre -valga la redundancia- La Cofradía de la Flor Solar. Esta banda debutó el 12 de septiembre de 1968 en el auditorio de Bellas Artes en La Plata. Al año siguiente, lanzarían el simple "Sombra fugaz por la ciudad", lo que marcaría su debut discográfico, grabado para el sello VIK, una rama de la multinacional RCA.

En 1970 participaron del "B.A Rock", y compartieron escenario con grandes bandas, como Moris, Manal, Almendra y Vox Dei. Esta participación les abrió las puertas para grabar su primer disco, que sería editado en el año 1971, por la compañía local Microfón, y bajo la supervisión de Billy Bond. Este disco -de nombre homónimo- sería el último registro musical, hasta 1997, cuando algunos de sus miembros volvieron a juntarse para revivir la experiencia. Pero esa ya es otra historia.

Si bien, como se mencionaba más arriba, la banda de rock fue la experiencia artística que más trascendencia tomó dentro de la comunidad, lejos estuvo de ser la única. Ricardo Cohen -mejor conocido como el "Mono" o "Rocambole", y por ser el dibujante de casi todas las tapas de los álbumes de Los Redondos- afirmó en reiteradas ocasiones que lo que buscaban era generar una obra de arte total, que combine diversas ramas del arte, como la música, la danza, la poesía y la pintura, y así interpelar a los sentidos de múltiples formas.

Un ejemplo de ello fue la obra de teatro "La mezcladora de cemento", llevada a cabo en el Instituto Di Tella, que consistía en la adaptación de un cuento de Ray Bradbury. Esta obra planteaba como escenario una invasión de marcianos a la Tierra que terminan siendo captados por el consumismo, y haciéndose adictos a la Coca – Cola y a los helados. Es decir, se vuelven consumidores, y terminan por ser ellos mismos los invadidos.

La obra además era musicalizada en vivo por la banda, al mismo tiempo que se proyectaban imágenes con un proyector de aceite casero que habían construido lxs propixs integrantes de La Cofradía cortando por la mitad dos proyectores de diapositivas comunes, y poniéndoles un motor y un disco en el medio.

Además, para solventar los gastos de la casa y la vida comunitaria, se armó un taller de serigrafía, donde se realizaban afiches y carteles para diversos espectáculos de la ciudad. También se iniciaron talleres de artesanías, y se "inauguraron" las ferias en las plazas. Los músicos hacían su aporte tocando en diferentes bailes populares, o alquilando sus equipos de sonido para fiestas o eventos similares, y organizando conciertos en la vía pública. Incluso se fabricaban sus propios instrumentos. A grandes rasgos, podría decirse que La Cofradía comenzó a poner en práctica lo que hoy se conoce como autogestión.

¿Qué era lo que había detrás de todas estas actividades? ¿Existía algún tipo de sustento ideológico? ¿O se trataba más bien de una serie de improvisaciones realizadas por un grupo de hippies descontentos con la sociedad, y con el sistema en general?

Bueno, evidentemente algo de descontento había, pero afirmar que se trataba de una serie de improvisaciones es otra cuestión. Existía por detrás de todas las acciones una concepción del arte como vehículo transformador de la sociedad. No era la búsqueda de la belleza lo que movía a lxs cofrades, ni ninguno de esos valores enaltecidos por el arte burgués. El motor lo impulsaba la posibilidad de crear un mundo mejor del que les tocaba en suerte. Era la alternativa a la cultura imperante: la contracultura.

Decir que La Cofradía estaba influenciada por ideas dadaístas o surrealistas -esas que terminaron dando origen al Mayo Francés del 68- quizás sea un poco arriesgado. En aquellos años no existían las posibilidades de comunicación actuales, y no era sencillo estar al tanto de lo que sucedía en el resto del mundo. De hecho, muchos de lxs cofrades afirmaron en diferentes oportunidades que no tenían ni idea qué era lo que estaba pasando en el resto del mundo. Sin embargo, sí es verdad que sobrevolaba un espíritu de época, y que este grupo, aún sin saberlo, encarnaba varias ideas que sostenían ese espíritu.

¿Qué proponía el surrealismo? En primer término, como todo movimiento que pretende ir contra lo establecido, proponía la transformación social. Lo que diferenciaba al surrealismo de otro tipo de movimientos contemporáneos a él, fue que desde su perspectiva esa transformación podía ser realizada desde el arte. Dicho de otro modo, se concebía al arte como un modo de lograr la subversión del orden social establecido. Desde cualquier punto de vista, el surrealismo siempre intentó ser una revolución.

Santiago Rial Ungaro, en su libro "Surrealismo para principiantes", deja muy claro que era lo que se pretendía:

"Su finalidad es transformar la vida a través de la liberación de la mente de todas las restricciones tradicionales que la esclavizan. La religión, la moral, la familia y la patria se convierten así en instituciones a revisar. Apelando al poder del subconsciente, el surrealismo se vale de la irracionalidad, de la vida onírica e incluso de la locura para entrever qué pueden deparar los territorios inexplorados del espíritu humano".

Y agrega además:

"El surrealismo intenta (y a su manera consiguió) realizar un quiebre cultural con toda una serie de obras, actitudes y manifiestos en los que su furibundo desprecio hacia la sociedad y la cultura burguesas se expresa de forma lapidaria. A la vez que sabe plantear una posición firme y activa, el surrealismo también se dedica a rescatar, con pasión y entusiasmo, otras ideas, otras voces y otros ámbitos, en los que otros personajes, a menudo oscuros e ignorados, ofrecen desde sus obras nuevas posibilidades para cambiar la vida y transformar el mundo".

Muchas de estas ideas pueden encontrarse en el trayecto biográfico de La Cofradía. Claro que los fines políticos existían, pero los caminos para lograrlos eran otros. Caminos que se alejaban de una militancia más tradicional, asociada a partidos o estructuras políticas, y que se inclinaban hacia una militancia desde el arte y la cultura. Posiblemente este grupo haya logrado sintetizar de la mejor forma esa conjunción -no siempre visible, y muchas veces negada- que se da entre el arte y la política.

¿Qué paso con La Cofradía? Terminó por disolverse en 1972, cuando en una serie de operativos reiterados de la policía terminó por dar el golpe final al grupo. Hubo quienes optaron por viajar hacia el viejo continente, y continuar allí con la experiencia cofrádica. Unxs pocxs migraron hacia otros países de Latinoamérica, y otrxs tantxs se radicaron en diferentes provincias del país, como Mendoza, Neuquén y Entre Ríos.

Sin embargo, no todo lo que se desarma deja de existir. Así como hay fuegos que no se encienden frotando dos palitos, hay otros que resplandecen y dan calor más allá del tiempo. La experiencia que trasciende su época es quizás la única genuina, y es por eso que no puede terminar de perecer. De eso saben bien todas las luchas sociales.

Lo que La Cofradía de la Flor Solar puso en práctica fue una alternativa de vida, donde se priorice lo comunitario y la propiedad colectiva por sobre el individualismo, donde el arte sea un fin en sí mismo, pero que además motorice cambios que lo excedan. La Cofradía sembró una semilla en esas grietas que el sistema no puede llenar. Y lejos de marchitar, esa semilla germinó, y hoy florece alimentada por el sol de nuevas experiencias artísticas contraculturales.


De aquellos polvos, futuros lodos

Así como no puede afirmarse categóricamente que La Cofradía haya crecido al calor de las ideas del dadaísmo y el surrealismo, tampoco sería correcto aseverar que ésta última haya dado pie a las nuevas experiencias contraculturales. Sin embargo, sería ingenuo creer que lxs cofrades no allanaron un poco el camino en esta cuestión de autogestionarse y disputar los sentidos desde otro lado. Son, de algún modo, el embrión de todo eso, y, tal vez, parte de la inspiración del Circo Social Escaramujo, de Arte al Ataque y de Hagamos Lo Imposible. Si bien éste último nació en Quilmes, actualmente tiene un fuerte desarrollo en la ciudad de La Plata.

Lo que sigue a continuación son una serie de entrevistas realizadas a los tres colectivos antes mencionados que trabajan desde el arte y la cultura en la ciudad de La Plata. Los mismos comparten una serie de características comunes: son autogestivos, contraculturales, heterogéneos y realizan sus actividades en la ciudad de las diagonales.


Circo Social Escaramujo

Este circo funciona desde hace ya varios años en el Galpón de Tolosa. Más precisamente, es en el 2008 cuando se realizan los primeros entrenamientos, pero será recién en el 2011 cuando, luego de la llegada de Agustín Cura y María Eugenia, comienza a encausarse definitivamente una propuesta de circo social. A partir de ese momento nace el Circo Social Escaramujo, nombre que se debe a la célebre canción de Silvio Rodríguez.
Las funciones siempre se llevan a cabo con un concepto político de cambio social, y aunque están ancladxs en el barrio de Tolosa, buscan ampliar los límites del circo y llegar a otros lugares de La Plata y la provincia. Lxs artistas del Escaramujo no andan por el centro de la ciudad, se van a la periferia, a los barrios.
Actualmente, la familia del Escaramujo es muy escléctica, pero cuenta con pilares fuertes: Leandro, Nico, Brenda Mauri e Iván. Estos dos últimos nos esperan en la puerta del Galpón, nos reciben con un mate, y empiezan a contarnos de qué se trata esta experiencia.

OV: ¿Cuáles son los objetivos del circo?

Iván: Lo que hacemos es tratar de llevar al circo no sólo como un espectáculo, sino también tratando de arrastrar en la escena un discurso de cambio social, o tratar de llevar la herramienta pedagógica que es para nosotrxs el circo, a partir de nuevas conceptualizaciones de socialización, de respeto, de compañerismo, de cuidado, de atención, de disciplina.

Todos valores que nosotrxs entendemos fundamentales a la hora de formarse como sujeto o agente social desde otro lado, que no va en contra de lo que es la escolaridad, sino que es otra escolaridad la que se propone y que acompañaría esos otros procesos, para poder generar sujetos reflexivos y críticos.

OV: ¿Por qué eligen militar desde el arte?

Iván: Creo que lo que enarbolamos desde el comienzo fue esto de tener objetivos políticos, y esos objetivos políticos cuadraban dentro de un montón de comisiones políticas partidarias, pero lo que desde el circo siempre entendimos es que la independencia política-partidaria permitía un mayor acceso de gente. Al no estar adscriptos a ningún movimiento político puede venir quien quiera y va poder aportar desde su lugar.

OV: ¿Qué actividades están realizando?

Mauricio: Talleres hacemos siempre. Generalmente es gente que se acerca al espacio con alguna propuesta de taller anual, semanal o a veces hasta un solo día intensivo.
Nosotrxs somos bastante de ir a variettés y ese tipo de eventos. Nos ocupamos de conocer gente fuera de La Plata, como para que también se conozca el espacio por fuera de la ciudad. Últimamente se está dando que gente de otras provincias, y hasta de otros países, se enteran de lo que estamos haciendo acá. Para el último encuentro de malabaristas que hicimos acá, vino gente de Uruguay, Paraguay, y de ahí surgen un montón de cosas para hacer.

Iván: También hacemos funciones. A veces nos invitan, personalmente a cada unx, porque ya nos conocen, y otras veces es por boca en boca, alguien que se entera de lo que hacemos y consigue un teléfono, o nos escriben al facebook. Es como un entramado social muy grande que se fue generando que hace que los puntos de encuentro sean mucho más sencillos.

Después también hacemos una varietté por mes. Está la "Varietté escaramuja y amigos del otro lado de la autopista", que la empezamos a hacer con esta idea de traer gente de capital o que viva en capital. También están las "Variettés galponeras" que tienen un formato no tan cirsense, pero que igualmente siempre algo de circo hay.

El año pasado implementamos durante los días lindos una especie de feria, donde la gente traía sus puestos gratis, y nosotros vendíamos comida, hacíamos funciones de circo y también talleres al aire libre. También hubo una FLIA el año pasado, y además se dan seminarios.

Mauri: El año pasado también, a raíz de un contacto de Agustín Cura, que es trabajador social, terminamos en el Pabellón de Madres de la Unidad 33 del Penal de Mujeres, y este año estamos yendo a hacer una función el último viernes de cada mes. Ese espacio lo usamos para festejarle el cumpleaños a lxs nenxs que cumplieron años ese mes. Haber llegado a la cárcel con el circo para mí es increíble.

Iván: Llegar a un barrio y que te digan tu nombre es algo maravilloso. Porque capaz fuiste solamente tres veces a un barrio, y les quedas grabado, porque les generaste algo, y te generaron algo. Y eso es lo trascendental: cuando se puede generar esa relación humana que trasciende el mero espectáculo. Ahí está para mí el éxito.

OV: ¿Cómo se financian esas actividades?

Mauri: Todxs necesitamos comer (risas). Al principio lo hacíamos a la gorra, ahora planteamos una especie de canon de $50 mensuales, pero con esa plata podes participar de todos los talleres semanales.

Iván: Es una especie de bono contribución en realidad, y el que puede lo pone. Esta buenísimo que la conciencia de la construcción sea no sólo venir a participar sino que también se sepa que hay un gasto. Y está bueno que cuando cada unx venga el lugar este limpio, bonito, que huela bien, lo básico. Cuando empieza a generarse esa conciencia es lindo.

Este año recién implementamos el uso de la cuota, y parece mentira, pero siendo muy poca plata al Galpón le vino muy bien porque hay cosas que se resuelven fácil: todos los meses tenes papel y detergente.


OV: ¿Tienen relación con otros colectivos sociales, culturales o artísticos? ¿Realizan actividades en conjunto?

Iván: Tenemos relación con la gente de Resistencia Cultural Barrial, y con el Olga Vázquez. También tenemos buena relación, sobre todo porque chicos que son del circo trabajaron en la herrería que hay ahí. Con la gente de La Gran 7, que eran y algunos son todavía de acá también.
Además tenemos relación con gente de algunos sectores políticos, como por ejemplo el grupo de autoconvocados de Quebracho, porque compartimos el predio y porque si precisamos andamios o cosas así, no tienen problema en prestarnos.

Mauri: En general, tenemos más relación de persona a persona, más que de colectivo a colectivo. Pero la cuestión es que además siempre cambia: los grupos se agrandan o se achican, gente que va, que viene, entonces pasa que el contacto que vos tuviste hace dos años en algún centro ahora ya no está.

Iván: Siempre estuvo la idea de organizar algo en conjunto. Pero cuesta mucho coordinar porque cada centro tiene ya sus actividades.

OV: ¿Que opinión tienen respecto a la gestión cultural del municipio?

Iván: La Plata es una ciudad con una gran apuesta a todo lo cultural. Por más que esté en desacuerdo, y por más que a Bruera lo deteste, en pocos lugares de Argentina tenes tanta libertad para hacer cultura. La gestión está pensada para la familia de clase media, que va a la Universidad, que tiene el auto, que no sufre problemas económicos a fin de mes.

El aspecto cultural no tiene que ser sólo diversión. Tiene que haber diversión, pero tiene que ser accesible para todxs. Si la feria del libro se hace en el Dardo Rocha, para que Bruera o quien carajo sea se saque una foto, se está limitado el acceso a la cultura.

Mauri: Saber que traen Abel Pintos por el cumpleaños de Los Hornos, y saber que se gasta un montón de guita en eso, y también entendernos a nosotros como espacio autogestionado, te genera un montón de cosas. A 20 cuadras está el barrio El Mercadito y nunca entró un espectáculo de circo y nadie del municipio nos ofrece ninguna facilidad para llegar ahí.

OV: ¿Por qué eligen como modo de trabajar y de militar a la autogestión?

Iván: Nosotrxs decidimos decir y hacer por nosotrxs. Lo que elegimos no es una alternativa de vida, sino un modo de vida, y el único que entendemos para poder subsistir en este espacio. La autogestión no es una alternativa, es la única vía. Sino tenes que negociar, y si negociás perdés, así que nosotrxs elegimos no negociar.




Arte al Ataque

El Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional tiene sus militancias culturales y artísticas, y éstas son encarnadas y puestas en práctica la mayor parte de las veces por Arte al Ataque. Este colectivo se formó hace siete años, a partir de la necesidad de articular todos los trabajos de orden cultural que se venían realizando, y también para sumarle cierta creatividad a las marchas y otros eventos similares. En definitiva, Arte al Ataque surge por la necesidad de armar un espacio de cultura, y empezar a debatir hacia lo interno de la organización las problemáticas culturales de la ciudad.
En este momento son diez personas las que conforman el colectivo. Ocho de ellas se encuentran en La Plata, y las dos restantes están en una brigada en Venezuela, activando una articulación cultural y nuestra americana llamada "América Late". El equipo está integrado por personas formadas en diversas disciplinas como la fotografía, carpitería y escenografía, entre muchas otras.
Llegamos hasta el Centro Social y Cultural Olga Vázquez, donde nos esperaban Jana, Meli y Salvador, para contarnos de qué se trata esta experiencia. Mientras la lluvia arremetía feroz sobre los techos, se encendía el grabador y comenzaba la entrevista.


OV: ¿Ustedes estaban al tanto de otros colectivos que estuvieran interviniendo desde el arte?

Meli: Sí, en esa época se habían empezado a conformar más grupos, como Los Hermanos Tello, Cien Volando, Luli, Chempes... En ese momento ya había mucha movida de colectivos culturales que recién iban apareciendo. Ahí se armaban muchas movidas para activar en conjunto.
Tomamos otras experiencias, pero creo que cada colectivo fue haciendo su propio camino en la práctica, y también con los sujetos que fueron habitando los grupos, porque eso va cambiando con el tiempo, a veces hay más artistas plásticos, otras veces más fotógrafxs, o historiadorxs, o gente de comunicación. Entonces las intervenciones se van pensando en función de las características de las personas que en ese momento integran el colectivo.

OV: ¿Cómo se decide en qué actividades se va a intervernir, y cuál va a ser la forma de esa intervención?

Jana: Siempre las actividades o las intervenciones puntuales en un principio estaban muy ligadas a las fechas, sobre todo las marchas. Lo más fuerte que tenemos es esta cuestión de ocupar el espacio público. Ningunx acá es expertx en ningún tipo de área. Volamos muy alto cuando pensamos ideas de intervención y después vamos bajando a la realidad.

Meli: Depende de lo que vaya saliendo en realidad, y si hay algo que no sabemos hacer, nos damos maña y lo hacemos.También es un desafío el hecho de que nunca tenemos plata, y aunque ya estamos acostumbradxs y la remamos con lo que sea, no deja de ser una limitante.

OV: ¿Sólo intervienen en el espacio público?

Jana: En un principio sí, y por eso era más fácil seguir una agenda también donde estaban las fechas en las que teníamos que salir a la calle: el 24 de Marzo, el Día de la Mujer, La Noche de los Lápices, fechas que además movía el Frente como organización.
Con los debates que se fueron dando al pasar los años en relación a la cultura popular, intentamos generar nuestras propias fechas para intervenir, generalmente en el espacio público, pero apuntando a otro lado.
Por ejemplo hace dos años intervenimos para el día del niño: hicimos una Barbie y la pusimos frente a una juguetería. Apuntamos a la deconstrucción del día del niño en sí, y también a la compra de los juguetes y a los valores que se fomentan con los juguetes sexistas.
Después tenemos intervenciones que van por otro ámbito. Hemos ido a los barrios a hacer talleres y murales, y también hemos estado en mercados populares. Si bien el espacio público es nuestro fuerte, y es lo que más se conoce de nosotrXs, tenemos otro tipo de accionar que por ahí está más invisibilizado, pero que apunta a una deconstrucción en relación a la cultura.

OV: ¿Qué actividades realizan en los barrios?

Meli: Lo más fuerte que hemos tenido en cuanto a la articulación con los barrios fueron los talleres de creación popular que se dieron en el marco de "América Late". Trabajamos siempre en barrios de La Plata, pero fuera del cuadrado, y también en Berisso.
Hay que entender que cuando vamos a un barrio y pintamos un mural es una actividad puntual, y no todo se tiene que traducir necesariamente en eso. La problematización o la deconstrucción de la cultura va por otros lados. No es solamente el arte, sino que atraviesa todas las prácticas sociales en las que nos movemos, y tiene que ver con cómo nos constituimos también.
Esto de ir a un barrio a plantear una discusión y problematizar lo que es el capitalismo o el patriarcado no necesariamente se traduce en un mural o un festival. Hay una concepción bastante amplia de intervención.

OV: ¿Tienen relación con otros colectivos de La Plata? ¿Realizan actividades en conjunto?

Jana: Sí, por ejemplo en el Festival por la Cultura Popular, que generalmente hacemos el 21 de septiembre, como forma de contracultura y respuesta a esos mega shows de Plaza Moreno, siempre generamos articulaciones con otros centros culturales de La Plata.
Este año lo más fuerte que tenemos en cuanto a articulación es la RECA, que es la Ronda de Espacios Culturales Autogestivos, que nació a principio de año. También Desbordes es una buena articulación. Ahora también estamos articulando con gente del Teatro Argentino.
Además formamos parte del ENECA, que es una articulación a nivel nacional de diferentes espacios y centros culturales.

OV: ¿Por qué eligen esta forma de militancia?

Jana: Creo que algo bueno de la militancia cultural es su transversalidad. Si bien nosotros formamos parte de un espacio de cultura y apuntamos más a eso, tenemos incidencia en una amplitud de temas en los que podemos tener acción. Podemos salir a intervenir por los espacios culturales y autogestivos y contra el cierre de ellos, como podemos salir a intervenir por el feminismo, la precarización del laburo y por tierra y vivienda. Creo que eso es lo piola de la militancia cultural.

Meli: Es muy transversal. Podés decontruir desde el lenguaje, desde la comunicación, desde diferentes luchas y sectores, y generar una idea de intervención desde todos esos frentes. Por eso es que decimos que la cultura no es solamente lo que pasa dentro de un museo, sino que está en todos lados.

OV: ¿Que opinión tienen respecto a la gestión de la política cultural por parte del municipio?

Meli: Es un reflejo de la política o la coyuntura a nivel nacional. La municipalidad ve la cultura como el entretenimiento de las masas y gasta una guita desproporcionada en shows, y a los artistas independientes les cuesta un montón encontrar un espacio. Ese es el tipo de concepción que se tiene de la cultura, que va unido a la cultura capitalista del consumo.

Salvador: Hay una imposibilidad también de llegar. El aparato burocrático está dispuesto a bajarte con un caño cada vez que te queres acercar. Siempre se habló de una necesidad de tener una interlocución, pero no hay una figura dentro del municipio que intente resolver eso.
Por suerte, independientemente de todo eso, hay un montón de gente que quiere hacer cosas y que se está juntando.

Meli: Entendemos que no siempre van a ser bien recibidas nuestras intervenciones. Pero de alguna manera intentamos frente a eso poder dar el debate y dialogar, y que lo que hacemos no se entienda como vandalismo, o al menos empezar a cuestionar ese tipo de conceptos que van en contra de las expresiones populares.




Hagamos Lo Imposible

Este colectivo surge hace seis años atrás, en la ciudad bonaerense de Quilmes, de la mano de un grupo de amigxs que querían aportar al cambio social a través de la cultura. En un principio apuntaron hacia un trabajo barrial, y luego fueron sumando artistas: músicxs, escritorxs y pintorxs que fueron encontrando en HLI un espacio para unificar sus luchas y reivindicaciones.
Ya en 2013, junto con una serie de organizaciones y agrupaciones con las que ya venían trabajando en forma articulada y que eran del mismo territorio, pero que tenían otras especificidades -estudiantiles, terciarios y secundarios sobre todo- deciden unificarse y formar el Frente Juvenil Hagamos Lo Imposible.
En febrero de este 2015, HLI apenas contaba con cinco integrantes en La Plata. Hoy, al momento de realizar esta entrevista, ese número se ha quintuplicado: ya son 25 personas.
En el patio del Centro Cultural y Político AwkaChe, mientras la tarde dejaba impacientemente su lugar a una noche de invierno, nos reciben Facundo y Laureano. Desde la pared, los delgados retratos de Julio Cortázar y Raymundo Gleyzer observan el encuentro en el cual los integrantes del Frente Juvenil Hagamos Lo Imposible (HLI), van a contarnos de qué se trata este movimiento. Nos acomodamos y una ronda de mates da inicio a la charla.  

OV: ¿Por qué eligen militar desde el arte?

Laureano: Siempre dijimos que nuestro eje y nuestra especificidad es lo cultural en sentido amplio, es decir, que nosotrxs utilizamos herramientas artísticas, de comunicación y de todo tipo para hacer nuestro laburo, que no es otro que aportar a procesos organizativos.
Va relacionado con las reivindicaciones que nosotrxs empezamos a tener, el primer Centro Cultural, se llama Raymundo Gleyzer, claramente con una postura política del arte. Gleyzer era un cineasta que decía “yo hago cine porque hago política, hago política a través del cine, es mi herramienta, mi arma”. Él se nuclea dentro del FATRAC (Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura) y era militante del PRT, después es desaparecido. Reivindicando su figura, se crea el primer centro cultural.

Facundo: Además, en nuestro vínculo con lxs artistas, comunicadores y trabajadores de la cultura, intentamos y logramos dejar atrás, no sólo las relaciones capitalistas de trabajo sino también las utilitaristas, planteando una relación directa con lxs talleristas y sin que haya una jerarquización del espacio, sino que lo vamos construyendo mano a mano.
En ninguno de los espacios culturales que tenemos como HLI se cobra entrada, partiendo de la base de que no son espacios exclusivos, nosotrxs no dejamos a nadie afuera y aportamos a la construcción de la autogestión del trabajo cultural y los espacios culturales.
A su vez entendemos que hay que sacar el arte y las expresiones artísticas del casco urbano y por eso, sobre todo en Quilmes donde HLI tiene más desarrollo, apostamos a la construcción de centros culturales en los barrios.

OV: ¿Cuáles son los objetivos que se proponen como organización?

Facundo: Nosotrxs vamos en contra de la mercantilización de la cultura, con la idea de aportar a un cambio radical en el mundo, creemos que el sistema capitalista no da para más y que a través de la cultura se puede aportar a los procesos organizativos de la clase trabajadora.

OV: Además de La Plata ¿en qué otros lugares tiene desarrollo HLI?

Laureano: Estamos divididos en regionales, que son los lugares específicos donde laburamos. Además de la regional de La Plata, también tenemos regionales en Quilmes, Capital, Varela, Avellaneda, San Fernando y Lanús. En Quilmes está el espacio más grande, que tiene ya un gran desarrollo, siendo un actor político dentro del municipio.

OV: ¿Qué actividades están realizando?

Laureano: Hay dos proyectos que estamos tratando de llevar a cabo como todo HLI. Uno es la Escuela Popular de Arte, que está en un barrio de Quilmes, es precaria, con paredes de chapa, pero funciona y lo hace dando talleres de teatro, de circo y en una barriada; y a su vez, otro proyecto muy bueno es Cronistas Populares, que es periodismo villero, un poco más amplio que algunos de los proyectos similares que hoy ya existen, porque intenta trascender pero además nuclear juventud sobre todo, entendiendo la comunicación social no sólo como el periodismo, sino como las distintas maneras de expresión, comunicación, producciones audiovisuales e intervenciones artísticas.
También estamos haciendo dos talleres en dos barrios distintos: Altos de San Lorenzo y Tolosa y estamos activando en el Centro Cultural y Político AwkaChe. Estamos encarando además un proyecto de alfabetización y la creación de una biblioteca popular, también en Altos de San Lorenzo.

OV: ¿Tienen relación con otros colectivos culturales, artistas o políticos?

Facundo: Sí, hemos participado y participamos actualmente, de distintos procesos que se fueron dando acá en La Plata, sobre todo en Desbordes en relación al 2 de Abril. Participamos también en los inicios de la conformación de la Red de Espacios y Centros Culturales y ahora estamos tratando de intervenir en la movida contra el enrejado del Teatro Argentino.

Laureano: Hace cuatro años, junto con otras organizaciones hermanas con las que nos encontrábamos día a día, en la calle y en las luchas cotidianas, decidimos que debíamos darnos procesos de unidad, por lo que terminamos creando la Corriente de Organizaciones de Base La Brecha. Somos muchas organizaciones y eso nos da la posibilidad de potenciar nuestro laburo, y activar y poder dar una multi-sectorialidad a las actividades que cada organización lleva a cabo.

OV: ¿Que opinión tienen respecto a la gestión cultural del municipio?

Facundo: Nosotros vemos que la cultura en la ciudad está bastante bastardeada y que encima tiene cada vez más escollos por parte del municipio, con la privatización de los espacios culturales y la persecución de los mismos, eso sucede por ejemplo, en lo que hace poco fue la Feria del Libro, una feria anunciada por la municipalidad con bombos y platillos que excluyó a todas las editoriales independientes de La Plata, a todas absolutamente, editoriales que vienen trabajando hace años y que tienen un renombre en el país.
También los aniversarios de las distintas barriadas con bandas de afuera, pagadas con centenares de miles y dejando de lado a una Ciudad en la que no podes contar cuantas bandas hay, así como nosotrxs, este año, no podíamos contar cuantos centros culturales existen en La Plata.

Laureano: Con relación al Estado, y sin entrar ahora en una caracterización, nosotrxs somos independientes, no recibimos nada del Estado, y si recibimos, es porque lo conseguimos en un proceso de lucha, así organizamos cada cosa que necesitamos. Por eso lo que buscamos es que no termine solamente en una ley, para nosotros no se soluciona con eso, se soluciona con saldos organizativos, la lucha en la calle y la unidad de las organizaciones.


jueves, 16 de junio de 2016

Queremos generar un lugar para los y las artistas de nuestra ciudad

Otro Viento dialogó con “Impares” una incipiente productora de eventos de Arte Plástico de la ciudad de La Plata. Este proyecto comenzó a fines del año pasado como apuesta a romper con “el arte para pocos y pocas”, y con el objetivo de popularizar e incentivar su acceso. Un espacio que encuentra a distintos proyectos de jóvenes artistas, apostando a la autogestión y construcción por fuera del acceso elitista del arte.

Impares es llevado a cabo por Belén Nieto Martínez, Lucia Fioriti y Cristian Torres. 

OV: ¿Cómo y cuándo surge el proyecto “IMPARES”?

Belén: IMPARES se junta a fines del año pasado, por noviembre más o menos. No me acuerdo. Probablemente fue charlado antes. Arranca por un delirio mío. Terminé de cursar la Especialización de Periodismo cultural que ofrece la Facultad de Periodismo de la UNLP y durante todo el año, tuve y tengo dando vueltas pensamientos sobre el concepto de “alternatividad” en el arte. En principio lo pensaba mucho más ligado a la música, que es el laburo que quiero hacer de base, acá en La Plata. Sobre qué es lo que hace que un objeto o producto artístico sea “alternativo”, ¿Alternativo a qué? ¿En comparación con qué? Un término tan utilizado que no ha sido casi definido teóricamente, ni tan investigado…
Cursando algunos seminarios de arte contemporáneo y sociología del arte, algunas lecturas, y después de un par de cafés filosóficos delirantes, me interesé un montón en esa otra parte del arte y la cultura. Sobre todo, porque me hace muchísimo ruido que en una forma tan primaria de la expresión humana y de la cultura, como la que conforma el arte visual, o la plástica, todas las respuestas sobre su propio funcionamiento social (que en muchos casos es extremadamente comercial) y sus propios circuitos, sean tan elitistas. Y no digo solamente en el sentido del comprador. Elitistas entre los propios artistas que se critican entre ellos. Sobre todo me hace mucho ruido que en el imaginario social se piense que puede saber de todo y comprar de todo, música, literatura, futbol, cocina, pero arte plástico no. Salvo que seas de Bellas Artes.
Entonces quise hacer algo con eso, y la suerte me llevó a convocar a dos grosos, que entienden del tema desde adentro, con los que redactamos punto por punto el proyecto IMPARES y lo laburamos con el cuerpo también. Alfil y Lucía Fioriti (la Fioriti) que son unos genios. Él es dibujante y ella escenógrafa y son dos capos artistas, que expusieron también. A ésta altura del año ya hicimos unas cuantas expos y variettés, y el otro día hicimos la presentación del grupo con la muestra colectiva en la Alborada, que estuvo buenísima. Estamos muy contestas y contentos de este proyecto, queremos generar un lugar para los y las artistas de nuestra ciudad. El contacto es lo más lindo.
Yo soy comunicadora. Y fíjate que en esta ciudad de música te hablan hasta los tilos y van a todos los bares y recitales, y el teatro, está produciendo bastante. Pero la plástica no, o no produce para un público externo a su mundillo. Nosotros queremos salir de ahí. Romperlo para que venga todo el mundo a conocer a los artistas y a comprar sus obras para tener es sus casas, nos preguntamos ¿Cuántas agendas culturales promocionan eventos de arte exposiciones que sean propiamente de las galerías o museos? Yo pienso… ¿Sabes lo que sería La Plata si explotara realmente todo su potencial artístico? Incluso para el turismo…


OV: ¿A qué refieren con el ideal de que todas las personas “podemos asistir al arte plástico”?

Belén: A eso mismo. Es lo que planteamos en el proyecto y en nuestros textos que andan circulando por la página de Facebook. Parte del sentido de que cualquier obra pasa por la emotividad y el gusto. Dos cosas re sencillas. Hace unos meses me obsesioné en buscar a una especie de culpable a todo este prejuicio sobre el arte, y al culpable de la máquina de sobre-comercializar para una élite y encontré la teoría del gusto de Hume. Una pavada. Una lista de condiciones que pensó el tipo, que de alguna manera sigue operando. Obviamente el arte opera con los cinco sentidos. Pero no de una sola manera, ni con los 5 a la vez, que se yo o capaz que sí. Pero no necesariamente. En el arte nada es determinante…. Como una serie de condiciones que hay que tener para ser un buen crítico o para tener buen gusto. Vos cuando vas al teatro, a un recital o lo que sea, ¿esperas tener buen gusto o esperas que te guste? Eso. Cualquiera puede disfrutar de una obra de arte. Siempre y cuando le guste y disfrute de hacerlo o de investigarla. Obviamente que es un soporte diferente, hay una manera de percibirla y un montón de respuestas distintas. Tantas como espectadores. Pero no quiere decir que no cualquiera tenga la capacidad de asistir a una muestra y ver qué hay, interesarse, tratar de jugar a las deducciones y a las seducciones con algo de lo que no tenés por qué saber, ni conocer de ante mano. En todo caso todo puede ser completado.
Una vez, entrevistando a un músico de jazz de acá de La Plata me dijo eso: “El problema es cuando la gente quiere adivinar lo que vos estás haciendo y no disfruta”, parece que quiere competir con el artista en lugar de liberarse y tratar de interpretar un mensaje, que no tiene por qué ser uno sólo tampoco. No se trata de cosa.
Yo estoy en desacuerdo con casi todas las teorías sobre el espectador de arte que hablan de esa distancia, de esa cosa intelectual y de que hay que estar llenos de conceptos estudiados para poder comprender. El otro día en la inauguración, en un momento miraba y había un montón de gente mirando. Y la idea es esa, que la vea todo el mundo.
Creo que lo que hace el circuito del arte, sobre su potencial público, es generar esa sensación que tenés cuando vas a buscar el primer trabajo, y te piden experiencia previa, y pensas que así jamás va a poder conseguir nada. Entonces ni buscas, ni te presentas a la entrevista. Para conocer de arte, hay que ir a ver arte. Y no tiene por qué estar en una galería re pacata. Puede. Y está buenísimo también eso. Pero no tiene por qué ser solamente eso.


OV: ¿Qué es para ustedes trabajar desde la autogestión? ¿Cómo llevan a cabo estas actividades?

Belén: Es mover algo por un interés propio. Generando nuestras propias vías de financiamiento. Que, por ahora, son nuestros bolsillos, la onda de la gente de los centros culturales, y de la vinería. Hemos invertido tiempo, trabajo y cuerpo, neurona, para ver cómo hacemos y en qué momento las cosas. Pero está re bueno. Estamos bastante organizadas y organizados, nos reunimos a menudo, hablamos casi todos los días y cada uno tiene un rol fundamental. La idea es, de todas maneras, en ésta primera etapa de IMPARES, instalarnos, que nos conozcan, generar confianza en los artistas como gestores culturales o promotores, y activar espacios para generar una pequeña masa de público. Y después vender arte, generar laburo para los y las artistas, organizar ferias, muestras, showrooms, lo que sea. Que la gente nos reconozca vaya y busque. Puede haber cosas más temáticas, o más decorativas. La idea es que sea amplio.
La autogestión cuesta mucho. Pero creo que es la única manera de arrancar un proyecto independiente. O casualmente es la manera en la que arrancan. Porque si arrancás dependiendo estás al horno. Eso primero. Después no descartamos laburar con publicidad, el canje, los créditos para artistas de las instituciones, siempre y cuando no deformen el proyecto.


OV: ¿Qué significado tiene para ustedes reconocer a los y las artistas como trabajadores y trabajadoras, en esta idea de incentivar el consumo?

Belén: El sentido es instalar esa idea y explotarla. Porque sino el artista que quiere ser artista, que es artista, es artista para sí mismo en el taller, o para sus amigos, y es trabajador del arte cuando da clases nada más, cuando es docente y no me parece que esté bueno. Que tenga que ser así, tan polarizado el asunto. La gente gasta un montón de guita en reproducciones pésimas o en cuadros malos de bazar, ¿No sería mejor comprar algo auténtico? ¿Poder conversar con la persona que lo hizo? Elegirlo entre otros. Esa es la experiencia artística también. Arriesgarse a comprar, elegir el argumento. Es cómo que hay dos partes. No es sencillo que la gente compre. Pero tampoco sé si es tan difícil. Porque lo cierto que muchos y muchas artistas tampoco venden, entonces es como un círculo vicioso. Tampoco hay difusión, ni prensa, ni nada. Pero hay gente que consume arte y le interesa. Es algo cultural. Yo creo que, si hay una continuidad de trabajo y se buscan las maneras, puede pasar algo re interesante. No sé si para absolutamente todos los y las artistas, pero para muchos es una posibilidad. Algunos están exponiendo o produciendo, por el impulso de IMPARES, y hacía un montón que no lo hacían, o nunca habían expuesto y producían cosas re piolas.
Se trata de valorar el trabajo creativo.  Porque todo bien con el romanticismo y la inspiración. Pero son trabajadores y trabajadoras. Están formados. Formal o informalmente. El arte es una profesión y es un oficio. Como el periodismo, la escritura, tantas cosas.


OV: ¿Qué implica entender al proyecto desde lo comunicacional y artístico?

Belén: Esta es una muy buena pregunta. Porque tenemos que hacer la aclaración. Desde ya que el arte visual es comunicación. Decir arte y comunicación es, de hecho, una redundancia. Lo hablamos mucho. Yo vengo de la Ciencia de la comunicación y los chicos también, pero del palo del Arte. Por eso decidimos cambiarlo puntualmente a Arte y Difusión. La difusión tiene que ver precisamente con dar a conocer ampliamente y promocionar, promover algo de forma masiva. Comunicación no necesariamente. En ese espacio entre una persona y una obra se genera comunicación, porque hay producción de sentido, pero no hay difusión. Entonces ahí está.


OV: En los últimos tiempos se ha vivido en la ciudad de La Plata la clausura de distintos espacios culturales ¿Cuál es el análisis que hacen el respecto? ¿Qué tipo de políticas públicas creen necesarias para promover la participación de artistas independientes?

Belén: ¿Análisis? Y, no es tan complicado. Estamos en un gobierno que está “sincerando”, vaya a saber qué, de la economía a nivel nacional, provincial y municipal. Recorta, para tapar deudas supuestamente. La cultura no genera ingresos. La cultura no genera ganancia, casi nunca. La excepción son las grandes productoras, que nunca están solas. En general pertenecen a un multimedio y viven de la publicidad no del producto cultural.
La cultura y el arte producen capital simbólico en un 70 u 80%, por eso muchísimas de las actividades están subvencionadas por el Estado, incluso actividades privadas, con líneas de crédito y demás, así que imaginate. Para el neoliberalismo no es nada. Vas a pérdida de cabeza. No tiene sentido, ni razón de ser.
Respecto a las políticas públicas, me parece que hay que explotar las que hay. Defenderlas, para eso hay que usarlas. Los créditos, las becas, lo que sea que haya. Exigirlas. Nosotros y nosotras criticamos lo que pasó en la última Feria de Arte Contemporáneo, así le pusieron, en el Teatro Argentino.  Ahí se alquilaban los stands a artistas de capital, de cualquier lado, menos a los artistas locales, donde el municipio generó lucro con el espacio público.

Nuestra política igual, viene por otro lado, por el lado de no ir a lo estatal directamente, o a lo establecido. E ir por lo “alternativo”, buscar nuestros propios espacios y de cualquier sucucho poder hacer más que en una galería.