Este octubre parecería ser un mes de
complicaciones para la cúpula política bonaerense. La designación por parte del
gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, de la nueva ministra de Educación,
Nora de Lucía, trajo consigo un manto de ajuste económico y salarial que hizo
poner en un grito a los trabajadores estatales de la Provincia.
Si se habla de De Lucía, es imposible no
olvidar de mencionar la vital pasada presencia como Subsecretaria de Política y
Coordinación Económica del Ministerio de Economía bonaerense. Más allá de esto,
el mandatario de la provincia con mayor cantidad de habitantes del suelo
argentino, decidió colocar a una figura política arraigada a los “números” para
administrar uno de los sectores más desprotegidos y apabullados de las últimas
décadas. La renuncia de la ex ministra Silvina Gvirtz en agosto pasado habló
por sí sola; el ajuste salarial en la Provincia comenzaría por el área encargada de la
formación de los jóvenes argentinos.