lunes, 3 de noviembre de 2014

Crítica: Relatos Salvajes

Gustito Audiovisual.
Película: Relatos salvajes (Argentina, 2014)
Director: Damián Szifrón.




Primer aviso al lector: quien escribe esto, lejos se encuentra de ser un crítico de cine. Incluso, luego de leer variadas reseñas sobre la película en cuestión, está pensando seriamente que los críticos son unos pelotudos. Igualmente, y a riesgo de convertirme en uno de esos, voy a intentar volcar en estas líneas algunas de las sensaciones que me dejó la película mientras la miraba y después de mirarla.

 A casi un mes de su estreno, más de dos millones de personas pasaron por salas de cine de todo el país. Las razones son múltiples, comenzando por la polémica desatada por el director y la sepulturera de famosos, Mirtha Legrand, donde en pleno almuerzo surgieron varios puntos de debate como el rol del capitalismo, la pobreza y la delincuencia. Allí, Szifrón no tuvo ningún reparo demagógico, y  le dijo algunas de las cosas que todos fantaseamos decirle, a esa persona que le dio de almorzar a las figuras más repudiables de la política argentina. Los medios se hicieron eco de esta cuestión, y tuvo como principal logro allanarle la pista a una película que estaba a menos de una semana de estrenarse.

Por otro lado, Relatos Salvajes venía con un premio importante del Festival de Cannes en su espalda, que sumado a su gran elenco, era la mezcla ideal para que millones de argentinos, dejemos salir nuestro gen “exagerado”, tal como ha pasado con Roger Water y sus 9 Monumentales, o los no sé cuántos Luna Park del trovador menstrual, Ricardo Arjona.

En fin, vayamos a la película. Cuando leí que eran varias historias con un común denominador, automáticamente me remití a Amores Perros – hermosa y fuerte película mexicana, dirigida por González Iñarritu - y pensé que tendríamos nuestra versión local, sin Gael pero con Darín. Conociéndolo a Szifrón, no resultaba raro que utilice una pequeña historia introductoria, “Pasternak”, para luego abrirle el juego a las interrelaciones entre cada una de ellas. Sin embargo cada historia, es un fin en sí misma, y no necesita del resto para obtener validez. Por lo tanto, mi ilusión de ser el Nostradamus del séptimo arte, había quedado trunca pasada la segunda historia.

En cada uno de los relatos, Szifrón logró condensar  muchísimas de las situaciones por las cuales el sentimiento de venganza puede aflorar. Vamos a enumerar una por una. La primer historia es “Pasternak”, el odio a los padres, por ser los responsables primarios de todas las desgracias que le sucedieron después en su vida.

“Las Ratas”, sos moza, y se sienta a cenar la persona que te cagó la vida ¿Hay que agregar algo?

El siguiente relato es “El más fuerte”, que bien podría llamarse “Lucha de Clases”, es el enfrentamiento entre el yuppie engreído y el bardero de barrio: se odian, no se conocen, pero la antagonía de clase los pone en esos dos bandos irreconciliables. Uno tiene que destruir al otro, ya sea por no dejarlo pasar en la ruta, o descalificándolo por su posición social.

“Bombita”, si no te sentís identificado, es porque vivís en el medio de la montaña comiendo el musgo de los árboles. No existe ser viviente que no haya tenido que ir a hacer trámites a alguna dependencia del Estado, y no se le haya cruzado por la cabeza averiguar dónde está la central eléctrica del edificio, para hacerlo volar. El personaje de Darín, es un pequeño homenaje al anarquismo individualista, a la acción directa contra los órganos del Estado. Creo que a Simón Radowitzky se le debe haber dibujado una mueca de sonrisa con esta escena.

“La Propuesta”, acá tenés que atornillarte a la silla para no salir corriendo y prender fuego una sede de Tribunales. Muestra la peor y real cara de la aristocracia judicial, cómo transan los hombres de leyes con los hombres de guita. Y como la sed de justicia, cuando no es saciada y se transforma en justicia por mano propia, termina llevándose puesta a una persona inocente.

“Hasta que la muerte nos separe”, en tu fiesta de casamiento, te enteras que sos cornuda, ¿es necesario dar más detalles?

Las sensaciones finales son muchas. Por un lado, la genial combinación entre tragedia y humor negro, hace que la película te entretenga en sus casi dos horas de duración. Santaolalla, siempre prolijito con la música, acompaña de muy buena manera. Por el otro, con semejante elenco (recordemos: Grandinetti, Cortese, Zylberberg, Rivas y Sbaraglia) y el talento de Szifrón; me quedo el gustito semi-amargo de no haber visto un largometraje convencional, que pueda dar lugar a que estos actores se luzcan con más tiempo en escena.

La mañana siguiente después de verla, me fumé casi una hora de cola en un Rapipago. Ahí pensé en cuan real es el film. Y también en una frase de Bersuit: NADIE ESTÁ A SALVO DE ESTA LOCURA.

Por Nacho Saffarano

1 comentario:

  1. Rescato cosas muy buenas de la película, como la actuación de Leonardo Sbaraglia, el protagonista de la serie "El Hipnotizador". Hay relatos que no me parecieron tan interesantes, pero en general, bien.

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