martes, 24 de noviembre de 2015

Siembra una semilla democratizadora en Arquitectura

Hace algunas semanas, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Nacional de La Plata está atravesando un conflicto en torno al intento de celebración de un concurso de una de las tres cátedras de Historia de la Arquitectura, cuya titularidad está a cargo de Roberto Gorostidi y a la cual asisten cerca de 1.500 estudiantes cada año. En el conflicto, se entremezclan problemáticas académicas, gremiales y, sobre todo, estrictamente políticas.


En los últimos quince años, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) funcionó como una plataforma política cuyo destino final se ubicaba en las más altas esferas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Gustavo Azpiazu y Fernando Tauber ocuparon las oficinas del decanato de la FAU platense y luego devinieron amos y señores en el Rectorado de la UNLP.

Azpiazu fue presidente de la UNLP durante el período 2004 – 2007; luego fue reelecto en 2007, finalizando su mandato en 2010. Hoy en día, uno de los defensores más acérrimos de la Ley de Educación Superior (LES) menemista continúa expresando su lealdad académica al statu quo en posgrados y desde la titularidad en una de las tres cátedras de Historia de la Arquitectura de la FAU.

Por su parte, Fernando Tauber fue presidente y gerente de la agencia de precarización laboral de la UNLP durante el período 2010 – 2014, dejando su lugar al licenciado en Astronomía, Raúl Perdomo. También docente en la FAU, hoy Tauber ocupa un rol fundamental como operador desde la Vicepresidencia en el Rectorado.

En abril de 2014, el arquitecto Fernando Gandolfi fue elegido decano por las ya consolidadas estructuras de poder aliadas de la FAU. Además, Gandolfi ocupa distintos cargos en la institución: es director de la Maestría en Conservación, Restauración e Intervención del Patrimonio Arquitectónico y Urbano; también tiene un cargo en investigación al dirigir el Instituto de Investigaciones en Historia, Teoría y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad; dirige un proyecto de Extensión; y, finalmente, es docente titular de dos cátedras: Arquitectura (materia troncal y regular de primero a sexto año) y de Historia de la Arquitectura (I, II y III).   

Las distintas gestiones en los últimos años de la FAU se dedicaron a avanzar sobre el conocimiento y las distintas cátedras con el objetivo de homogeneizar y consolidar una mirada de la arquitectura y la urbanidad, que responda a las necesidades del mercado inmobiliario.

Para su ejecución, se sirvieron de distintos instrumentos antidemocráticos, donde se manifiestan las más profundas asimetrías entre lxs distintxs protagonistas de la vida académica y los órganos de cogobierno. Uno de estas herramientas es el llamado a concurso de cargos docentes, donde la representatividad estudiantil es netamente inferior en los entramados de poder.

Lxs jurados que forman parte de la Comisión Asesora del concurso docente son cinco. Tres profesorxs titulares (elegidxs entre el Consejo Directivo y lxs participantes del concurso, que podrán ser profesorxs de la UNLP u otra universidad, exprofesorxs, académicxs), un/a jurado graduadx (elegidx por el claustro de Graduadxs) y un/a representante estudiantil (elegido por el claustro de lxs estudiantes). Y, generalmente, la gestión y sus aliadxs de Franja Morada (en el claustro estudiantil y de graduadxs) priorizan actores universitarios coincidentes con su línea ideológica.

Teniendo en cuenta la actual distribución de fuerzas en la FAU, el representante estudiantil disidente queda a merced del pacto entre la burocracia estudiantil morada y las autoridades de la facultad.

Micaela Cepeda, representante de Agite Estudiantil (brazo estudiantil de la Juventud Guevarista) y presidenta recientemente electa del centro de estudiantes de la FAU conducido por el DALE (frente integrado por Agite, la Unión de Juventudes Socialistas - Partido Obrero e independientes), manifiesta que hay “una situación sumamente antidemocrática, que bajo la careta del cogobierno y la defensa de la Reforma, sirve para la gestión como herramienta para ir sacando cátedras contrarias a su ideología y concepción de la arquitectura”.

La cátedra en cuestión es la de Historia de la Arquitectura, a cargo de Roberto Gorostidi, que desde hace diez años concentra más de la mitad de lxs inscriptxs en la materia e incorpora una mirada crítica de la realidad, en contraposición a las cátedras de Azpiazu y Gandolfi.

El llamado a concurso por parte de la gestión de Gandolfi desconoce el CCT homologado para las universidades nacionales el pasado 2 de julio.
La gestión de la FAU llamó a concurso por la titularidad de la cátedra antes del periodo de vigencia del convenio colectivo de trabajo (CCT), sin estar vencidos los anteriores concursos y sin que medie, según lo establece el Estatuto de la Universidad, la instancia de pedido de prórroga por parte de lxs docentes.

Ante esta situación, la resistencia estudiantil comienza a organizarse en el seno del taller de Historia y se va expandiendo. Se hicieron asambleas por año, dentro del taller (que es trianual). Y, finalmente, se extendió a una asamblea interclaustros, para que participen todxs lxs que son parte de la facultad. En esa asamblea, se decidió resolver que el concurso era ilegítimo.

Luego, se fueron realizando varias asambleas, con amplia participación de las distintas agrupaciones, de estudiantes independientes, docentes y no docentes. La facultad se encontró durante noviembre casi en estado de asamblea permanente. Se decidió tomar la facultad, garantizando clases abiertas en el patio de la facultad; se cortó 1 y 47 y se marchó al Rectorado para visibilizar el conflicto, fuera del ámbito de la FAU, junto a otras organizaciones estudiantiles que apoyaron la lucha de lxs estudiantes y docentes de Arquitectura. Esta lucha logró la suspensión parcial del concurso.

Incluso, la agrupación estudiantil Franja Morada (que responde a la UCR-CAMBIEMOS) participó –aunque no inicialmente- de algunas asambleas aunque se manifestaba en contra de la toma, cuestiones las formas y no el fondo, y se retiraba antes de las votaciones pese al reclamo del estudiantado para que se queden y debatan. En sí, intentaban representar -sin mandato- puntos de vista minoritarios del conflicto, y huían ante el pánico escénico para no ser juzgadxs como traidorxs de las autoridades.

Gandolfi se sirvió de todo su aparato para demonizar las decisiones de lxs estudiantes tomadas en asambleas democráticas y masivas: envió mails desde la Secretaría Académica comunicando que no se acerquen a la facultad durante la toma, que no se iban a dictar clases; suspendió unilateralmente las clases y mesas de examen perjudicando a estudiantes que terminaban sus estudios; sostuvo que lxs estudiantes que participaban de la toma “eran violentos” y que “bloqueaban las puertas”; ordenó que lxs docentes de Arquitectura bajen línea en sus cursos.

La Asociación de Docentes de la Universidad de La Plata (ADULP) alegó en una de las asambleas celebradas en el histórico círculo del patio de la FAU –y luego en un comunicado- que hubo no solo un llamado antiestatutario del concurso, si no una flagrante violación a los derechos de lxs trabajadorxs docentes –entre ellos, la estabilidad laboral-. Por ello, decidió presentar una medida cautelar para la suspensión del concurso “hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo, que es la propia legitimidad del llamado a concurso, y que está a cargo del Juzgado Civil, Comercial y Contencioso Administrativo N° 2, Secretaría N° 6, a cargo del Juez Adolfo Ziulu”.

No es la primera vez que las autoridades de la facultad actúan en esta dirección. Se sucedieron situaciones similares en el marco de los concursos de otras materias como Arquitectura e Introducción a la Materialidad, donde los ganadores ya estaban preeestablecidos y el concurso no era más que una mera formalidad para desplazar al pensamiento disidente.


Hay que aprovechar esta circunstancia histórica no solo para reclamar la nulidad del concurso en el Consejo Directivo si no para democratizar a fondo la Universidad; para modificar el horizonte de lxs futurxs profesionales; para fomentar una arquitectura del compromiso, que problematice la realidad, en oposición a Gandolfi y sus asociadxs (algunxs docentes y cada vez menos estudiantes) que quieren continuar reflejando una mirada subordinada al mercado inmobiliario, fundamental para que La Plata siga haciendo agua por todos lados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario