Hace
algunas semanas, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la
Universidad Nacional de La Plata está atravesando un conflicto en torno al
intento de celebración de un concurso de una de las tres cátedras de Historia
de la Arquitectura, cuya titularidad está a cargo de Roberto Gorostidi y a la
cual asisten cerca de 1.500 estudiantes cada año. En el conflicto, se
entremezclan problemáticas académicas, gremiales y, sobre todo, estrictamente
políticas.
En los últimos quince
años, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) funcionó como una
plataforma política cuyo destino final se ubicaba en las más altas esferas de
la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Gustavo Azpiazu y Fernando Tauber
ocuparon las oficinas del decanato de la FAU platense y luego devinieron amos y
señores en el Rectorado de la UNLP.
Azpiazu fue presidente
de la UNLP durante el período 2004 – 2007; luego fue reelecto en 2007,
finalizando su mandato en 2010. Hoy en día, uno de los defensores más acérrimos
de la Ley de Educación Superior (LES) menemista continúa expresando su lealdad académica
al statu quo en posgrados y desde la titularidad en una de las tres cátedras de
Historia de la Arquitectura de la FAU.
Por su parte, Fernando
Tauber fue presidente y gerente de la agencia de precarización laboral de la
UNLP durante el período 2010 – 2014, dejando su lugar al licenciado en
Astronomía, Raúl Perdomo. También docente en la FAU, hoy Tauber ocupa un rol
fundamental como operador desde la Vicepresidencia en el Rectorado.
En abril de 2014, el
arquitecto Fernando Gandolfi fue elegido decano por las ya consolidadas
estructuras de poder aliadas de la FAU. Además, Gandolfi ocupa distintos cargos
en la institución: es director de la Maestría en Conservación, Restauración e
Intervención del Patrimonio Arquitectónico y Urbano; también tiene un cargo en
investigación al dirigir el Instituto de Investigaciones en Historia, Teoría y
Praxis de la Arquitectura y la Ciudad; dirige un proyecto de Extensión; y,
finalmente, es docente titular de dos cátedras: Arquitectura (materia troncal y
regular de primero a sexto año) y de Historia de la Arquitectura (I, II y III).
Las distintas
gestiones en los últimos años de la FAU se dedicaron a avanzar sobre el
conocimiento y las distintas cátedras con el objetivo de homogeneizar y
consolidar una mirada de la arquitectura y la urbanidad, que responda a las
necesidades del mercado inmobiliario.
Para su ejecución, se
sirvieron de distintos instrumentos antidemocráticos, donde se manifiestan las
más profundas asimetrías entre lxs distintxs protagonistas de la vida académica
y los órganos de cogobierno. Uno de estas herramientas es el llamado a concurso
de cargos docentes, donde la representatividad estudiantil es netamente inferior
en los entramados de poder.
Lxs jurados que forman
parte de la Comisión Asesora del concurso docente son cinco. Tres profesorxs
titulares (elegidxs entre el Consejo Directivo y lxs participantes del concurso,
que podrán ser profesorxs de la UNLP u otra universidad, exprofesorxs,
académicxs), un/a jurado graduadx (elegidx por el claustro de Graduadxs) y un/a
representante estudiantil (elegido por el claustro de lxs estudiantes). Y,
generalmente, la gestión y sus aliadxs de Franja Morada (en el claustro
estudiantil y de graduadxs) priorizan actores universitarios coincidentes con
su línea ideológica.
Teniendo en cuenta la
actual distribución de fuerzas en la FAU, el representante estudiantil
disidente queda a merced del pacto entre la burocracia estudiantil morada y las
autoridades de la facultad.
Micaela Cepeda, representante
de Agite Estudiantil (brazo estudiantil de la Juventud Guevarista) y presidenta
recientemente electa del centro de estudiantes de la FAU conducido por el DALE
(frente integrado por Agite, la Unión de Juventudes Socialistas - Partido
Obrero e independientes), manifiesta que hay
“una situación sumamente
antidemocrática, que bajo la careta del cogobierno y la defensa de la Reforma,
sirve para la gestión como herramienta para ir sacando cátedras contrarias a su
ideología y concepción de la arquitectura”.
La cátedra en cuestión
es la de Historia de la Arquitectura, a cargo de Roberto Gorostidi, que desde
hace diez años concentra más de la mitad de lxs inscriptxs en la materia e
incorpora una mirada crítica de la realidad, en contraposición a las cátedras
de Azpiazu y Gandolfi.
El llamado a concurso
por parte de la gestión de Gandolfi desconoce el CCT homologado para las
universidades nacionales el pasado 2 de julio.
La gestión de la FAU
llamó a concurso por la titularidad de la cátedra antes del periodo de vigencia
del convenio colectivo de trabajo (CCT), sin estar vencidos los anteriores
concursos y sin que medie, según lo establece el Estatuto de la Universidad, la
instancia de pedido de prórroga por parte de lxs docentes.
Ante esta situación, la
resistencia estudiantil comienza a organizarse en el seno del taller de
Historia y se va expandiendo. Se hicieron asambleas por año, dentro del taller
(que es trianual). Y, finalmente, se extendió a una asamblea interclaustros,
para que participen todxs lxs que son parte de la facultad. En esa asamblea, se
decidió resolver que el concurso era ilegítimo.
Luego, se fueron
realizando varias asambleas, con amplia participación de las distintas
agrupaciones, de estudiantes independientes, docentes y no docentes. La
facultad se encontró durante noviembre casi en estado de asamblea permanente. Se
decidió tomar la facultad, garantizando clases abiertas en el patio de la
facultad; se cortó 1 y 47 y se marchó al Rectorado para visibilizar el
conflicto, fuera del ámbito de la FAU, junto a otras organizaciones
estudiantiles que apoyaron la lucha de lxs estudiantes y docentes de
Arquitectura. Esta lucha logró la suspensión parcial del concurso.
Incluso, la agrupación
estudiantil Franja Morada (que responde a la UCR-CAMBIEMOS) participó –aunque
no inicialmente- de algunas asambleas aunque se manifestaba en contra de la
toma, cuestiones las formas y no el fondo, y se retiraba antes de las
votaciones pese al reclamo del estudiantado para que se queden y debatan. En
sí, intentaban representar -sin mandato- puntos de vista minoritarios del
conflicto, y huían ante el pánico escénico para no ser juzgadxs como traidorxs
de las autoridades.
Gandolfi se sirvió de
todo su aparato para demonizar las decisiones de lxs estudiantes tomadas en
asambleas democráticas y masivas: envió mails desde la Secretaría Académica
comunicando que no se acerquen a la facultad durante la toma, que no se iban a
dictar clases; suspendió unilateralmente las clases y mesas de examen
perjudicando a estudiantes que terminaban sus estudios; sostuvo que lxs estudiantes
que participaban de la toma “eran violentos” y que “bloqueaban las puertas”;
ordenó que lxs docentes de Arquitectura bajen línea en sus cursos.
La Asociación de Docentes de la Universidad de La Plata (ADULP) alegó en una de las asambleas celebradas en
el histórico círculo del patio de la FAU –y luego en un comunicado- que hubo no
solo un llamado antiestatutario del concurso, si no una flagrante violación a
los derechos de lxs trabajadorxs docentes –entre ellos, la estabilidad laboral-.
Por ello, decidió presentar una medida cautelar para la suspensión del concurso
“hasta tanto se resuelva la cuestión de
fondo, que es la propia legitimidad del llamado a concurso, y que está a cargo
del Juzgado Civil, Comercial y Contencioso Administrativo N° 2, Secretaría N°
6, a cargo del Juez Adolfo Ziulu”.
No es la primera vez
que las autoridades de la facultad actúan en esta dirección. Se sucedieron
situaciones similares en el marco de los concursos de otras materias como
Arquitectura e Introducción a la Materialidad, donde los ganadores ya estaban
preeestablecidos y el concurso no era más que una mera formalidad para
desplazar al pensamiento disidente.
Hay que aprovechar
esta circunstancia histórica no solo para reclamar la nulidad del concurso en
el Consejo Directivo si no para democratizar a fondo la Universidad; para
modificar el horizonte de lxs futurxs profesionales; para fomentar una arquitectura del compromiso, que problematice la
realidad, en oposición a Gandolfi y sus asociadxs (algunxs docentes y cada vez
menos estudiantes) que quieren continuar reflejando una mirada subordinada al
mercado inmobiliario, fundamental para que La Plata siga haciendo agua por
todos lados.
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