Artista:
Don Lunfardo y el Señor Otario
Álbum:
Paracaidistas en franco retroceso
Año:
2008
¡Sos un
mal viaje hacia el placer!
Sin
dudas, Paracaidistas en Franco Retroceso,
significó un quiebre en la discografía de la banda platense. Lejos de la fusión
de ritmos que había aparecido en sus dos trabajos anteriores –el Álbum Verde y Fotógrafos del abismo-, el Señor Otario se sumergió en lo más
profundo de sí mismo y halló oscuridad y psicodelia. Halló también lo que es
hasta ahora, a mi entender, el mejor disco de su carrera.
Son 15
canciones, un número para nada despreciable. Pero lejos de ser elegidas al
azar, todas ellas son guiadas por un hilo conductor que atraviesa por completo
el disco. Las máquinas utilizadas y los diversos sonidos que se escuchan al
finalizar cada track, enlazan todas las canciones. El clima es tétrico y por
momentos también futurista. Una mezcla exquisita entre El último bondi a Finisterre de Los Redondos, y la novela de George
Orwell 1984. Además de una obvia
influencia de ciertas bandas extranjeras, como Radiohead.
“Nada
maldra sal” es la canción que abre la obra, y anticipa un poco de qué trata
esta nueva apuesta de Don Lunfardo. Una orquesta sinfónica al comienzo abre
paso a unos golpes de batería, seguido inmediatamente por un furioso riff de la
guitarra de Marcos Tradatti. La voz de Luciano Angeleri, conocido como el
Chino, encuentra tal vez su mejor expresión: cruda y arenosa, casi al borde de
molestar al oído imprevisto, pero que se ensambla con las canciones a la
perfección.
Siguen
“Cicuta” y “Paolo Marqueni”. La primera baja el tiempo, pero no la intensidad.
Nuevamente la guitarra de Tradatti marca el desarrollo de la canción, y se
suman los coros de Martín Marroco –ex bajista de la banda- que acentúan el
estribillo. La segunda es un rock al palo, cuatro minutos de pogo. Una canción
aparentemente dedicada al ex-Beatle Paul McCartney, y donde el Chino arroja una
de las frases que se convertirá en bandera, y también en el título de esta
nota: sos un mal viaje hacia el placer.
El arpegio de una guitarra limpia, casi acústica, da
inicio a “Canción Paracaídas”. Lenta y densa, pareciera que la canción por
momentos se arrastrara. ¿La mejor canción del disco? Afirmarlo es un poco
arriesgado, pero es verdad que condensa muchas de las sensaciones que
atraviesan la obra: la soledad, la paranoia, la oscuridad, la desesperación.
Poco recomendable para escucharla en solitario de madrugada si estás poseído
por la depresión.
Desde el título, “Gobernar es el delito” nos marca
una postura respecto al gatillo fácil. La garganta del Chino escupe con
violencia: “Sangre de pungas, de tumba y mamas que
beatifican el si robarás. Naturaleza y criminalizar”. Sigue “Cosmonautas”, una canción de
amor… O tal vez de desamor. “Nadie sale
ileso de esas piernas” se escucha por ahí, como un lamento nostálgico y
desgarrador.
Las
críticas sociales tampoco se quedan afuera. Si bien la escritura del Chino se
ha vuelto más críptica, aún deja vislumbrar una serie de letras irónicas que
golpean directamente al típico personaje de la clase media. Ante ese discurso
que afirma que hay que matarlos a todos, principalmente a los negros y a los
pobres, en “Negros” –valga la redundancia- el mensaje es contundente: “¡Negra la sangre de la locura, negra la
tinta de la ficción, negro es el barro que envuelve al barrio, negro es el
ritmo de la rebelión!”.
“Cancer
Strike”, “Vivir”, “Caracol”, “Futbol Inc”, grandes canciones que complementan y
cierran el disco. ¿Cómo se logra esto? Bueno, cuatro días en El Cielito Records
bajo la influencia del ácido y otras sustancias, para grabar el disco pueden
ayudar. Pero sin dudas se debe a una evolución y crecimiento de la banda. Ya
casi instalados como un mito en las diagonales, Don Lunfardo se encuentra, con
este disco, en el mejor momento de su historia. Ahora mismo debe ser la eternidad.
Por: Sebastián Bertelli
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