jueves, 19 de diciembre de 2013

¡POCHO VIVE!

 Aunque sean pequeñas, gracias a la unión, todas juntas se convierten en camión



En la historia reciente de la Argentina, la crisis del 2001 fue uno de los sucesos que caló hondo en la historia nacional; atravesó todas las clases; marcó los calendarios y la memoria como una fecha clave; se cobró vidas, generó resistencias, más lucha y organización ante un estado sociopolítico y económico que no daba para más.

En este marco, de aquel caluroso y agitado diciembre, de saqueos y revueltas populares, lxs uniformadxs tuvieron vía libre una vez más para disparar y matar con total impunidad. Esta vez, la bala alcanzó al militante social Claudio “Pocho” Lepratti, popularmente conocido como el “Ángel de la bicicleta”.

Ante la balacera de aquel 19 de diciembre, se subió al techo de la escuela en la que trabajaba cocinado para lxs chicxs de un barrio periférico de la ciudad de Rosario, gritando: “¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!” Y fue ahí donde encontró la muerte, de la mano de balas miserables, balas canallas, balas asesinas. Bala que lo mató de un tiro en la garganta, tan simbólica, tan letal.

Su militancia, su esmero y dedicación lo convirtieron en un referente, en uno de los tantos héroes anónimos, mártires de la historia. Recorría la ciudad de punta a punta en su bicicleta, con una mochila cargada de folletos con consignas, alimentos por si había que improvisar un guiso, el mate, y sueños por supuesto.
Su lógica de acción era la de una hormiga, con el objetivo de formar un ejército de hormigas que trabajasen comunitariamente para hacerle frente a los “hormiguicidas” que sostienen este sistema de desigualdades, de violencia y hambre.

Soñaba otro mundo, y con su labor de hormiga obrera lo iba construyendo surcando caminos, formando puentes, generando organización, unión, cooperativismo, con la convicción de que sí se puede y se debe construir otra realidad, otro mundo, “un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos”.


A pesar de su muerte, y del dolor que genera la pérdida de un referente,  su ejemplo de hormiga hoy vive en todxs lxs que luchan. Su bicicleta, su trabajo de hormiga, sus jóvenes 35 años… son el motor. Canciones, murales, bibliotecas populares, comedores, y demás tipos de organizaciones que hoy llevan su nombre continúan impulsando su lucha, reviviendo y resistiendo el sentido ¡Pocho Vive!

TEXTO: Guillermina Aguirre

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