lunes, 4 de febrero de 2013

Soja ¿Oro Verde?



"Las empresas que contaminan en America Latina se fundamentan en el respeto a la ley de cada país. Pero ocurre que la ley de cada país rinde tributo a la ley universal de la ganancia. Esa ley que impunemente reina, rige la lógica económica del Banco Mundial, condena a la naturaleza, y a la dignidad humana."
Eduardo Galeano



Criticar hoy al modelo sojero parecería caer en un absurdo, teniendo en cuenta que es la piedra angular de la economía Argentina. Sin embargo, la sustentabilidad de este modelo oculta una realidad que no se quiere ver ni contar.


Otro Viento



  La llegada de la soja a nuestro país no tuvo mucho impacto hasta la década del 70, donde se registró una producción tope de un millón y medio de toneladas, representando el dos por ciento en la cosecha mundial. Aunque el salto definitivo se da en la década del 90, donde el Estado dejó de regular la economía y las grandes corporaciones, fomentadas por las políticas neoliberales del momento, comenzaron a actuar con una mayor libertad en todos los rubros, y el sector agrícola no fue la excepción.

En consecuencia  impusieron sus reglas de juego, focalizándose por completo en los mercados externos. Es así que, el 25 de marzo de 1996 se aprueba el expediente, firmado por el entonces Secretario de Agricultura Felipe Solá, donde se autoriza la producción y comercialización de la soja transgénica, patentadas por la multinacional Monsanto, sin ningún tipo de estudio ambiental previo.

  La particularidad de la soja trangénica es que la misma es modificada a través de la ingeniería genética. Esta modificación tiene el objetivo de otorgarle resistencia a un herbicida o agrotóxico llamado GLIFOSATO, comercializado con el nombre de ROUNDUP. El glifosato es un veneno que mata todo tipo de especies, aunque algunas son resistentes por naturaleza. Los ingenieros lograron aislar ese gen de las especies que eran resistentes e insertarlo en la soja, de manera que cuando se esparce el veneno en la cosecha, lo único que queda vivo es la soja modificada (soja transgenica), facilitando el control de la maleza en el cultivo.

 Monsanto patentó este herbicida llamado roundup y, en un principio, afirmaba que el mismo era inocuo y biodegradable. Tras el análisis del herbicida se descubrió lo contrario y dejó en evidencia que la multinacional mentía, por ende fue condenada por falsas publicidades y el concepto de biodegradable tuvo que ser removido de sus envases. Lo cierto es que el glifosato es altamente tóxico y provoca una  división de células, que es inestable en lo que tiene que ver con la genética , provocando las primeras etapas de un cáncer. Esto representa solo un arista más en la oscura historia de la multinacional, que no siempre se ha dedicado a los agronegocios. Durante el Siglo XX Monsanto adquirió una empresa química productora del PCB, elemento utilizado en los transformadores eléctricos, prohibido a partir de la década del 70 por sus efectos nocivos en la salud y el medio ambiente. De igual forma proveyó al ejército de EEUU en la guerra de Vietnam del químico Agente naranja, un herbicida usado con la intención de arrasar la selva vietnamita.

 Hoy en día Argentina es el primer exportador mundial de productos procesados tanto aceites como harinas y es  el tercer exportador de granos en el mundo ,superado por EEUU y Brasil. La cantidad de hectáreas destinadas a la producción sojera constituye más del cincuenta por ciento del terreno que se deriva a la producción de granos en nuestro país. De todas formas, casi la totalidad de la producción de soja es transgénica y su destino es de exportación. La mayor parte de estas exportaciones son harinas y otros subproductos derivados, destinados fundamentalmente al consumo del ganado de los países europeos, dado que la soja se ha transformado en uno de los alimentos balanceados más rentables para alimentar animales del viejo continente.

 Los aspectos positivos del modelo como la inversión tecnología, el aumento de producción,  el superávit de la balanza comercial y fiscal, y una agricultura que se supone  sustentable, no tienen ninguna comparación con los aspectos negativos que acarrea la situación de los agronegocios en Argentina. La vulnerabilidad de la economía al encaminarse hacia un modelo de monocultivo provoca el agotamiento del suelo y la disminución de nutrientes del mismo (comparándolo con un modelo de rotación de cultivos que sería mejor), sumado al hecho de que se observa un éxodo de los sectores rurales por consecuencia del abandono de la chacra mixta por la siembra directa, el desplazamiento hacia nuevos y cada vez menos campos de la actividad ganadera (y consecuentemente la pérdida de cabezas de ganado), la incidencia en el alza de productos como el tomate y la papa (dada la menor producción de los mismos); y la expulsión de campesinos que se dedican a otras actividades no relacionadas con la soja, como por ejemplo, los algodoneros.

    Esta realidad acrecienta un modelo que deja entre ver como incide el capitalismo en el agro, armando un modelo que atenta contra la vida. El glifosato es un VENENO que se arroja sin ningún control y sin tener en cuenta las consecuencias en la salud, sobre todo de pobladores aledaños a las cosechas que manifiestan día a día patologías que van desde tumores hasta malformaciones en animales y niños; y así comunidades campesinas y pueblos indígenas luchan contra la arrasadora acción de las empresas que buscan extender su producción sin tener ningún tipo de valor por la vida y la dignidad humana, que cuentan con matones y sicarios que se encargan de eliminar al campesinado. Las muertes se acrecientan, los últimos casos sufridos por este fenómeno son el de Miguel Galván y Cristian Ferreyra (militantes del Mocase-VC). Los movimientos  campesinos como el  Movimiento Campesino de Liberación, Frente Nacional Campesino, Mesa Provincial de Organizaciones de Productores de Buenos Aires y el Movimiento Nacional Indígena, donde Mocase-VC (Movimiento campesino Santiago del Estero - Vía Campesino)  es una organización de base, defienden su tierra y están peleando por una Ley Contra los Desalojos de campesinos que impida la inminente expansión de empresas como Monsanto.

    El gobierno hace oídos sordos y el conflicto se expande por el Buenos aires, Santa Fé ,La Rioja , Córdoba, Tucuman, Chaco ,Jujuy y Salta. Los agronegocios avanzan contra los reales pobladores de la tierra, que luchan por trabajar y vivir de ella. Pero nadie quiere escuchar ni ver esta realidad, los medios esconden este grito desesperado que busca detener un modelo que beneficia a unos pocos y que ha transformado a nuestro país en algo que hace unos años era impensable, un país que históricamente fue considerado el granero del mundo, hoy vive dependiendo de un cultivo impuesto por un imperio de empresas agroindustriales, que una vez terminado el negocio, se irán, dejando nuestra tierras inservibles y agotadas, llenas de veneno y sangre.

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