viernes, 28 de diciembre de 2012

“Lo que queríamos con la Cofradía de la Flor Solar era que el mundo no nos cambiara”


Rocambole Otro Viento

Ricardo Cohen, mejor conocido como Rocambole, es uno de los pocos artistas que ha logrado sobrepasar las fronteras de su disciplina. Supo darle imagen a la música de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y hoy sus dibujos se encuentran en tatuajes, banderas y murales. En esta entrevista con Otro Viento habla de su historia personal, sus primeros trabajos y de su función actual como Pro-Secretario de Cultura.



 ¿Cuándo empezaste a dibujar?

- Siempre que doy clases o cuando doy charlas lo que planteo es que todos los seres humanos empiezan a dibujar a los 2 años. Aprenden tres cosas: caminar, hablar y dibujar. Caminar y hablar son muy importantes, ahora dibujar, no se por qué, también se aprende a la misma edad. Es algo netamente humano. Así que yo empecé también a esa misma edad. Lo que pasa es que hay algunos que siguen y otros que no.
Pienso que la educación tiene algo que ver, porque no estimula demasiado la inteligencia visual. Porque la inteligencia está formada por una cantidad de elementos. Hay inteligencia práctica, inteligencia científica, inteligencia motriz. Entonces hay una parte de la inteligencia, que tiene que ver con las artes en general, como la música, la danza, las artes plásticas, incluso te diría que la poesía, que no se estimula. Se enseña matemática pero no poesía. Nadie va a repetir el grado porque ande mal en música o en dibujo. Son como recreos. No hay una intención seria.
Probablemente el mundo en el que vivimos es un mundo donde se estimulan otras cosas para vivir. Se estimula el cálculo porque así no te joden, no te cagan con el vuelto, o para que te puedas dedicar a los negocios. Tiene que ver con el dinero. Por ahí te estimulan aprender a leer o a escribir bien, y no la poesía, porque la poesía no te sirve. O te sirve a lo mejor para leer los carteles para que te vendan cosas.
Se estimulan situaciones específicas de la inteligencia que tienen que ver con la inserción en el mundo. Si el sistema mundial es capitalista, lógicamente que te van a educar para vivir en ese mundo.

¿Cuáles fueron las primeras tapas de discos que te llamaron la atención?

- De las primeras que me acuerdo fueron las de los discos de jazz, en la década del ´50. Los tipos que editaban los discos de jazz, que eran gente de raza negra, proponían la música de jazz también cultivada por negros más que por blancos, buscaban buenos fotógrafos. Se que buscaron a los más grandes fotógrafos que había en ese momento para hacer las tapas.

 ¿Y en cuánto a las tapas de los álbunes de rock nacional?

- La primera tapa de Almendra era una tapa rara, muy interesante, de un dibujo que hizo Luis. La tapa de Manal era muy fea, la de Vox Dei más o menos.
Yo creo que la mejor era la de la Cofradía de la Flor Solar. El frente lo había hecho Cubero Díaz, y yo hice más la parte de diseño tipográfico.

 ¿En ese momento comenzaste a proponer al dibujo como complemento de la música?

- No, la idea venía de mucho antes. En algún momento, en charlas estudiantiles o intelectuales, nos proponíamos trabajar en hechos artísticos y pensábamos en trabajar en una obra de arte total. La combinación de diversas disciplinas unidas.
En general en la Facultad de Bellas Artes (UNLP), como ahora, había muchas carreras. Entonces esa convivencia entre todas las disciplinas artísticas hacía que uno pensara en una obra de arte total. Que no era un invento nuestro tampoco, es una cosa que siempre pensaron muchos artistas.

 ¿Alguna vez pensaste que la Cofradía iba a tomar la dimensión que tiene hoy?

- La Cofradía tiene hoy más fama que en esa época. Iban a vernos unas 20 personas. Hoy día encontras que casi todo el mundo la vio (risas).
Cuando estás metido en algún baile no pensas que va a ser una gran cosa. Estás metido en un baile que no sabes dónde va a parar.
Nos decían por ejemplo “ustedes quieren cambiar el mundo” pero en general lo que queríamos hacer es que el mundo no nos cambiara totalmente. Lo que tratábamos de hacer en ese momento era mantener cosas vivas, como el trabajo artístico, la búsqueda de una sociedad justa, o cosas por el estilo.

Tu seudónimo, Rocambole, se debe al personaje de una novela francesa…

- Como ya estoy aburrido de contar esa anécdota, ahora digo que “rocambole” en realidad es un arrollado de dulce de leche hecho en Brasil. Si vos vas y pedís rocambole en Brasil te dan un arrollado.
Más o menos, para fines de la década del ´70, que me fui a Brasil por razones saludables, empecé a firmar como Rocambole. Allá estaba trabajando en una especie de estudio de diseño, y me encargaron hacer unas historietas, y como yo veía que los historietistas, o los humoristas siempre firmaban con un seudónimo, dije “bueno yo me voy a poner un seudónimo también”.Y me acordé de Rocambole, por el personaje, pero justamente ahí en Brasil. Así que debe ser porque ahí es común la palabra. Y como también sonaba a rock, y a mi me gustaba el rock, me puse Rocambole.

- ¿Tomaste conciencia en ese momento que toda tu obra después iba a estar identificada con ese seudónimo?

- No. En realidad yo elegí el seudónimo para firmar mis obras de “cultura popular”. Ahora, para el arte serio, pensaba firmar de otra manera. Pero después abandoné la idea de separar artes. Reflexione acerca de que la diferencia entre alta y baja cultura es un asunto del liberalismo de fines de siglo XIX, donde de repente para ir a la ópera estaba la platea para los aristócratas, y el pueblo si quería ver ópera tenía que ir por una escalera especial donde no se tocaba para nada con la gente que estaba en la platea, ni siquiera cuando salían al intervalo. Fijate que está construido así el Coliseo Podestá de La Plata.
Esa división entre alta y baja cultura no me cabe. Me parece que el cine, las historietas, los folletines, entraban perfectamente en la categoría de arte. Sobre todo cuando encontrabas verdaderas obras de arte en historietas que por ahí tenían mucho que enseñar a artistas que colgaban cuadros en algunas galerías.

 Alguna vez dijiste en una entrevista que el rock nacional en gran medida nace gracias a Palito Ortega…

- (Risas) Es un chascarrillo que dije, pero tiene su cuota de verdad. Porque en esa época que discutíamos acaloradamente acerca del arte, de la poesía, veíamos que la música que proponían para los jóvenes, que pasa hoy día también, era una música banal. Se inventaban los grupos, se buscaban tres o cuatro con cierta carita y los proponían como los ídolos de la juventud.
Y uno se ponía furioso, porque yo también era joven y decía “¿así nos ven los grandes? ¿este es el modelo que nos proponen?”. Yen ese modelo estaba Palito Ortega, Violeta Rivas, Johny Tedesco… Y la gente se lo comía a eso, prendía la televisión y pensaba que esa era la música de los jóvenes. Y a nosotros nos agarraba una furia.
Entonces veíamos a Palito Ortega y pensábamos “hay que hacer algo para contrarrestar esto” (risas).

 Si te tuvieras que quedar con una tapa de Los Redondos, ¿cuál elegirías?

- Viste que cuando le preguntan a los artistas cuál es su mejor obra te dicen la última, o te dicen todas. Que es cierto, porque si uno ha laburado una cosa, la termino y la firmo es porque le gusto. Claro, después decís “en base a lo que hice antes, ahora voy a hacer esto, y lo voy a hacer mejor”. Entonces decís siempre “la última es la mejor”.
Lo que contesto siempre es que hay obras en las cuales uno por ahí la pego. O sea, trabajando lo mismo, hubo una mejor recibida. El caso del segundo disco de Los Redondos fue la mejor recibida. Se adoptaron las imágenes y se las puso en todas partes. Es como que esas imágenes adquirieron vida propia. Ya a esta altura es como que si quiero hacer una de esas tengo que copiarla, porque ya no me sale.

- Podríamos decir que de alguna manera la música también le dio un impulso especial a tu arte

- Yo siempre pensé “que vivo, si uno hace los dibujos de las tapas de Los Redondos es lógico que se difundan” (risas). Y por el otro lado pienso, qué hubiera pasado si hubieran difundido otras imágenes. Pero eso ya no lo puedo saber.
El indio ha intentado que las imágenes que él pone en los recitales tengan pregnancia. Pero vos vas a los recitales de él, y todos tienen camisetas de los redondos.

 ¿Cómo ves al hoy al rock platense?

- El rock platense es muy vital. Hay bandas muy buenas que han ido escalando, de manera que hoy día son reconocidas. Es como que La Plata se ha impuesto como un territorio muy creativo dentro de la escena del rock.

¿Alguna banda en particular?

- Yo me acuerdo por ejemplo una vez que me llamaron de un bar, El Viejo Boulevard del Sol, que se iba a organizar un festival, donde yo estaba de jurado. Ahí le dimos el premio a Peligrosos Gorriones y a Peregrinos, que después iba a ser Estelares.
Después también he escuchado Don Lunfardo, Monstruo también veo que tiene una estética. Y después mucho no conozco de nombre, pero se que hay bandas buenísimas que las escucho por Radio Universidad.
El rock platense me parece mucho más alentador que la escena nacional. O por lo menos yo no conozco ninguna banda que me llame la atención. En general están repitiendo esquemas. Me pongo a pensar y no te puedo nombrar una banda que me interese de esa manera a nivel nacional.

 Actualmente, ¿en qué estás trabajando?

- Estoy haciendo unos trabajos tranquilos, con músicos amigos que a veces se acercan. Laburo seguido con Skay Beilinson, todas las tapas de sus CDs las hice yo. Y con algunos otros amigos que no son tan difundidos,  o también músicos de jazz, como Manuel Ochoa.

 En tu rol como Pro-Secretario de Cultura General, ¿cuál fue o fueron los objetivos que te propusiste alcanzar? 

- El objetivo básico fue visibilizar todo intento cultural joven. Yo he visto siempre que las secretarías o entidades de cultura organizaban situaciones de arte o de cultura para cosas ya consagradas. Entonces me preguntaba: “¿Cómo hace alguien para empezar? ¿Tiene que hacerse famoso primero?”.
Por eso procuro crear espacios para que jóvenes, artistas, o lo que fuere que tengan que ver con lo popular, puedan expresarse.
Porque la cultura municipal qué hace, pone en la Plaza Moreno un espectáculo dándole más gas a los que ya tienen todo, incluso gastando fortunas. Yo en la misma situación también gastaría fortunas, pero en las bandas de La Plata. Les pondría un súper escenario, un súper sonido, y algunas sonarían igual o mejor que esas bandas a las que hay que pagarles, haciéndoles el caldo a los promotores. Es una industria como tantas otras donde los que se quedan con lo grueso son los organizadores.
Con ese espíritu trabajo en la pro secretaría. Uno se imagina que una pro secretaría de cultura de la Universidad es sólo promover que toque el coro universitario, o que toque el cuarteto de cuerdas. Yo estoy tratando de hacer otra cosa. Estoy promoviendo mucho la Casa de la Cultura de la Universidad que esta en 45 entre 6 y 7, donde casi todos los meses se han hecho propuestas de arte contemporáneo con gente que está estudiando. Ha habido música electrónica, proyecciones, mapping. Artes de las más bizarras también.  Esa es mi propuesta básica.

¿Sentís que tu obra ya ha pasado a ser trascendental en el sentido de que cualquiera que este relacionado con el arte la puede tomar como un disparador?

- En ese sentido, siempre digo que no se hasta dónde puede llegar el asunto porque todavía existe esa división entre el arte institucional y el arte popular. Yo creo que lo que he hecho se mueve más bien en esas fronteras del arte popular.
Los referentes de las artes plásticas a mi nunca me dieron bola. Los de las galerías, los que los llaman de instituciones para exponer sus obras, son otros.
Espero por lo menos haber contribuido a que se le de más importancia a los diseñadores en ciertos aspectos en los que no se los tenía en cuenta, por ejemplo las tapas de discos. Por lo menos un granito de arena se puso para que de repente los músicos se ocupen de buscarse un diseñador.

Rocambole Otro Viento

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