viernes, 26 de septiembre de 2014

De este sí, de este no, de este trabajo me encargo yo


Las mujeres han trabajado desde siempre. A lo largo de toda la historia han sido un pilar indispensable para el desarrollo de pueblos y familias. Sin  embargo este aporte muchas veces se minimiza hasta el punto de permanecer oculto para la sociedad. Hasta el punto de no considerarlo un “trabajo” para pasar a considerarlo una obligación.



Desde el origen de la humanidad hasta hoy día ha existido lo que se llama una división sexual del trabajo, arraigada a fenómenos sociales y culturales que atraviesan por completo a la sociedad, que asigna roles y funciones a las personas, en función de su género.

De esta forma, la distribución del trabajo entre hombres y mujeres se basa en preconceptos que están en función de características intrínsecas  de cada sexo, tomando a la mujer como el ser ideal para cumplir las tareas hogareñas y cuidar de los hijxs, y al hombre como el individuo apto para el trabajo y para forjar las relaciones fuera del hogar, ubicándolo en un ámbito público-productivo.


Las tareas domésticas, entre las cuales encontramos el limpiar, planchar, lavar, cuidar a los hijxs, no son consideradas trabajo. Con el tiempo, el hecho de que se reconozca que con la realización de dichas tareas se estaban cubriendo necesidades materiales básicas, se las comenzó a considerar trabajo no remunerado. Lamentablemente, este cambio de título no implicó la descreencia de que únicamente es la mujer la que debe realizarlas.

La descolonización de lo que nos enseñan, de querer una “señorita que sepa tejer, que sepa bordar, y que sepa abrir la puerta cuando su pareja llega de trabajar”  es algo con lo que se viene peleando día a día, pero en cada batalla que se cree conquistada existen trabas burocráticas de las que no nos percatamos.La creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral no es suficiente para que se produzca la incorporación de los hombres al trabajo doméstico y eso desemboca en un grave problema para la calidad de la vida de las mujeres, las cuales terminan soportando una carga laboral doble, dado que el “nuevo” trabajo se suma a lastareas domésticas.
En busca de un nuevo patriarcado.

El camino hacia la distribución más equitativa de oportunidades para ambos géneros en el mundo laboral se enfrenta con estas tareas asignadas por “designio divino” a las mujeres, impidiendo que se demuestre el potencial y la aptitud que tienen para ocupar cualquier puesto de trabajo.Existeninnumerablesempresas nacionales e internacionales, así como puestos políticos e incluso los trabajos menos pensados, donde se realizan divisiones sexistas y excesivas.
Hoy en día, empresas no toman como empleadas a las mujeres  por el simple hecho de que en un momento quizás “planeen” reproducirse y eso les implica un cese de actividad laboral con paga incluida. Más de alguna mujer debe haber escuchado en entrevistas laborales  las preguntas: ¿Estás en pareja? ¿Piensan tener hijxs? Acaso, ¿estar en pareja modifica el rendimiento laboral? ¿O es la posibilidad de quedar embarazada lo que en verdad “molesta”? La aparición de leyes que regulen la licencia por paternidad, podrían compensar en parte esta situación.

Entrando al mundo de los oficios,se presenta la sensación de que simplemente por su condición de mujer no es capaz de llevar adelante ciertas actividades. Si no lo existiera, ¿Por qué nos sorprende ver a una mujer presidente, a una mujer taxista, o a una que quizásesté al frente de una empresa? Existe una crisis de igualdad que amenaza especialmente a las mujeres y muchas de las consecuencias de esa crisis impactan en el conjunto de la sociedad.
Los datos concretos, nos muestran la cruda realidad. Según la encuesta permanente de hogares (EPH) realizada por el INDEC, para el año 2010, del total de hombres en edad de trabajar, contaban con un trabajo registrado el 74,2 %, mientras que para las mujeres ese porcentaje desciende a 50,2 %. La brecha calculada indica que las mujeres participan un 30% en la actividad económica en general.

Los tiempos van avanzando. Las sociedades cambian. Y con los cambios, nuevas problemáticas. A paso lento, pero la mujer desde mediados del siglo XX se abre paso porel ámbito laboral. Entonces se abre el interrogante: ¿a qué puestos acceden y en qué condiciones? Según un estudio[1] que data del año 2009, en el sector privado argentino, solo son ocupados por mujeres el 4,1% de los puestos directivos (los más altos en la jerarquía).
La teoría del techo de cristal es la que nos intenta explicar este fenómeno. El techo de cristal hace referencia a que el ascenso de las mujeres en el mundo laboral está limitado por su condición de género. Aunque pareciera que nadie lo ve, los datos concretos nuevamente traen aparejada la discriminación indirecta que sufren las mujeres en sus trabajos.

El techo que no se ve

Estamos en un periodo en el cual se está desarrollando un nuevo tipo de patriarcado en el cual las mujeres no son solo amas de casa, aunque las estructuras y valores sociales y culturales aun no puedan ser cambiados. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la sociedad que se intenta idealizar, no es aquella en la cual se reemplace al hombre por la mujer, sino aquella en la cual se pueda incluir a ambos. Hay que tener en cuenta que los hombres también se encuentran sumergidos en el mundo capitalista y que su explotación es moneda corriente.

Si se decide, simplemente lograr una igualdad de oportunidades, estamos diciendo que queremos tener la misma explotación que sufren ellos. Hay que aspirar a una transformación del modelo entero.La lucha contra el patriarcado, debe buscar también la lucha contra el modelo capitalista.

Quizás lo más llamativo de toda esta cuestión, es que las propias mujeres han incorporado tales prejuicios y estereotipos de género, haciéndolos parte de su discurso como si fuera resultado de una elección propia.Se cree que es lógico que haya trabajos específicamente masculinos y que entre los obstáculos para ocupar un puesto de trabajo se encuentre la noción de que nos impediría desarrollar una vida familiar. Para desnaturalizar esto, es necesario que desde la propia subjetividad femenina se pongan en marcha juicios críticos a estos estereotipos, dejar de minimizarse por los modos patriarcales y pensar en el desarrollo de carreras laborales femeninas con criterio masculino.

Juana de Arco, jefa del ejercito; María Curie, pionera en el estudio de la radiactividad; Dolores Ibárruri, política, famosa por su frase "¡No pasarán!"; Eva Perón, política e incansable luchadora de los derechos de la mujer. Diferentes mujeres que sin embargo tenían algo en común, rompieron con los preconceptos de las sociedades en las que nacieron, donde se esperaba que estuvieran limpiando sus hogares.

Pueden ser lo que desean, nuestra hermana, nuestra amiga, la que nos apañe, jefa de hogar, la que organice la economía de nuestra familia, una empleada o intelectual. Pero no queremos que sean las que obedezcan, las que caminen detrás de los hombres sintiéndose humilladas o silenciadas. Queremos que sepan tejer, que sepan bordar y que puedan abrir la puerta para ir a luchar.

Por Martin NicolasSotiru y SofiaToccalino
Ilustración: Giya Zabalza



[1] Women on Boards: A statistical review by Country, Region, Sector and Market Index,   Gobernance Metrics International, Marzo 2009.

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