lunes, 16 de junio de 2014

29A ¿Sin espacio no hay movimiento?

El 29 de abril del corriente año, después de un siglo de necesidades postergadas, entró al Congreso de la Nación el proyecto de Ley Nacional de Danza. Todos los trabajadores de la danza, en distintas partes del país, llevamos nuestro movimiento a espacios públicos para apoyar la ley, en vísperas de una respuesta esperanzadora y positiva. Es paradójico que el arte del movimiento, el arte más primitivo del ser humano, no tenga su lugar, su semillero, su nido, pero aun así, seguimos moviéndonos para conseguir nuestro ESPACIO.



En el marco de querer escapar a la resignación, al sentimiento de hartazgo, y a las voces -ya trilladas- sobre el funcionamiento del arte en la Argentina, surge en el año 2008 un grupo formado por trabajadores de la danza, que posteriormente se convierten en Movimiento por la Ley Nacional de Danza como un colectivo federal de la sociedad civil, con las gestiones activas y comprometidas de docentes, coreógrafos, bailarines, investigadores, críticos y productores. Estamos en un proceso único en la historia de la danza. Nunca había sucedido manifestación semejante a nivel nacional.

            En el fundamento de la Ley encontramos el siguiente postulado: "La danza, en sus diversos géneros y manifestaciones, por su valor social y por constituir un factor esencial en el desarrollo de la cultura al ser creadora de valor simbólico, será objeto de promoción, estímulo y apoyo del Estado”.

En este marco, uno de los principales puntos de dicha Ley, es la creación del Instituto Nacional de Danza (I.N.D),como ente autárquico que, además de administrar los subsidios por parte del Estado, cuente con un archivo y un Observatorio de Danza; un proyecto similar al que tienen la música y el teatro. El Instituto se encargará de desarrollar las políticas estratégicas para la danza. Es fundamental resaltar el hecho de que se trate de un ente autárquico, ya que si bien es un organismo del Estado, se caracteriza por la autoadministración, dispone de independencia presupuestaria, puede elegir sus propias autoridades, admisnitra sus propios recursos y elegir su línea de acción.

 A su vez, se crearán circuitos provinciales, regionales y nacionales de intercambio de información de cualquier índole dentro del Arte de la Danza, ya sean seminarios, talleres, espectáculos, entre otros. Los subsidios servirán de apoyo financiero para la creación y producción de danza "no oficial", salas “no oficiales”, investigación teórica, técnica y artística.

En la Ley se contempla la división de seis regiones culturales, para atender las dinámicas de cada lugar, y con ellas la distribución de circuitos culturales y subsidios correspondientes a cada zona antes mencionados. Además de un canal televisivo para el I.N.D, y la promoción en los medios estatales. Esta necesidad de difusión, promoción  y atención a la danza, es consecuencia de la desvalorización y desprotección a la que se encuentra expuesta en el marco legal y social, desde sus comienzos como arte autónoma. Entonces, sucede otra cuestión paradójica, y es que los títulos otorgados por escuelas e institutos universitarios estatales, no tienen un soporte por parte del Estado.

            Como sociedad estamos maleducados culturalmente. Y esto tiene que ver con el famoso: el arte "no garpa". No se trata de querer mercantilizar el arte. Se trata de que el artista también necesita comer, y poder sobrevivir en el mundo del capital. Desde esta base, otro eje transversal en la Ley es lograr la educación, o re-educación social, para que todo artista de la Danza, obtenga reconocimiento como trabajadores por parte del Estado y por parte de la sociedad. Esto significa básicamente necesidad de valor social, y protección legal.
           
No existe ninguna legislación que ampare a los trabajadores de la Danza (porque no se los considera como tales, reincido) ni que garantice una política estratégica para esta actividad. Necesitamos, de manera urgente, que el Estado nos reconozca como trabajadores, para así poder obtener los beneficios básicos que tiene cualquier otro trabajador. Por todo ello: ¿Cómo justificamos esta petición?

Demos un paso más: la danza es la única expresión comprensible a todos los idiomas y es una manifestación de nuestra cultura, la cual no tiene un marco legal. Las pocas compañías oficiales que existen en nuestro país como el Ballet Clásico del Teatro Argentino de La Plata, o el Ballet Clásico del Teatro Colón, Ballet Nacional, Compañía del Teatro San Martin; son el orgullo de un sin fin de bailarines que trabajan en lo que se conoce como "danza independiente", "danza under" o "danza no oficial" sin ser reconocidos y donde la mayoría cobramos por un sistema de puntaje que funciona a cooperativa, que ésta a su vez depende del borderaux, es decir, en resumidas cuentas, del público.
Ya que como sociedad no estamos educados para consumir arte, ese porcentaje del borderaux repartido a cada bailarín, coreógrafo, técnico, sala de teatro, utilería, entre otras cuestiones, está cada vez más disminuido. Incluso, debemos abaratar cada vez más el valor de las entradas para acceder a ver las obras, a fin de poder llenar la sala, en una relación desproporcional con lo que es el aumento de la inflación.

Algo semejante ocurre con el arte en general cuando se lleva a la calle, por ejemplo, en los subtes en Capital Federal, lugar de paso, entre tanto torbellino de gente, empujones. Uno pasa por ahí y mira alrededoe; hay una vida paralela en el subsuelo. Está buenísimo llevar el arte a espacios públicos, que el arte sea una herramienta popular, pero me desilusiona pensar que esa no es la finalidad de la jornada -generalmente- sino que es una de las pocas vías -si no es la única- para promocionar y hacer crecer el producto artístico que se genera. Y sólo si te tocó un día de suerte, se llena la gorra que pasas para que la voluntad de la gente te ayude. Y sólo si tenes un día de suerte se llena la sala de un teatro independiente.

Repito, no se busca mercantilizar a la danza, ni al arte en general, se trata justamente de tener un soporte legal por parte del Estado, para poder acceder a los beneficios que tiene cualquier otro trabajador, como obra social, jubilación, sección en el monotributo.
           
Hace menos de un siglo, que la danza atraviesa un cambio de paradigma fundamental en su historia. Con el bailarín y compositor Merce Cunningham, comienza una nueva etapa, donde este arte va a ir desarrollando su autonomía como tal, con la danza contemporánea. Sucedió entonces, la delimitación de los fundamentos de ésta como Arte, el lenguaje codificado en el movimiento.

 No se trata de escrituras y pentagramas, ni de escalas de colores, ni líneas de lápiz y pincelado; ni de temperamento de la voz y carácter actoral. Se trata de elementos del movimiento, que codificarán el mensaje. El estudio de estos elementos del movimiento, como lo son los tiempos corporales, el espacio kinestésico y espacio total, las calidades de movimiento, los niveles, y las dinámicas que dan como resultado al movimiento como lenguaje, el movimiento como arte, la danza.

La Danza es un Arte autónomo. Esto significa que no necesita de nada más que de su fuerte que es el MOVIMIENTO. No precisa al gesto, ni a la actuación, tampoco a la música, pintura, ni de ningún otro arte. Éstas se vuelven herramientas, recursos para la obra de arte. Lo que sí necesita, necesitamos como trabajadores, es reconocimiento a nivel social y legal. Mientras tanto, seguimos generando espacio, haciendo lo que mejor sabemos hacer, ¡moviéndonos!

Ilustración: Male Vilches
Por: Flor Gez

Hizo la carrera de danza contemporánea en la Escuela de danzas clásicas de La Plata, tomó clases en el IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte) y también estudió composición coreográfica. En la actualidad baila en la compañía CIPAE en La Plata y en un grupo independiente llamado Novena Plaga. El pasado 29 de abril participó en la marcha pacífica que se realizó en Plaza Moreno dando clases gratis en apoyo al proyecto de Ley.

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