miércoles, 30 de octubre de 2013

Diego Maradona: el héroe vuelto villano



“Yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas… Al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria”.
Me van a tener que disculpar - Eduardo Sacheri





“Responderle a un enfermo, porque Diego lo está, es jugar con ventaja. Pero él habló de matar a un hijo y creo que él viene matando hijos hace tiempo. No sólo a los que no reconoce sino también a sus hijas, que se avergüenzan de las condiciones en que sale a hablar, donde no se le entiende y demuestra que tiene menos neuronas, lo que consigue la droga". Así se refería el periodista de espectáculos Luis Ventura tiempo atrás en una de sus tantas apariciones diarias en la pantalla grande. Sin pensarlo demasiado pareciera que estuviera hablando de un personaje ahogado en la desidia. A quien insultaba era a Diego Armando Maradona, aquel muchacho de Villa Fiorito, que con una zurda inigualable y una porra morocha, unió a millones de argentinos en un inmortalizado grito el 22 de junio de 1986 en el Mundial de fútbol disputado en México.


Ventura es más que un pensamiento, más que una simple expresión de un periodista, es la cara visible de una conciencia social inmersa en un sector de la sociedad argentina y que pone en evidencia la casi obligación de los sectores económicos más privilegiados de defenestrar públicamente a quizá el ídolo deportivo más influyente que forjó la Argentina. Para muchos, que Maradona sea una figura pública es suficiente pretexto para tener el placer de hablar de su vida personal y opinar sobre cómo y cuándo debía realizar las cosas “el 10” en su vida privada.

El temperamento que ha tenido el ex director técnico de la Selección Argentina para opinar ha sido una de las cuestiones más criticadas desde su llegada a la fama mundial. Toda esa serie de expresiones vulgares como los insultos utilizados por Diego -imposible no recordar la tan mencionada frase “La tenes adentro” contra el periodista Juan Carlos “Toti” Pasman-, no son más que caparazones que ha utilizado como forma de vida desde sus raíces en la villa donde se crió y que seguirán formando parte de él ante la fama y el reconocimiento semejante que genera en cada rincón del mundo.

Pareciera que para los propios argentinos, haberse vengado por una vez de los ingleses no fue medicina suficiente para olvidar sus adicciones e insultos y dejarlo descansar en el pedestal de la gloria, porque si hay algo que realmente caracteriza a gran parte de la sociedad argentina, es la enfermiza necesidad de crucificar al “otro”, pero no hacerlo porque se lo haya ganado, sino que se hace porque al insultarlo, se insulta a todos aquellos que se sienten reflejados en él, y que no pueden no glorificarlo, porque les dio mucho más de lo que pidieron. Ese contexto llega al extremo de que la farándula argentina infame más a un ídolo popular que a un asesino serial. Por eso para muchos, Diego siempre será un “mal tipo”, pero también será un vago del que nunca podrán escapar. La tragedia ajena motiva al alma del hombre, lo entusiasma, pero la alegría ajena siempre es pasajera y muchas veces provoca envidia, por eso los mezquinos prefieren ver al Diego con su adicción en el mundial de Estados Unidos ’94, antes que al pequeño soldado que tumbaba a cuanto ingles se le acercaba. Más extraño resulta esto al pensar que sus goles fueron para alegrar a otros, y sus adicciones y tristezas fueron para destruirse a él mismo. Entonces, ¿por qué insultar a un hombre que dio mucho y perdió otro tanto?


No es cuestión de colocar a Maradona como una figura utópica, ni confundirlo con una especie de santo papal o guerrero colonial, pero tampoco es necesario sentarse a opinar sobre la tan vaga y sucia vida de un tipo que hizo emocionar y llorar de alegría al mundo entero. Fue por escasos segundos, pero ese “negro de mierda”, y ese mismo “gordo falopero”, fue quien se levantó de su cama, se calzó sus viejos zapatos y camino hasta México para dejar en el camino a Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher, Terry Fenwick y al arquero Peter Shilton, y así convertir el “gol del siglo”, mirar al cielo y recordar a ellos: los caídos, víctimas de una guerra fantasma. Por eso y para siempre, como “mal tipo”, Diego será único en su especie. Él mismo lo avisó: “yo soy blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida".

Texto: Carlos M. López

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