lunes, 15 de abril de 2013

No tienen NADA, y los ayudaron a perder TODO

Con naturalidad y crudeza, los vecinos de los barrios más humildes de La Plata, dan cuenta de que las necesidades siempre estuvieron y que fueron agudizadas con la llegada del temporal. La esperanza y la solidaridad ciudadana, son los bastones principales para que los platenses mantengan la calma y sueñen con un futuro mejor. Otro Viento, también salió a la calle.







“No tenemos nada; perdimos todo”. Así, entre lágrimas, un vecino del barrio platense de Altos de San Lorenzo (calle 90 y 117) comentaba cómo habían perdido todo por el temporal que azotó a La Plata el pasado martes 2 de abril por la tarde.

Las historias se repiten y desde Otro Viento cambiaríamos esa expresión de un vecino por: “nos hicieron perder todo”. Así como en la vida no hay lugar para las casualidades, en esta oportunidad tampoco las hay. Todos somos culpables de no hacer las cosas necesarias o recién tomar conciencia de la necesidad de nuevas obras urbanas cuando la tragedia nos penetra por la retina. Pero, ¿acaso la responsabilidad política y social no es de los funcionarios a cargo?

El propio intendente platense, Pablo Bruera, es tan responsable como cada uno de sus caballitos de batalla que han decidido no escuchar las ofertas de mejoras estructurales de la Universidad Nacional de La Plata, en un Gran La Plata que se podía ver enmarañado en esta situación. Como si esto no fuera cuestionable, su equipo de prensa -esos equipos que consumen más recursos que el propio sector de Desarrollo Social- cometió la torpeza de mentir vía Twitter y radio, sobre la presencia del Jefe municipal en la ciudad luego del diluvio.

Si al menos le quedaba algo de dignidad a los afectados,  estos señores de traje oscuro y custodia elegante, lograron robarle lo último que les quedaba a flor de piel a los inundados, que más que inundados se convirtieron en olvidados, de un sistema corrupto, accionista del momento histórico y no de la causa que pregonan sus discursos.

Es necesario realizar un nuevo Código de Ordenamiento Urbano para el Gran La Plata y nuevos canales y afluentes que permitan darle menos posibilidades de destrucción al trastornado clima platense, como el tan pedido canal de Maldonado sobre la proyección de la nueva Autovía 6 entre los barrios de Villa Progreso, El Carmen y Villa Elvira. De la misma manera, también es necesario reclamar por los responsables del silencio, culpables de las políticas con miras al capitalismo arquitectónico y olvido de las masas populares de la periferia platense.

Pero como siempre sucede en las tragedias a grandes escalas, los más humildes son los que conservan las esperanzas. Esa fortaleza que solo son capaces de percibir y experimentar aquellas personas que lo han perdido todo, que han sentido en carne propia lo que es no tener nada, más que el corazón latiendo y el abrazo de algún familiar o un desconocido.

“No somos cualquier cosa, somos seres humanos”, relataba otro vecino, luego de que uno de los camiones que llevaron mercadería pasara repartiendo bolsas de pan, que en ese caso se tiraban al pasar. Lo mismo ocurría cuando la gente se acercaba a algunas zonas a ayudar. Los tan reconocidos punteros políticos y las agrupaciones políticas con órdenes oficialistas se encargaban de hacer esperar a la gente, y acumular donaciones para sus amigos y decidir a quienes se les entregaba comida y a quienes no.

Más allá de esto, no todas las distribuciones de alimentos, ropa y artículos de limpieza sucedían de esta manera. Muchos vecinos, con sus autos particulares no solo visitaron las zonas más afectadas para abastecer a los más necesitados, sino también para charlar y brindar una contención social y humana, acaso una de las asistencias más importantes a largo plazo.

Por eso, desde Otro Viento organizamos una colecta desde el pasado miércoles en el Centro Unido de Tandil (CUT), a la que después se sumaron otras agrupaciones, vecinos, estudiantes y voluntarios en general. Otro Viento salió a la calle con una impronta solidaria y política, como nos caracterizan nuestras publicaciones. Por eso no compartimos la idea de que los medios de comunicación son meros informadores de lo que está pasando en el mundo. Creemos en un medio de comunicación que deje una huella personal en cada lector y en cada ciudadano que se acerque.

Bolsas de ropa, frazadas, colchones, agua, lavandina y otros artículos de limpieza no dejaron de entrar y salir del CUT durante la mañana, tarde y noche. Por eso nos atrevemos a hablar y criticar, porque estuvimos con la gente, con el pueblo en su máxima expresión, con los que necesitaban y con los que tenían para dar. La realización de ollas populares también fue otra metodología de intervención en los barrios para poder involucrarnos con los afectados por el temporal. Caminamos, observamos, nos equivocamos, aprendimos, nos organizamos solidariamente y pusimos nuestro grano de arena.



Aunque cueste creerlo, en muchos casos la realidad se alejó de la desesperación violenta de la que han hablado muchos medios de comunicación. No se puede apuntar contra los saqueos como una sociedad violenta, cuando los que apuntan están sentados como si nada pasara. En algunos casos, se pudo evidenciar cómo los vecinos ofrecían probarse la ropa y en caso que no les anduviera la devolverían para facilitársela a otro ciudadano. El acto de solidaridad más crudo, sin dudas fue aquel que prestaron los que no tenían nada. Los olvidados -incluso antes del temporal, aunque ningún medio de comunicación lo diga- que necesitan ser recordados.

“Ya tenemos comida y dos colchones para seis personas; ahora necesitamos, si pueden conseguir, pantalones largos y pañales para los nenes”. Con esa crudeza, una madre de cinco niños solicitaba cuáles eran las necesidades más próximas para facilitar la distribución de quienes ayudaron. De igual manera, otros vecinos explicaban que más allá de que algunos camiones van seleccionados para gente determinada y se olvidan de ellos, “los vecinos sabemos que a todos nos falta lo mismo, por eso compartimos lo que podemos”.

La reconstrucción de La Plata recién comienza, pero al menos la esperanza no está perdida. Ni los punteros políticos, ni el tan mencionado y buscado intendente Pablo Bruera, nadie…  Nadie podrá callar las voces de los olvidados. Porque viven entre nosotros, porque aunque algunos no lo quieran son parte fundamental del motor de nuestro país y porque más que nunca, necesitan la ayuda de un pueblo cansado del dolor sin responsables.

“Solo el pueblo ayuda al pueblo”
Otro Viento

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