lunes, 2 de junio de 2014

Luchar para aprender, Aprender para Luchar

El mes de marzo encontró nuevamente a los maestros en las calles. Esta vez acompañados por diversos sectores, como son los estudiantes y los trabajadores estatales, cada vez más cansados por tantos años de olvido presupuestario, pero también cada año más decididos a afrontar la lucha, sabiendo que la organización desde abajo es el único camino al triunfo por una educación pública de calidad.

La cuestión salarial de los maestros repercute, sin dudas, en el total de la clase trabajadora. Yendo más lejos, se puede decir que el salario docente es el único que se discute en toda la sociedad y las razones son variadas. Si se empieza por el rol fundamental que cumplen en la construcción de un país, es importante que los ingresos de este sector sean eje de debate de todos. Además, no se puede olvidar el papel central que tiene la paritaria docente, que es la que luego marca el camino del resto de las negociaciones entre los representantes de los trabajadores.




Desde diversas organizaciones del campo popular se hizo mella en remarcar que “si ganan los docentes, ganamos todos”, y este slogan es más que una linda campaña de agitación. Tiene un trasfondo completamente real, dado que generalmente el salario de los maestros, va a ser tomado como punto de referencia para el resto de los asalariados. Por lo tanto, un pibe que trabaja de mozo o una chica que atiende en un comercio, se ven afectados por el acuerdo que alcancen los dirigentes sindicales y el Estado.

La situación real fue que marzo encontró nuevamente a los maestros en las calles. Esta vez acompañados por diversos sectores, como son los estudiantes y los trabajadores estatales, cada vez más cansados por tantos años de olvido presupuestario, pero también cada año más decididos a afrontar la lucha, sabiendo que la organización desde abajo es el único camino al triunfo por una educación pública de calidad.

Panorama Nacional del Conflicto

Nuestros resabios unitarios, y la poca federalización de los medios de comunicación, provocaron que el eje de los ámbitos de disputa fuera la provincia de Buenos Aires -más allá de que la situación fáctica real de este terreno, con un paro histórico de 17 días y 40 mil trabajadores marchando por las calles de La Plata- hacen que tome una importancia suprema.

Es menester contar que a lo largo y ancho del país, hubo focos de lucha del gremio docente, -algunos más radicalizados que otros- por la historia de lucha que llevan atrás, como lo es la provincia de Neuquén. Allí, el sindicato ATEN, donde militaba el compañero Carlos Fuentealba, realizó diversas medidas de fuerza para ejercer presión sobre el Estado, como lo es el corte de ruta. Chaco, La Rioja, Mendoza, Jujuy, Corrientes, Catamarca y Entre Ríos, también fueron claros ejemplos de esto.

Al momento del cierre de esta edición, más de 13 mil docentes de Salta se encuentran en la tercera semana de paro, organizando marchas en todo el interior de la provincia, para lograr confluir todos los Departamentos en una gran columna en la ciudad capitalina. Los maestros están pidiendo $5.500 de básico para que sus hijos inventen un estilo de vida digna. Y también, luchan para que los pibes tengan para comer en las escuelas. Nada más. Y nada menos.

Guita para la yuta, sí; guita para los maestros, no

En plena época de finales de la facultad, de balances laborales anuales, de empezar a hacer malabares con los ahorros del año para ver si nos podemos ir un fin de semana en enero, la Policía hizo un paro. En diciembre de 2013, las fuerzas represivas del Estado se acuartelaron (esta manera suavecita que tienen de decirle a la huelga) para exigir a los gobernantes un salario básico mucho más alto del actual.
La medida, que comenzó en la provincia de Córdoba, rápidamente se replegó en el resto del país. El amarillismo mediático también tuvo un rol principal, cuyo fin fue generar miedo en la población, para que éste se construya en el factor de presión al Estado y largue la plata más rápido.

La realidad nos dice que la Policía tuvo un aumento de sueldo (de casi el doble de lo que venían cobrando) en menos de 48 horas. Incluso, en la provincia de Buenos Aires, el candidato a presidente en el 2015, Daniel Osvaldo Scioli, tardó 24 horas en arreglar con las cúpulas policiales el sueldo que iban a cobrar durante 2014.

Esto no es casualidad. Que los docentes tarden más de 17 días en cerrar un salario (¡que encima no fue aceptado por las bases, sino que fue arreglo de dirigentes!) que tiende solamente a equiparar los términos inflacionarios; que la realidad no nos chupe el bolsillo en menos de 15 días; y que la Policía pueda acordar lo que va a ganar en tan solo un par de horas, tiene mucho que ver con la forma de ver la realidad y la sociedad por parte de los gobernantes.

En el Editorial de este número, damos cuenta del Plan de Seguridad de Scioli, que no es otra cosa que más dinero para reprimir y menos plata para educar. A la gestión le importa mucho más que la Policía tenga muchas balas, a que las escuelas tengan calefacción. A este gobierno, le interesa que su masa de votantes se enorgullezca por tener a muchos milicos en los barrios, que por tener a todos los pibes bien comidos y preparados para aprender.

Como sintetizó maravillosamente Claudia Rafael de la Agencia Pelota de Trapo, el presupuesto destinado a niñez que el Estado bonaerense abona –a veces sí, a veces no- es de 104.760.000 pesos, lo cual representa “el 17,46 % de lo que ahora anunció que con las utilidades del Banco Provincia destinará a chalecos antibalas, armas, municiones y patrulleros. Casi seis veces más en pertrecharse que en abrazar. En disparar que en acariciar. En poner en la mira que en cuidar que un chico crezca con una sonrisa desplegada al viento”.

¿Qué rol debe cumplir el Estado?

Está claro que la situación salarial fue el motor de la lucha de todos los levantamientos de los docentes. Pero es una mentira y una injusticia que fue la única bandera que se levantó, ya que las condiciones edilicias y el cuestionamiento de grandes sectores sobre los contenidos que se brindan en las aulas, también fueron parte de las reivindicaciones.

¿Cómo se encuentra la educación pública en nuestro país? Para comenzar a visibilizar críticamente  esta situación, es necesario hablar de los resabios que dejó la reforma neoliberal de los 90. Durante este proceso, el Estado estuvo regulado por la lógica del mercado. Se descentralizó y se transfirió la educación a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es decir, se trasladó la responsabilidad de gestionar económicamente la educación. Así fue como se implementaron innovaciones en todos los niveles educativos.
De esta forma, el gobierno nacional dejó de hacerse cargo de la prestación educativa, aunque paralelamente subsidió a las escuelas privadas, considerándolas también parte del sistema educativo estatal. 

De aquí surgen varias contradicciones para resaltar: en primer lugar, se evidencia una desigualdad interprovincial, ya que no todas las provincias tienen los mismos ingresos para poder mantener de igual manera la educación; y en segundo, jamás se debería considerar a la escuela privada como parte de la matrícula educativa estatal, ya que se legitimaría la desigualdad social de los jóvenes pertenecientes a distintos estratos sociales, incapaces de gozar todos de los mismos derechos.

Pero como ya es sabido, al Estado le sale más barato subsidiar a las escuelas privadas que abrir nuevos establecimientos públicos, ya que eso conllevaría una inversión mayor. Es decir, dicho sistema impulsado desde el Estado no hace más que reproducir  una descalificación de la escuela pública, flexibilización docente y mantenimiento de la desigualdad social.

Para la docente e investigadora Laura Marrone "es necesario reabrir el debate sobre la cuestión del presupuesto de la educación. Se necesita derogar el actual sistema de financiación. El Estado nacional debe volver a hacerse cargo de la educación en todos sus niveles y llevar al 10 % del PBI la inversión educativa, que debe ser aportada en partes iguales por Nación y provincias”. Esta medida, junto con soltarle la mano a la educación privada, podría ser un paso para la obtención de una educación pública de calidad.

Mediotización

“Estos se quejan pero tienen semanas de 5 días, días de 4 horas, y si no ganan más guita es porque no quieren laburar”.
Oyente del programa de radio de Alejandro Fantino.

Párrafo aparte para el rol de los medios masivos de comunicación. Fieles a la clase que representan, tanto oficialistas como “opositores” se pusieron de acuerdo para demonizar a los docentes y deslegitimar la lucha que llevan adelante.

Quienes se autoproclaman progresistas (hoy en día el progresismo es un término tan vago, que termina por no definir a nada ni nadie), estaban de acuerdo en las cuestiones de fondo del reclamo, pero no los métodos. Por eso llamaban a los docentes a que reflexionen para que puedan continuar con la lucha, pero con los pibes adentro del aula.

Esto es un claro desconocimiento de los métodos de lucha de la clase obrera, que además tiene como objetivo el enfrentamiento entre los trabajadores. Los maestros, a diferencia de políticos y faranduleros devenidos en politólogos, mandan a sus hijos a la escuela pública. Por eso también sufren las consecuencias de no tener clases. Por eso también salen a luchar.

Una vez más fueron los medios populares y alternativos, quienes ofrecieron la posibilidad de escuchar otras voces; tanto para que los docentes tengan un lugar donde expresarse, como para informar al pueblo sobre la situación desde un lugar comprometido. No diciendo: “un grupo de docentes corta una ruta” sino, “un grupo de docentes sale a luchar en defensa de la educación pública”.

Por Juliana Arias y Nacho Saffarano
ILUSTRACIÓN: Simón Jatip


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