jueves, 9 de enero de 2014

Mujeres y Género: La lucha por la justicia en un mundo desigual



La violencia hacia las mujeres se puede abordar desde varios enfoques, vale la pena entonces, problematizarlos y poner en crisis los espacios ocupados (o no) por las mujeres en la sociedad. Tanto el “acceso a la justicia” por  parte de las mujeres víctimas de violencia de género, el trabajo desarrollado en base a la problemática desde los espacios de extensión ofrecidos por la Universidad, y el abordaje que se lleva adelante desde la organización militante, son ejemplos de esta temática que intentan hacer visible.*



Los desafíos del Acceso a la Justicia

Vale preguntarse entonces qué desafíos implica el “acceso a la justicia” por parte de las mujeres que, víctimas de violencia de género, acuden en busca de defensa y acompañamiento. En primer lugar, señalar el sesgo paternalista con el que se inviste el poder Judicial -el cual no resulta escindido de la construcción cultural machista que rodea a la Justicia en general, y a jueces y fiscales en particular- hecho  que resulta plasmado no sólo en los primeros abordajes de los casos y el tratamiento a las victimas cuando recurren al órgano judicial, sino también en los argumentos que se plantean en los casos que agotan el itinere litigioso.

Sin embargo desde el plano formal se considera que han habido incorporaciones y avances al tratar la temática desde distintos organismos del Poder Judicial (publicitación de páginas con información del tema referentes a cómo y dónde hacer denuncias, por ejemplo). El abordaje institucional que se lleva adelante resulta una mera “fachada de cartón pintado”, en tanto se hace tangible la ausencia del Estado en todas sus formas lo que lleva a que actualmente no se tengan instituciones que funcionen dando respuestas concretas y eficaces, en el caso concreto de las situaciones de violencias.

Es también necesario resaltar lo complejo que resulta abordar la cuestión preventiva desde la esfera del derecho penal, la cual le es ajena desde un plano ontológico en sí mismo, sumado a las pocas herramientas procesales que se otorgan a las víctimas para continuar accionando en sede judicial (constitución de particular damnificado), lo que a la larga implica que las mismas desistan ya sea por carecer de los recursos económicos suficientes para hacer uso de una defensa particular, o porque el proceso que atraviesan en lo personal se vuelve desmoralizante.

Es por ello que la problemática conlleva múltiples dificultades desde el plano legal para ofrecer una resolución del conflicto que resulte “saludable” mientras no haya un acompañamiento de las demás esferas del Estado involucradas no solo desde lo normativo, sino también brindando los espacios de capacitación y asesoramiento a lxsoperadorxs jurídicos, como así también incluir la perspectiva de género desde los niveles de educación iniciales teniendo en miras el rol socializador que cumple la institución escolar y siendo necesaria la incorporación de programas, consejos educativos e incorporación de gabinetes psicopedagógicos que permitan empezar a tratar cuestiones vinculadas a la no violencia, las familias, etc.


Universidad-Extensión y Sociedad

Ahora ¿qué sucede dentro de la Universidad? Es desde sus programas de extensión, donde se busca el vínculo con la sociedad, lo cual implica conjeturar a la universidad como productora y transmisora de conocimientos, y pensarla desde el aporte cualitativo que debería brindar como institución social para contribuir a un mejor abordaje de este problema.

Es el caso del proyecto de extensión “mujeres decidiendo sus cambios: creatividad contra la violencia”, que se desarrolló durante el período 2011-2012 desde la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, con  la participación de estudiantes de diversas carreras. Allí se realizaban variados talleres de concientización, debate y expresión en dos refugios para mujeres víctimas de violencia de género, tanto física como psíquica, simbólica, económica, e institucional entre otras, el  cual tenía como principal objetivo contribuir al empoderamiento de aquellas mujeres en situación de vulnerabilidad.

Las principales motivaciones para participar del programa de extensión por parte de lxs estudiantes se relacionaba con el hecho de que la gran mayoría de las carreras que se dictan carecen en sus programas de una perspectiva de género que complemente la formación, y por ende esta instancia les permitía tener un proceso de trabajo en la temática de manera interdisciplinaria, articulando la teoría adquirida en las distintas carreras universitarias que se dictan y la práctica concreta.

La dinámica con la cual se planteaban los talleres estaba vinculada a un trabajo colectivo entre lxs extensionistas y las mujeres que asistían, y para ello desarrollaban distintos talleres que trataban de propiciar un espacio de expresión de esas mujeres, muchas veces a partir de actividades tendientes a lo artístico y que fomentaran la creación de lazos de confianza, que permitieran generar un ambiente distendido donde las mujeres pudieran compartir sus experiencias y problematizar sus situaciones, abordando concretamente de esta forma la cuestión de violencia de género que las vinculaba.

En particular, esta experiencia de trabajo tuvo altibajos entre los cuales se manifestaron diversas situaciones de vulneración de los derechos humanos de las mujeres y niños que allí eran derivados quedando expuesto, por un lado, las irregularidades por parte de las administradoras del refugio, y por el otro, la falta de control del estado.

De esta experiencia, una de las compañeras relató que en su aprendizaje, la extensión no tiene un eje directriz, es decir que no hay un objetivo integral en este intento de vincular la Universidad con la sociedad. Es así que los proyectos funcionan de forma aislada, y con objetivos internos específicos de cada proyecto en particular, sin pensar la extensión como una herramienta que vincule distintos proyectos y los articule en miras a un objetivo común.

Cabe destacar que en su experiencia particular no hubo por parte de la Universidad ningún tipo de averiguación previa del lugar, como así tampoco funcionó la Universidad como espacio de contención de las participantes del proyecto respecto de todas las situaciones a las cuales se enfrentaron cuando encararon el mismo.

Tampoco encontraron un respaldo frente a la situación previamente explicada por parte de las autoridades universitarias. Esto es de fundamental importancia porque al trabajar con historias de violencia de gran magnitud, el impacto que ello tuvo en las integrantes del proyecto también fue fuerte, lo cual les generó en muchos casos problemas a la hora de abordar ciertas temáticas en los talleres. 

La lucha y organización contra la violencia de género

Aquelarre es un equipo interdisciplinario contra la violencia de género que surgió en el año 2010 a partir de la propuesta y convocatoria de una organización de base. Está compuesto por compañeras y compañeros, organizadxs e independientes, que cuentan con herramientas específicas como psicología social, psicoanálisis, abogacía, trabajo social, sociología, medicina, educación popular y compañeras que se capacitaron junto al equipo y tienen experiencia en trabajar la problemática de género.

Entre los objetivos que se plantea, está contribuir a la concientización y abordaje integral de la violencia de género como un problema social, cultural y político. Aportar al proceso de reconocimiento/fortalecimiento de las mujeres como sujetos de derechos, así como también en las posibilidades de una vida sin violencia y la búsqueda de su autonomía.
Lucía y Pilar, dos integrantes del equipo, contaron que Aquelarre nació como iniciativa del FOL –Frente de Organizaciones en Lucha- para abordar la problemática de la violencia de género en Florencia Varela.  

Como la violencia hacia las mujeres es una cuestión que no puede quedarse en lo privado y que debe abordarse como una problemática social, surge la necesidad de trabajar colectivamente a través de talleres, pues no daban abasto para resolver los casos particulares. Esta idea se vio reforzada por el hecho de que las integrantes de Aquelarre provinieran de diferentes disciplinas y profesiones a las cuales la cuestión de género las interpelaba fuertemente pero de la que no tenían demasiada formación.

Todo ello incentivó a que brotara la necesidad de socializar las herramientas y de pensar la problemática en forma global potenciando los conocimientos de cada compañerx. Los miembros del equipo entienden que desde la profesión específica es acotado lo que se puede hacer ya que se ve el tema de forma fragmentada, y lo imperioso es el abordaje interdisciplinario.

Es necesario resaltar que desde el equipo trabajan la cuestión de género enmarcada en una lucha más grande, y buscan fortalecer los procesos organizativos de las mujeres, ya que entienden que la lucha contra el patriarcado y la lucha contra el capitalismo van de la mano, y la organización es la salida a ambos flagelos.

Con respecto al abordaje en el barrio, las integrantes comentaron que en una primera instancia el apoyo era más técnico (trabajaban sobre cuestiones básicas como dónde denunciar, cómo hacerlo, etc.), luego comenzaron a aportar otras herramientas, a construir materiales como el POP –Protocolo para Organizaciones Populares- que es una sistematización de las experiencias que recogieron de los diferentes talleres. Este Protocolo intenta, por un lado, aportar a pensar el qué hacer y cómo intervenir de forma más potente desde las organizaciones sociales, y por otro reflexionar y criticar lo existente, lo que debería ser y no es, lo que no funciona, para pensar sobre formas propias de intervención y resolución de los problemas.

Como en los distintos barrios se fueron generando organizaciones de género compuestas por las vecinas que sufrían violencia de género y que se juntaban para apoyarse y acompañarse mutuamente, comenzaron a intervenir a través de los talleres, rompiendo con el asistencialismo.

El equipo también está acompañando el armado de Casa de Mujeres en uno de los barrios del FOL. El proyecto consiste en que en uno de los terrenos donde se van a construir viviendas para las familias del Movimiento, se destine un espacio a la construcción de una casa para aquellas mujeres cuya vida corre riesgo a causa de la violencia de género.

El objetivo es que no sea un depósito, como muchos refugios, sino un espacio abierto dentro de la organización y que las familias trabajen en conjunto para sostenerlo. El equipo está pensando colectivamente cómo debería funcionar esa casa, qué elementos serían necesarios para que se transforme en un lugar de empoderamiento de la mujer y no meramente un lugar de aislamiento. La idea es poder dar respuestas a corto plazo, pero dentro de una perspectiva general y continuada.

También aportan desde la construcción de redes sin descartar las soluciones estatales porque existen, aunque con deficiencias, y hay que exigirle al Estado que responda; realizan acompañamiento y talleres de formación para lograr el empoderamiento de las mujeres; y participan de la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres, que es un espacio compuesto por organizaciones diversas que intenta dar una respuesta colectiva, unificando las exigencias y las reivindicaciones.

En busca del cambio

A partir de lo anteriormente explicado, se hace necesario pensar en una cierta flexibilización del sistema penal en ciertos casos de violencia de género en los cuales entendemos que el agravamiento de las penas no es una solución a la problemática de fondo. De esta forma, no se genera ningún cambio radical en la problemática en sí, ya que no se atacan las causas que generan que este tipo de delitos sigan existiendo en nuestra sociedad.

Por otro lado, también es importante el trabajo interdisciplinario en el sistema penal. Consideramos que las causas vinculadas a la violencia de género que tramitan en el fuero penal, no deberían hacerlo de forma aislada, sino que deben ser articuladas con las causas que tramitan en otros fueros (generalmente el de Familia), así se permite un tratamiento integral de una problemática tan compleja y multifacética.

Es en este sentido es que encontramos que la Universidad tiene un rol fundamental en lo que respecta a la formación de profesionales vinculados y comprometidos con la temática. Es por esto que vemos necesaria la incorporación en las currículas de contenidos que aborden una perspectiva de género de manera integral a los fines de contribuir a la formación de profesionales críticos y comprometidos con la problemática en cuestión.

Carolina Lasarte, Florencia Montiel y Lucía Vosou
Imagen: Giya Zabalza

*La presente nota es una adaptación del trabajo de Seminario sobre Violencia contra la mujer cursado en la Facultad de Ciencias Juridicas y Sociales de la UNLP en el año 2013.

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