miércoles, 13 de noviembre de 2013

| EDITORIAL Y CONTRATAPA - Otro Viento N° 12 |

Votamos luchar



Y con esto no estamos negando la importancia de la participación electoral.  Es más, desde nuestro lugar y con nuestra limitación, por ser una publicación mensual, hemos abordado diferentes cuestiones que hacen a las elecciones: desde análisis sobre los distintos armados, hasta extensas entrevistas con los principales referentes de las organizaciones del campo popular que han buscado un escaño para representar los intereses de la gran masa trabajadora, tanta veces olvidada en la agenda legislativa.

Hoy es noviembre, y los resultados nos arrojan que por primera vez, el trotskismo tendrá representantes en el Congreso. Y serán por lo menos tres. Hay que agregar, que logró meter varios más en las diferentes Legislaturas Provinciales, y en algunos Concejos Deliberantes. No quedan dudas de que esto es un avance para la clase, y que los representantes del Frente de Izquierda y los Trabajadores tienen un mandato histórico: la obligación que desde esos pomposos sillones se escuche el grito de millones de laburantes, que retumbe y se haga eco en las paredes del Congreso.

Sin embargo, elegimos ponernos en una posición incómoda y volvemos a poner en debate a la democracia representativa. En este momento, en el cual goza de una notable legitimidad, seríamos cómplices si no alzamos la voz para seguir denunciando que este método de representación es uno de los más efectivos medios que tiene la burguesía para seguir mandando impiadosamente sobre nosotros.

El tan arraigado precepto constitucional de que “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes”, no hace más que alimentar el mito de que hay una casta preparada (y con posibilidades económicas, principalmente) para gobernar y otra clase, que debe obedecer (principalmente por sus limitaciones económicas). Y obedecer significa acatar las decisiones que toman los de arriba, hasta que en un determinado momento rebalsa la olla y el pueblo hace uso de sus medios. Corte de ruta, huelga, y toma. Los mejores, los únicos, los métodos piqueteros.

Pero esta clase también quiere decidir qué hacer, además de resistir frente a lo que otros hacen. Y este pueblo, con sed de ser dueño de su futuro, ya no puede esperar milagros legislativos. Esa posibilidad de autodeterminación que tenemos, no viene de la mano de una reforma constitucional. O sí, pero no por ahora. La creación de  canales de participación popular, la organización en comunas de las diferentes ciudades, pueden surgir de leyes sancionadas en el Congreso. Claro está que con los Partidos gobernantes, esto no está ni cerca de pasar.

Y ahí es donde tenemos que empezar a  jugar nosotros, todos los que creemos  que la democracia, es la democracia participativa. Debemos llevar el mensaje y mostrar como una opción fehaciente, que el pueblo organizado es mucho más fuerte  que unos pocos monigotes que tienen mucha guita y poca decencia. Que si hoy en día está tan aceptado el citado artículo 22 de la Constitución Nacional, es porque durante cientos de años nos han querido convencer de que las cosas son así. Pero no. ¡Las cosas NO son así, ESTÁN así y las vamos a cambiar!


Entonces nosotros, los millones de trabajadores precarizados, los miles de estudiantes que resisten a la aplicación neo-liberal de la LES, las organizaciones sociales que luchan por evitar el saqueo de los recursos naturales, este conjunto de desamparados que no tiene ni tiempo ni miedo es el que debe llevar el estandarte de la democracia participativa. Para que todos los que están en el Congreso sepan, que el pueblo quiere mandar y el gobierno  debe obedecer.

ILUSTRACIÓN: Martín Zinclair

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