martes, 17 de septiembre de 2013

El Arte que nos arrebataron


“La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe.” Sigmund Freud

Músicos, bailarines, dramaturgos, artistas y el propio público que asistió a ver un concierto de música clásica, se toman de las manos, abrazan el Teatro Argentino de la ciudad de La Plata y aplauden con ganas, como minutos después lo van a hacer cuando uno de los músicos desde el escenario le comunique al auditorio el deterioro y vaciamiento sistemático por el que está pasando el organismo cultural más importante de la provincia de Buenos Aires.



El escrito dice: "Seguimos sin presupuesto para este año y sin programación adecuada para un Teatro Lírico con producción propia que abarque a todos los cuerpos y secciones. A nuestros compañeros contratados, se les adeudan meses de sueldo de este año y en algunos casos, sueldos del año pasado. Las condiciones de seguridad e higiene siguen siendo paupérrimas y ponen en alto riesgo tanto a los trabajadores, como también al público presente que hoy nos visita. El impresionante abandono del tercer y cuarto subsuelo, que incluye los talleres y la Sala de Prosa, sólo es comparable al inconcebible deterioro de nuestro Teatro Martín Fierro en el Bosque, el cual se encuentra bajo la responsabilidad de las mismas autoridades provinciales". Con carteles pegados en el escenario que dicen "La sala está llena pero nuestros bolsillos vacíos. Los contratados no cobran" o "Basta de contratos basura", se da inicio a la función.

El conflicto desde abajo

Hace tiempo que éste tipo de manifestaciones son moneda corriente cuando hay un concierto, un ballet o una ópera, porque los artistas se unieron en un mismo reclamo, un deseo en común y un mismo objetivo: recuperar las condiciones laborales dignas, acabar con el trabajo en negro y recuperar un presupuesto que hoy en día la administración les niega. Sus palabras más escuchadas son “queremos volver a hacer lo que nos gusta, disfrutamos de eso y trabajamos para ello”.

Los trabajadores del Teatro están en asamblea permanente porque el bajo presupuesto que la provincia les destina, imposibilita una programación constante y de calidad, sumada a que hay un 30 por ciento de los cargos ocupados por personal contratado al que se le adeudan varios meses. Este porcentaje aumenta a medida que se jubilan los artistas, porque las vacantes no son renovadas y los contratados crecen, mientras disminuye la estabilidad laboral.

El conflicto del Teatro Argentino no está ajeno a la situación financiera que vive la provincia de Buenos Aires en los últimos tiempos. Éste se desata hace un año cuando se pospone el pago del aguinaldo en la administración pública, lo que deja en evidencia una gestión fundida que no puede tener a sus empleados en condiciones legales y dignas.

La situación empeora a los pocos meses ya que se produce una baja salarial con el pretexto de los directivos de que "no hay plata para la provincia". Es así como los trabajadores deciden reunirse en asamblea a principio de 2013 para hacer frente a las irregularidades que sufren. Sobre todo, porque en este año se dio la inédita situación de no comenzar la temporada con una programación definida siendo mayoría las funciones privadas respecto de las del cuerpo estable, y no lograr que se cierre el presupuesto anual con que el teatro debe contar.

Éste hecho permite sacar unas primeras conclusiones que, lamentablemente, convergen en el llamado vaciamiento cultural. No es casualidad que mientras desciende la cifra de trabajadores estables, aumenten los espectáculos de artistas famosos presupuestados en miles de dólares que no se saben en qué manos caen.

A partir de ese momento, se propuso una asamblea semanal integrada por los artistas y también por los principales sindicatos que los representan: ATE, UPCN y el Sindicato de Músicos. Entre ellos se definió llevar a cabo protestas que consistan en exposiciones artísticas en la calle o en la puerta del teatro, como herramienta para comunicar lo que sucede en el interior de la entidad cultural.

En algunas ocasiones, los trabajadores se movilizaron a la calle para que la protesta tomara mayores dimensiones, pero siempre con cierta reticencia de vincularse con los gremios. Rubén Molinari, delegado del Sindicato de Músicos nos contó que “en las manifestaciones lo primero que hacemos es mirar quién está alrededor para que no nos pongan la bandera de nadie”. Así se reflejan las principales diferencias entre los propios sindicatos del Teatro, ya que algunos tienen una relación más cercana con los puestos administrativos de la gestión y esto afecta directamente a los debates que se gestan porque en muchas ocasiones se abren espacios de discusión, pero no se llega a ninguna resolución en concreto.

 Burocratizar para regular

En el año 2003 el Ministerio de Educación y Cultura creó, bajo la Ley N° 13.056, el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires concentrando en este organismo bibliotecas, museos y teatros estatales (entre los que se encuentran el teatro de Mar del Plata, Bahía Blanca y el de La Plata). La función de esta entidad presidida por Jorge Telerman, es hacer de mediador entre la provincia y cada institución cultural administrando el presupuesto destinado a cada una de ellas y burocratizando la comunicación entre las autoridades y los trabajadores.

Molinari declaró que los intentos de establecer diálogo con las autoridades se vieron siempre frustrados: "Nunca pudimos hablar con los directivos. Estamos pidiendo que se haga una interpelación a Telerman de por qué sigue siendo el presidente del Instituto. Puso unos 16 millones de pesos en los eventos de verano en el Tigre y Mar del Plata y además le quería poner plata a los teatros privados. Esa cifra es el 70 por ciento del presupuesto del teatro, sin sueldos, sólo de producción”.

Antiguamente el Teatro dependía de la Dirección de Cultura y Educación, teniendo una autonomía propia respecto a su financiamiento, sabiendo en qué se gastaba y cuáles eran los montos de plata de los que disponía. Es así, que desde el surgimiento del Instituto Cultural, el Teatro Argentino es utilizado como medio para desviar los fondos que deberían invertirse en él pero se hace en beneficios partidarios. De esta forma, no parecería sorpresivo que las intensiones de trasfondo del Instituto apunten a traer cada vez más funciones privadas al Teatro.

En relación a esto, Molinari opina: "Queremos que el teatro tenga un  presupuesto porque queremos controlar lo que gastan. El año pasado una ópera costó 5 millones de pesos y  si se lo pasa a dólares, para comparar con otros lugares del mundo, es una barbaridad. Acá en Argentina no se puede gastar un millón de dólares en una ópera".

Pero los problemas no sólo son en el ámbito laboral. Éstos se extienden también a la producción propia que históricamente caracterizó al Teatro. Hay un equipo técnico y de artistas como escultores, pintores, escenógrafos que quedó paralizado por que no tienen qué producir ya que la gestión actual optó por importar materiales e infraestructura muy costosas. A su vez, el deterioro se profundiza porque ya no hay ropería y escenografías en el teatro, la orquesta está diezmada -sólo hay 75 empleados estables y el resto contratados- y  la llamada sala de escenario (los acomodadores) trabajan en negro y si se levantan las funciones no se les paga.

“El teatro se quema por dentro”


Por su parte, Molinari concluye con el pedido de los trabajadores: “Para nosotros la única forma es ir a Diputados y a la Justicia y que hagan una auditoría al Teatro y una interpelación a Telerman para ver dónde está la plata de la temporada y por qué se arman direcciones paralelas al teatro. Si el presupuesto estaba, ¿por qué no aparece?”. Mientras tanto, el Instituto Cultural deja al descubierto una clara intención por parte de la provincia de crear un ente para regular a gusto y piacere los intereses políticos en la administración pública, en este caso en el patrimonio cultural. La lógica sistemática de vaciamiento cultural es una realidad y los trabajadores del teatro están luchando para que esto se regularice de alguna manera

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