martes, 7 de mayo de 2013

A dormir al rincón… ¡y sin postre!


¿Centros de detención de menores o cárceles infantiles?

La situación de los menores de edad que viven actualmente en los centros de detención de La Plata y alrededores es por demás preocupante. Sumado a las situaciones que los chicos de sectores humildes afrontan en sus andanzas por la calle, al llegar a los “refugios” educacionales atraviesan una serie de abusos que pueden ir desde las lesiones físicas y visibles hasta las heridas más profundas producidas por una presión psicológica ejercida por los profesionales que los atienden.



Precisamente, los equipos compuestos por docentes, psicólogos, psiquiatras y demás especialistas son parte de la búsqueda de reinserción en los niños, para que alcancen un nivel de educación que les permita desarrollarse en la vida social. Lejos de que ocurra tal cosa, muchos de los menores, día a día conviven con un sin fin de agresiones que no hacen más que incentivar la necesidad de expresar el dolor, la ira o cualquier otro sentimiento reprimido por diversas vivencias que pasaron antes de llegar a ser detenidos.

A principio de febrero del corriente año, en la ciudad de las diagonales se dio a conocer un hecho particular que reafirma la sistemática continuidad de los maltratos. Un adolescente de 17 años, intentó suicidarse luego de que personal del Centro de Recepción de Menores que funciona en la calle 63 entre 2 y 3, lo golpeara en dos oportunidades, lo esposaran a una reja que cubría el pequeño cuarto en el que dormía y lo obligaban a orinar en un tarro. Además, padecía síntomas de abandono por dormir en un colchón muy viejo, manchado con sangre, y presentaba trastornos psicológicos.

En este caso, el maltrato, fue iniciado luego de que el menor realizara diversas protestas reclamando su libertad y la necesidad de ver a su familia, que reside en Bahía Blanca. La respuesta de los adultos al mando del lugar fue concisa y directa. Golpes, insultos, y violaciones a todo tipo de los derechos del menor. Este hecho en particular, no es una mera excepción ocurrida en La Plata. Desde hace varios años, son reiteradas las denuncias que los organismos de derechos humanos, realizan en contra de los efectivos policiales o los profesionales que atienden los centros de detención.

El director general de Promoción y Protección de Derechos de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Roberto Cipriano García, confirmó que el menor fue golpeado el pasado 28 de enero y luego el 1º de febrero, cinco días antes que llegaran a inspeccionar el lugar y encontraran al joven durmiendo en un espacio de aproximadamente tres metros cuadrados.

Esta situación, derivó en la emisión de un hábeas corpus ante el Juzgado de Garantía Nº 2 de La Plata a cargo Fabián Cacivio, y se realizó una denuncia penal para que pueda comenzar la investigación y así detectar a los posibles actores, que si bien aún no se conocen con precisión, si se puede establecer que participaron entre cinco y seis trabajadores del Centro de Recepción, según las palabras del propio chico.

El menor “rescatado” por la intervención de la CPM, fue llevado al Instituto “Nuevo Dique”, en el cual se espera que las condiciones de atención sean más productivas y saludables. El adolescente, deberá permanecer allí a la espera de los avances judiciales que den respuesta a su reiterado pedido de ser alojado en algún centro de menores cercano a la ciudad bahiense.

García, dio cuenta de la suma urgencia con la que se debe accionar en este tipo de casos, ya que “lejos de recibir un tratamiento que le permita reinsertarse y comprender el hecho que cometió o no en el pasado, se encuentra a 600 kilómetros de su familia, le pegan y no le dan ningún tipo de contención”.

“Ante el alejamiento con su familia intentó suicidarse y la manera que encuentran de solucionarlo es agarrarlo a palos. Esta golpiza le generó una gran depresión y además de eso, termina esposado a una reja como tratamiento, porque lo único que hicieron fue darle unas pastillas por intermedio de un psiquiatra, pero no hubo ningún tipo de contención terapéutica permanente”, precisó el letrado.

La CPM denuncia como el sistema de reinserción que se maneja desde la Provincia, actualmente no busca una solución a fin a las necesidades del menor que cometió algún hecho delictivo, sino que aísla a los acusados de su entorno, con “tratamientos de reinserción inexistentes, atención de la salud deficiente y sin dispositivos de contención”.

El menor encontrado en estado crítico por la CPM fue desplazado de un centro de Bahía Blanca a otro de La Plata por un intento de fuga en su primera detención. Esto, no solo tiene que ver con la escasa cantidad de centros en pleno funcionamiento para menores de 18 años dentro del territorio bonaerense, sino que también tiene que ver una decisión estratégica de alejar al menor lo más posible de su ciudad natal, lo que no asegura una pronta recuperación, por el contrario, en la mayoría de los casos produce trastornos serios por la soledad y el aislamiento que estos niños sufren.

La actualidad de los Centros de detención de menores en la Provincia muestra año tras año diversas irregularidades que incumplen con las Reglas de Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad (Res. ONU 45/113). Sin embargo, en las últimas décadas poco ha cambiado desde el Estado para preservar la vida de los niños con problemas judiciales, los cuales frecuentemente son atendidos y respaldados por las diversas asociaciones defensoras de derechos humanos.

García, quien cotidianamente convive con estas situaciones, explicó que “la manera de enterarnos de estos casos solo es monitoreando permanentemente los lugares de detención” y agregó que “hace tiempo que venimos denunciando varios casos de tortura y situaciones de hacinamiento. Es un problema estructural del sistema en general, los pibes están tirados en las celdas sin ningún tipo de actividad y sin acceso a la educación”.

Mientras los menores son golpeados y maltratados por sus acciones pasadas, la Secretaría de Niñez y Adolescencia actúa como muchos sectores de la sociedad, mirando para otro lado como si se estuviera accionando con suma responsabilidad sobre personas que, en la mayoría de los casos, actúan en base a una formación o la falta de esta misma y como consecuencia de actos provenientes de los adultos.

No se trata de defender al delito, no se trata de aceptar los actos que no respetan las reglas sociales. Se trata de comprender de una vez por todas, que al golpear y abusar de un menor, sea cual sea su situación, lo único que se está haciendo es destruir radicalmente una vida, derrumbar las esperanzas de un mejor pasar y aplicar todo tipo de desidia precisamente hacia quienes deben ser el futuro del país.

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