Trabajan en las
redacciones de los cientos de diarios del país, construyen las noticias detrás
de las cámaras de televisión y cuentan la realidad desde un estudio de radio,
pero no son escuchados ni respetados por
una patronal que solo mide cuánto más se puede recaudar persiguiendo la
noticia. Un análisis profundo sobre la cruda y compleja situación que
atraviesan miles de trabajadores de prensa en la Argentina. Con la palabra de
Tomás Eliaschev, delegado del Colectivo de Prensa.
La situación de los trabajadores de prensa en la Argentina
puede resumirse a una palabra trillada pero no por eso menospreciada:
precarización. La continua persecución por parte de las patronales, los bajos
salarios, las malas condiciones laborales y otras tantas problemáticas son
algunas de las situaciones que vive un trabajador de prensa y que han sido
naturalizadas con el paso del tiempo. Si un empleado de la prensa escrita, radial
o televisiva se queja de las condiciones que debe afrontar cotidianamente para
ejercer la profesión del periodismo, esto es respondido con la peor y al mismo
tiempo mejor herramienta que los propietarios de los medios de comunicación han
sabido utilizar desde tiempos remotos: el silencio.
Esta situación, fue explicada por el delegado de Revista
Veintitres, periodista de Marcha, e integrante del Colectivo de Trabajadores/as
de Prensa (CTP) y del Frente Popular Darío Santillán (FPDS), Tomás Eliaschev. En
comunicación con Otro Viento, comentó que "paradójicamente, pese a la
exposición que tienen los medios de comunicación, hay un gran silenciamiento
sobre lo que ocurre hacia adentro de los medios en cuanto a la explotación y a
la enorme precarización que se da en las redacciones. Esto sucede no solo en
los grandes medios nacionales sino también en las provincias".
La explicación de Eliaschev no subyace de la nada misma.
Actualmente, los trabajadores de diarios como Hoy, Página/12 o Ámbito
Financiero, multimedios como C5N o Crónica, y radios como el caso de Radio
Nacional o Radio Provincia en Buenos Aires, se encuentran en una compleja
situación al no ser escuchados por sus patronales y estar expuestos a una
constante precarización. Es por esto, que el CTP puso en marcha la unión de
fuerzas entre los empleados de distintos medios del país para empezar a tomar
conciencia y buscar una salida a la precarización tan marcada y descontrolada
que se vive en la gran mayoría de los medios.
Eliaschev, explicó
que el CTP al que representa "es un intento más de organizar la
resistencia frente a la prepotencia de patronales que están acostumbradas a
manipular la agenda pública en función de sus intereses y que están
acostumbrados a no cumplir la ley en cuanto a las relaciones laborales".
A su vez, planteó que "tenemos que lograr una
organización de los trabajadores de prensa para resistir las condiciones en las
que trabajamos, porque uno de nuestros principales problemas para enfrentarnos
a esta precarización es la ausencia de conciencia de clase, en el sentido que
los compañeros de los gremios periodísticos tenemos dificultades para asumirnos
como parte de la clase trabajadora".
Escribir y hablar sin
poder hacerlo
¿Por qué un trabajador de prensa informa diariamente sobre
los tantos paros docentes (por nombrar un caso) que atraviesa la provincia de
Buenos Aires y el país a lo largo del ciclo lectivo y cuando un puñado de
trabajadores de prensa marcha al Ministerio de Trabajo no es publicado prácticamente
por ningún medio comercial? La respuesta a este interrogante podría reducirse a
la orden que cumple cada trabajador de silenciar su propia realidad y continuar
siendo víctima de un sistema mediático comandado fuertemente por pocas manos,
que lleva adelante la autocensura como una práctica cotidiana.
Por otro lado, y tal como lo expresa el Colectivo de Prensa,
será obra de cada trabajador el encontrar los recursos para ejercer la
profesión sin perder el puesto de trabajo y al mismo tiempo defender sus
derechos, muy alejados de los intereses que defienden los empresarios para
quienes trabajan.
"Hay una parte que nos corresponde a nosotros mismos y
somos cada trabajador de prensa en cada redacción los que tenemos que romper el
miedo y el individualismo para generar respuestas colectivas”, destacó
Eliaschev, al mismo tiempo que reconoció que “está surgiendo una nueva camada de activistas y militantes del gremio
de prensa, que podemos plantarnos de cara a la sociedad a decir qué es lo que
pasa adentro del Grupo Clarín, qué pasa con los nuevos grupos monopólicos que
se están generando y que podamos resistir los enormes grados de flexibilización
y maltrato laboral”.
Esta unión, también se vio impulsada como una forma de
enfrentar la falta de representación que actualmente ejerce la Unión de
Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), que este año pautó un aumento
del 21 % con el Ministerio de Trabajo, haciendo a un lado las voces de los
trabajadores que reclamaban y siguen reclamando un salario acorde a la
inflación percibida en los últimos meses.
Eliaschev, califica como “pésima” la relación que los
trabajadores mantienen con el gremio y asegura que la cabeza conductora de la
UTPBA "está al frente hace décadas y han abandonado todo intento por
resistir a las patronales, no presentan ninguna batalla, no proponen
organización en ningún lugar de trabajo como las agencias de noticias, los
diarios, las radios y la televisión", y agregó que "son un grupo con
un impresionante alejamiento de la realidad del laburante y de forma insólita
nos acusan de elitistas por querer defender las condiciones de trabajo, cuando
lo que hacemos es organizar a los trabajadores que hacen la tarea
específicamente periodística para defender las condiciones laborales y el
salario".
Además de que en este año se concretó uno de los peores
acuerdos paritarios de todo el país y la UTPBA no permitió la participación de
los delegados electos en las negociaciones con el gobierno nacional, también
desde hace años no ofrecen respuestas ante los abusos que ejercen diariamente
los empleadores en los medios de comunicación, ya sea soportando las larga
pasantías, las colaboraciones o cualquier herramienta utilizada para no
efectivizar a más trabajadores.
Para el delegado, el gremio “tiene un discurso progresista o
ligado a causas más populares pero su práctica no se condice con eso", y atribuyó
esto "a los intereses de una camarilla que lo único que busca es preservar
sus propias fuentes de sustento, que están hace demasiados años atornillados a
los sillones del sindicato, entonces procuran desorganizar y fomentar el
aislamiento y la indiferencia; es un sindicato que plantea que los trabajadores
no nos organicemos y no luchemos por nuestros derechos".
El primer paro de los trabajadores de prensa que se registra
en la Argentina se remite a 1919, cuando el diario La Prensa sufrió acompañado por los obreros gráficos y que
derivó en la primera lucha en defensa de los derechos de los trabajadores de
los medios de comunicación. Ésa, es la lucha que hoy se encuentra al margen del
resto de reclamos laborales que mantienen cientos de trabajadores argentinos.
“Entender esta lucha por dentro es muy importante y lo que no se puede escribir
en los medios en los que trabajamos, lo podemos hacer por otros medios para
tirar una botella al mar y seguir luchando por ser reconocidos”, enfatizó
Eliaschev.
El después de la Ley
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual marcó una
nueva era para el periodismo de la Argentina. Más allá de los beneficios
anunciados y los no alcances de la norma reclamados por diversos sectores,
desde el CTP rescatan el valor que tuvo una Ley de Medios que supo evidenciar
el accionar político, social y económico que ejercieron y siguen ejerciendo los
medios de comunicación hegemónicos dentro del territorio argentino, con complicidades
fuera de las fronteras.
En este marco, Eliaschev afirmó que “el gran mérito de la
Ley fue el proceso previo de discusión, que tuvo un planteamiento sobre el
derecho a la información, el cuestionamiento al monopolio y el conocimiento
sobre los intereses del Grupo Clarín, todo lo que creo que fue positivo para
abrir una grieta y poner en cuestión el rol y la realidad de los medios de
comunicación”.
De igual forma, aseguró que “también hemos observado que se
han constituido nuevos monopolios o han crecido grupos empresariales, y vemos
que es una pena que no se haya fortalecido a los medios comunitarios, al
incluir un espacio prioritario para los medios sin fines de lucro, porque se ha
avanzado poco en la desmonopolización en ese sentido. Los actores no han
cambiado, ha cambiado la subjetividad en la discusión, y hace falta avanzar en
muchas leyes antimonopólicas”, añadió.
Asimismo, Eliaschev detalló
que "luchamos por discutir a fondo el rol de los monopolios y el derecho a
la información y a la comunicación, porque tal como los docentes, nos aparente
que no ejercemos cualquier oficio, sino que es un oficio que forma una
conciencia que no puede estar mercantilizada, como lo es en la situación actual".
"Las tapas no son nuestras, el tamaño de las notas no
lo decidimos -continuó-, pero si uno lee con atención todos los medios, va a
describir grietas en donde aparecen cosas que uno no hubiese imaginado o si no
existiese alguien que las estuviese disputando con alguna línea o recuadro
antisistémico".
El diario que pega
El diario Hoy de La Plata, conocido históricamente por
distribuirse de forma gratuita y portar un alto contenido de publicidad en sus
hojas (actualmente tiene un valor de diez pesos), no es solo un diario más de
la capital bonaerense. Recientemente, un nuevo trabajador de prensa fue
agredido dentro del diario dirigido por Myriam René Chávez de Balcedo, una
mujer apuntada por una estricta y sistemática forma de presionar a sus
trabajadores, principalmente a través de la violencia. Esa violencia, es
ejercida desde la palabra, desde la abolición de los derechos laborales y, por
si acaso esto no bastara, desde la golpiza física. De esa perversa manera,
opera uno de los diarios más importantes y leídos de la provincia de Buenos
Aires.
Una nueva muestra de esto es lo que se vivió en los primeros
días de agosto de este año, donde perdieron el trabajo siete trabajadores de un
total de 15 despidos que se esperaban luego del receso invernal en el diario
platense. Además, el despido de los trabajadores que ejercían su profesión
contratados en negro o en el mejor de los casos como monotributistas, fue por
medio de insultos de la dueña del diario y sin previo aviso ni justificación.
La represión y el maltrato por parte de Chávez de Balcedo es
una constante, ya que no solo toma decisiones sin amparar los derechos de los y
las trabajadoras, sino que también lo hace aplicando un mecanismo perverso de
intimidación a través de insultos o contratando a personas ajenas y/o propias
al diario, para echar a los trabajadores por la fuerza de sus puestos de
trabajo, tal como ocurrió el pasado viernes 1° de agosto, cuando fueron
despedidos cinco trabajadores.
Si bien Eliaschev dialogó con Otro Viento antes de los últimos despidos del diario Hoy, también
aseveró que ante esta situación "vemos con muy buenos ojos que la FATPREN
(Federación Argentina de Trabajadores de Prensa) esté presente denunciado la
violencia laboral y la precarización de este caso", y recalcó que
"esta es una situación que viene desde hace muchos años y es necesario que
tomemos esto de forma nacional, que podamos difundir y que se sepa, porque La
Plata es la capital de una Provincia que tiene la dimensión de un país y el
diario Hoy es uno de los más conocidos de la ciudad".
Por último, con
respecto a los trabajadores, recordó una herramienta propuesta por el sindicato
de prensa de Mendoza, que propone defender a los empleados en base al artículo
64 del Estatuto de Periodista. Esta norma, "le indica al Estado que no
puede financiar medios que no cumplan con este estatuto que poseemos los
periodistas, y sería muy bueno que se tome en serio y los Estados nacional y
provincial no financien medios que no cumplan con la ley, por lo que hoy
deberían dejar de financiar a la totalidad de los medios", apuntó.
En este momento en una lista interminable de medios
gráficos, radiales y televisivos, se despide a los trabajadores sin ningún tipo
de pudor. Pero que esta situación continúe depende de la organización que
puedan alcanzar los trabajadores de prensa para luchar
unidos contra una patronal que jamás reconocerá los derechos de los empleados
por el mero hecho de hacerlo. A su vez, replicar cada caso particular, parece
ser una forma de evidenciar una problemática por demás oculta, siniestra y sin
respuestas de un Estado, por ahora, ocupado en otras cuestiones. Los
trabajadores de prensa también son parte de la clase trabajadora, y al menos
esta vez aunque se vean obligados a hacerlo, empiezan a construir la noticia desde
adentro.
Por Carlos M. López
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