Aunque sean pequeñas, gracias a la unión, todas juntas se convierten en camión
En la historia
reciente de la Argentina, la crisis del 2001 fue uno de los sucesos que caló
hondo en la historia nacional; atravesó todas las clases; marcó los calendarios
y la memoria como una fecha clave; se cobró vidas, generó resistencias, más
lucha y organización ante un estado sociopolítico y económico que no daba para
más.
En este marco, de
aquel caluroso y agitado diciembre, de saqueos y revueltas populares, lxs
uniformadxs tuvieron vía libre una vez más para disparar y matar con total
impunidad. Esta vez, la bala alcanzó al militante social Claudio
“Pocho” Lepratti, popularmente conocido como el “Ángel de la bicicleta”.
Ante la balacera de aquel 19 de
diciembre, se subió al techo de la escuela en la que trabajaba cocinado para
lxs chicxs de un barrio periférico de la ciudad de Rosario, gritando: “¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes
comiendo!” Y fue ahí donde encontró la muerte, de la mano de
balas miserables, balas canallas, balas asesinas. Bala que lo mató de un tiro
en la garganta, tan simbólica, tan letal.
Su militancia, su esmero y dedicación lo convirtieron en un
referente, en uno de los tantos héroes anónimos, mártires de la historia.
Recorría la ciudad de punta a punta en su bicicleta, con una mochila cargada de
folletos con consignas, alimentos por si había que improvisar un guiso, el
mate, y sueños por supuesto.
Su lógica de acción era la de una hormiga, con el objetivo de
formar un ejército de hormigas que trabajasen comunitariamente para hacerle
frente a los “hormiguicidas” que sostienen este sistema de desigualdades, de
violencia y hambre.
Soñaba otro mundo, y con su labor de hormiga obrera lo iba
construyendo surcando caminos, formando puentes, generando organización, unión,
cooperativismo, con la convicción de que sí se puede y se debe construir otra
realidad, otro mundo, “un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos”.
A pesar de su muerte, y del dolor que genera la pérdida de un
referente, su ejemplo de hormiga hoy
vive en todxs lxs que luchan. Su bicicleta, su trabajo de
hormiga, sus jóvenes 35 años… son el motor. Canciones, murales, bibliotecas
populares, comedores, y demás tipos de organizaciones que hoy llevan su nombre
continúan impulsando su lucha, reviviendo y resistiendo el sentido ¡Pocho Vive!
TEXTO: Guillermina Aguirre
TEXTO: Guillermina Aguirre
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