La
ciudad de La Plata no es la misma que hace un tiempo atrás. Desde que comenzó
la gestión de Bruera, los dispositivos
de seguridad han aumentado considerablemente. Desde la colocación de
luminarias, pasando por los botones anti pánico y las cámaras de vigilancia,
hasta llegar a las patrullas municipales; sí, esos coches verdes que, cada vez
con mayor frecuencia, patrullan la ciudad.
Es así
que, a mitad de año, el bruerismo lanzó e implementó el denominado Sistema
Municipal de Prevención y Protección, bajo el lema “Para una Ciudad más Segura”,
que comprende varios dispositivos. Entre ellos sobresalen los “Corredores
Seguros”, que consisten en aplicar la inmensa batería de mecanismos previamente
mencionados a una delimitada zona de la ciudad.
Basta
con observar los sitios donde actualmente funcionan éstos (calle 8 entre 44 y
51, avenida 13 entre 32 y Plaza Paso, etc.), para inferir que la presunta
política pública está sesgada por el marketing, ya que por esas zonas
comerciales circulan, habitualmente, los sectores medios y altos.
Vigilar
para la impunidad
Bombos, platillos, fuegos artificiales, presencia de medios de
comunicación amigos y muchos aplausos. No, no van a inaugurar un plan de obras
públicas en Villa Elvira: Bruera y sus amigos presentan algunas cámaras de
seguridad en City Bell. Seguramente, pasaron por alto que varios países
occidentales apostaron e invirtieron millones en las cámaras de seguridad para reducir
la criminalidad y fracasaron permanentemente.
Las
cámaras de seguridad son presentadas como la solución mágica de todos los
males, y son un eslabón más de la estructura burocrática de impunidad y de la
industria del miedo, consolidando la estigmatización, vigilancia y control de
los marginales de nuestra ciudad como enemigos internos y funcionando tan
selectivamente como cualquier componente del sistema penal.
La sofisticación de dispositivos de control social intensifica la
alarma social e impide abordar la problemática de la “criminalidad” en perspectiva
interdisciplinaria. Es así como protege a algunos sectores e incrimina a otros,
profundizando la polarización social e invisibilizando las verdaderas
problemáticas que debe afrontar el Estado.
Para esclarecer los asesinatos de Franco Quintana y Axel Lucero (entre
otros casos posibles de gatillo fácil encubierto, es decir, de pibes asesinados
por la policía en dudosas circunstancias) las cámaras no van a funcionar; sí
funcionarán para encerrar a los elegidos de siempre.
En el modelo de seguridad de Tigre que la administración platense
pretende imitar, sólo sonríen los oriundos de Nordelta y su intendente burgués
de la UCeDé, previa celebración de las corporaciones mediáticas de siempre.
Bruera pretende demostrar que el Estado ya no sabe qué hacer y que ha
atravesado todos los caminos, cuando en realidad recurre a las mismas recetas
sistemáticamente ¿Por qué Pablito quiso instalar cámaras de seguridad en las
escuelas? ¿Por qué junto con Scioli no se comprometen en la aplicación e
implementación de la Ley 13.298 de Promoción y Protección de los derechos del
niño?
Del Presupuesto Municipal propuesto por Bruera para 2014 surge cómo la
administración platense pretende reforzar la mano derecha del Estado en
desmedro de la izquierda: el proyecto presentado procura destinar $67 millones a la Secretaría
de Seguridad (encargada del Sistema Municipal de Prevención y Protección “Por una Ciudad más Segura”) en tanto que
disminuirá en casi un 6 por ciento, lo destinado a Desarrollo Social
(reduciéndose también montos destinados a Salud).
Más seguridad, menos libertad.
Es tan
clara la política dirigida a combatir la inseguridad que, sin duda, constituye
un eje central de la administración municipal. Es un modelo de gestión que
responde a los intereses de las capas
medias y altas de la sociedad que, atosigadas por el discurso mediático, observan en el incremento del
aparato represivo la salida rápida y eficaz al asunto.
En este
marco, se olvidan que la problemática de la inseguridad forma parte de un entramado más complejo, donde la salida
artificial propuesta, no soluciona el asunto
sino que, por el contrario, lo agrava y redefine. No se intentan
promover políticas públicas destinadas a remover las causas que impulsan a
determinadas personas a transgredir la ley penal.
Es
preciso decir que los mecanismos de seguridad están dirigidos a paliar los
delitos que se cometen contra la
propiedad: hurtos y robos en sus diferentes modalidades. Dejando de lado, los delitos cometidos por
personas pertenecientes a sectores con
poder económico y/o político, tales como: fraudes, estafas, enriquecimiento ilícito. Estos delitos no salen
en los periódicos matutinos tradicionales y esta omisión no es casual, obedece
a los intereses que defienden, al conjunto de ideas que los condiciona,
determinando el contenido de sus páginas y formando opinión a grandes escalas.
La vía
represiva limita, principalmente, los derechos y garantías de las personas que
son “etiquetadas” por el sistema penal, sobre quienes recae el peso de la
reacción social. Asimismo, la presencia de patrullas en forma constante también
acota las libertades de los otros
sectores “no etiquetados”, ya que por medio de las cámaras de seguridad
fijas -colocadas en las principales
arterias de la ciudad- y móviles -patrullas municipales- el clima es de
constante vigilancia. Si te tiras un pedo, un “azul” -ahora “verde”
también- te susurra qué comiste.
¡Arriba las manos! Llegó el pistolero
Granados…
Con la
designación del Ministro de Seguridad, Alejandro Granados -ex intendente de
Ezeiza, y conocido popularmente como “el pistolero”-, tanto el gobierno
nacional como el provincial reconocieron
públicamente la mediatizada “inseguridad”. Sin duda que esto se debió al revés
electoral sufrido, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires, donde Sergio
Massa, con un discurso focalizado en la inseguridad absorbió un caudal
importante de votos, posicionándose como candidato presidenciable para 2015.
Es así que,
a modo de dar una respuesta a la tribuna y apaciguar la situación, se
impulsaron una artillería de medidas.
Hoy, la más importante está constituida por el proyecto de ley, presentado en
la legislatura provincial, referido a la creación de las policías municipales. En
palabras del Ministro: “Necesitamos que
la Ley de la creación de la Policía Municipal avance rápidamente para poder
seguir combatiendo este problema que nos afecta a todos. Tenemos una meta: en
el 2015 queremos tener 100 mil hombres abocados a la seguridad”.
Es notable como cobra vigencia (y van pasando los
años desde el efecto Blumberg) nuevamente esa fiebre contaminante y atractiva para
la dirigencia política: el populismo penal. La traducción de más violencia
estatal en nombre de la presunta voluntad mayoritaria.
La respuesta represiva, es la única que aparece como válida en las
brillantes mentes de los encargados de
la seguridad. Su concepción ignota de la seguridad es sinónimo de más policía.
Claro, quizá utilizan la lógica, mejor dicho, su lógica: si hay más policías
hay menos ladrones, por ende, menos delitos, y consecuentemente más seguridad.
¿Quién mató, acaso, a Soledad Bowers mientras hacía la fila para entrar
a un recital? ¿La ceguera no les permite
ver la realidad o prefieren que una venda -intencionalmente- cubra sus ojos?
¿No saben que la policía es la principal gerenciadora del delito? Olvidan
claro, que a Luciano Arruga lo desaparecieron por no querer robar para ellos en Lomas del Mirador. Olvidan que
Ezequiel “Kiki” Lescano recibió varios balazos a sangre fría por un policía de
la comisaría 52 del barrio Villa Lugano.
Olvidan… ¿Olvidan? No, no olvidan, saben bien qué es lo que generan
con más chapa y pistola en la calle pero, sin embargo ejecutan; no les interesa
atacar las causas de la problemática, les seduce reprimir, porque de esa forma
garantizan su dominio de clase a través de la mentira y la violencia.
IMAGEN: Trinidad Mele Helguera
TEXTO: Aramis Lascano - Anton Morosi
IMAGEN: Trinidad Mele Helguera
TEXTO: Aramis Lascano - Anton Morosi
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