¿Ya tenés la Plataforma de este año?
Banderas de palo, bengalas, cantitos, dos
grupitos enfrentados, bombos con platillos. No, no es el encuentro entre dos
hinchadas en la previa a un clásico. Es la mística de las elecciones
universitarias. En este caso, las que se
desarrollaron en la Universidad Nacional de La Plata el 6, 7 y 8 de noviembre
(vamos a ahorrar el chiste fácil en esta ocasión).
Esa mística, el folklore electoral que tanto les gusta a los militantes y que
tanto aterroriza al resto del estudiantado, año tras año se viene ensuciando
cada vez un poco más. Lamentablemente
diversos hechos de violencia se sucedieron en las distintas facultades,
logrando únicamente que el estudiantado se separe cada vez más de las agrupaciones,
llegando al punto de ni siquiera sentirlas parte del día a día; dándole lugar
al ya conocido y nefasto discurso de que “a la facultad se viene a estudiar”.
Un mea
culpa general y sincero debería ser
parte de los balances de cualquier organización, sin distinción
ideológica. Eso sí, es necesario aclarar que la agrupación reformista por
excelencia, esa que se queda afónica cantando “la democracia es mi principal
bandera”, es una de las peores al momento de embarrar el escenario, tanto en
los pasillos como en los escrutinios.
Yendo a los resultados de estas elecciones, la
primera mención obligatoria, es indicar que no hubo cambios significativos
respecto al 2012. El único Centro que mutó de conducción fue el de la Facultad
de Trabajo Social, donde la Agrupación 26 de Junio (que pertenece a la COPA,
brazo estudiantil del Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional), le
arrebató la presidencia y la mayoría los consejeros estudiantiles a La Fuerza
de Trabajo, frente liderado por la Juventud Guevarista.
En una facultad pequeña, pero significativa
por su historia de lucha, esta realidad muestra un nuevo retroceso en la
acumulación de fuerzas del campo popular, ya que la izquierda se ha visto (una
vez más) fraccionada, primando las diferencias por sobre los grandes puntos de
acuerdo. Esta desunión sólo le hace el caldo gordo a la gestión, y la envalentona para afrontar con más aire
la elección de autoridades del próximo año.
El radicalismo en la Universidad (para algún
distraído, Franja Morada, la cual ya citamos tácitamente dos párrafos arriba), logró mantener las tres facultades que conducía: Económicas,
Derecho y Agronomía. No es casualidad que esta corriente
política conduzca en dos de las facultades más conservadoras de la UNLP, y
tenga consejeros estudiantiles en Odontología (donde la conducción es el
Movimiento Odontológico “Independiente”, claro alfil de la gestión) y Ciencias
Astronómicas, facultades por demás despolitizadas.
Siempre al pie del cañón para desmovilizar
cualquier situación de asamblea, fomentando el amiguismo y negándole el
carácter de órgano gremial al Centro de Estudiantes, Franja Morada sigue siendo
esa piedra en la zapatilla que no deja caminar, como se debe, al Movimiento
Estudiantil.
En la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales, el Consejo Directivo sumó una
nueva voz luego de dos años de hegemonía
morada. El frente compuesto por Movimiento Universitario Sur y Nuevo Derecho
(Movimiento Nacional Reformista) hizo una buena elección rozando el 25 por
ciento del total de los votos.
Ahora bien, ¿representa esto un cambio en la
composición del Consejo? Tanto Franja Morada, como el frente recién citado,
forman parte a nivel local, provincial y nacional del armado político “Frente
Progresista Cívico y Social”, por lo que es difícil pensar en una independencia
de éste al momento de votar cuestiones claves en el Consejo.
En organizaciones claramente verticalistas
como las nombradas, la decisión de un referente vale por el todo, callando y
convenciendo a los militantes de base de qué ES lo correcto. A muchos de estos
pibes con buenas intenciones, les regalaron espejos de colores con la cara del
Che de un lado, y la sonrisa Colgate de Prat Gay, del otro.
¿Y el peronismo? ¿Qué pasa con el peronismo?
Ahí anda, medio rengo, pero siempre anda. Algunos, orgullosos de su condición
de ser peronistas puros, como la Agrupación Rodolfo Walsh en la Facultad de
Periodismo y Comunicación Social. Otros esconden su orgullo (si es que lo
tienen) en otras banderas, como el Miles, organización que conduce el Centro en
Psicología y es segunda fuerza en Humanidades y Bellas Artes, junto a La
Cámpora.
El kirchnerismo en sus variantes
universitarias, sigue siendo un actor considerable en la UNLP, a diferencia de
la UBA donde no conduce ni un solo centro. A las ya citadas Periodismo y Psicología, hay
que sumarles facultades menores como Exactas donde conduce SUMA -una forma
heterodoxa del proyecto nacional y popular- e Informática.
El tema kirchnerismo y Universidad da para
escribir varias y largas notas. En diez
años de gestión, habiendo inaugurado más de una docena de universidades y
teniendo como estandarte “el regreso de
la juventud a la militancia”, no han podido mostrarse como una opción
convincente en el terreno estudiantil.
Incluso tuvieron que crear una Federación
Universitaria Argentina paralela (la FUA de los Estudiantes), por no tener ni
siquiera la capacidad de disputar contra el radicalismo y la izquierda. Por
eso, esa deficiencia de representación a nivel nacional, se ve con claridad en
los anclajes locales.
La izquierda, en sus diferentes acepciones, es
la fuerza mayoritaria en la UNLP. La retención de los centros de las Facultades
de Humanidades por un lado, y el de Arquitectura por el otro, son los dos
mejores logros. Principalmente el de Arquitectura, donde el frente integrado
por la Juventud Guevarista y el Partido
Obrero, le sacó casi mil votos de diferencia a Franja Morada, antigua
conducción del CEAU. Como en ninguna otra Facultad, un grupo de estudiantes no
agrupados, militan y forman parte del Centro.
Con
todas las limitaciones de la inexperiencia, y peleando contra las ya conocidas
características de auto-construcción de las organizaciones de izquierda, que los estudiantes se sientan parte del
Centro, participen en la toma de decisiones y rompan toda su estructura
burocrática, debería ser el horizonte de toda organización que se reconozca
parte del campo popular.
¿Y
ahora qué pasa?
El 2014 no es un año más para el movimiento
estudiantil. Es el año de elección de las autoridades en cada Facultad y en el
Rectorado de la Universidad. Ante la
alianza notoria entre el radicalismo y el kirchnerismo para que continúe la
gestión en cada Facultad, es completamente necesario tener a una FULP unida y
de pie.
Que la
FULP esté unida, significa que se produzca la apertura a todas las tendencias
de la izquierda y deshacerse de aquellas organizaciones políticas que buscan
por atrás un guiño de la gestión.
Si tenemos la vocación y voluntad de copar las
calles cuando se meten con el presupuesto educativo, cuando desde arriba la
CoNEAU busca penetrar en el seno de cada facultad; también la FULP tiene que
unirse en políticas claras para enfrentar a un modelo de Universidad que lleva
varias décadas en el poder. La necesidad
de un Plan de Lucha contra la Ley de Educación Superior debería ser hoy la
tarea principal.
Por eso el 2014 representa de nuevo la
posibilidad de la unión. Depende de las organizaciones, pero también de la
exigencia del estudiantado en su conjunto de exigirles a ellas la lucha
unitaria que pueda llevarnos a una victoria.
Una educación al servicio del pueblo, que
forme profesionales comprometidos con la realidad, que no transe con empresas
privadas para que le suelten un mango más, que avance en la lucha por la
democratización de los órganos de cogobierno, son las principales causas que se
deben llevar adelante.
La
unión para vencer en todos estos reclamos, es difícil. Jamás imposible. Hace
casi un siglo, un grupo de pibes en Córdoba, tomó el cielo por asalto y produjo
la Reforma Universitaria. Una nueva reforma no sólo es
necesaria, sino también obligatoria.
Texto: Nacho Saffarano
Imagen: Trinidad Mele Helguera
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