Las revistas culturales,
independientes y autogestionadas cumplen
una función social básica que es nada más y nada menos la de pluralizar la
palabra y garantizar la libertad de expresión. Diversas, heterogéneas y
federales, somos muchas y queremos una norma que nos ampare.
A partir de la aprobación en 2009
de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en Argentina, se generó en
el ámbito de la comunicación un cambio de paradigma. ¿Por qué decimos esto?
Primero, porque se vio la necesidad de desmonopolizar la propiedad de los
medios de comunicación para diversificar las voces; y segundo, porque se
comenzó a pensar a la comunicación como un derecho humano, y no como un
negocio.
Con la sanción de la ley
mencionada, los medios gráficos culturales, autogestionados e independientes
vieron propicio el contexto para presentar un proyecto de ley que las reconozca
y visibilice.
Entonces, con el objetivo de
pelear por unas condiciones de mayor igualdad frente a los medios comerciales,
en abril de 2011 se conformó la Asociación de Revistas Culturales
Independientes de Argentina (AReCIA), que logró nuclear más de 320
publicaciones a nivel nacional. "Hace un tiempo empezamos a notar la
importancia que significa poder encontrarse con otras revistas para hacer cosas
juntos y no andar llorando por separado sobre la fragmentación social y los
problemas del individualismo", explicó Sergio Ciancaglini, integrante de
la Cooperativa lavaca y editor de Periódico MU.
El proyecto de Ley de Fomento
para la Producción Independiente y Autogestiva de Comunicación Cultural por
Medios Gráficos y de Internet fue presentado por el diputado nacional Jorge
Rivas ante la Cámara Baja el 14 de mayo de este año y actualmente está siendo
tratado en las comisiones.
Los puntos más importantes del
proyecto son tres:
- Desgravación impositiva. Para contextualizar esta medida es
necesario remontarse al 2001, cuando desde los medios comerciales presionaron
al gobierno de De la Rúa para que las revistas pagaran IVA. Claramente esta
maniobra no era para beneficiar al Estado, sino a las propias corporaciones que
de esta forma evitaban descargar los débitos fiscales que acumulaban por sus
otros negocios. En ese entonces se negoció un IVA del 10,5 % para las revistas,
impuesto que hoy buscan suprimir para poder lograr emprendimientos sustentables
económicamente.
- Creación del Fondo Nacional de Desarrollo. En este punto se plantea
la necesidad de crear un ente que otorgue subsidios equivalentes al 20% del
presupuesto de la pauta oficial para que sean destinados a inversiones
productivas.
- Protección de los derechos de libre circulación. Con esto, se apunta a la difusión y
circulación de los productos culturales. Propone que desde los Ministerios de
Cultura y Educación se destinen fondos para la compra de lotes sustanciales de
cada revista, con el objetivo de hacerlas circular por bibliotecas escolares y
públicas de todo el país.
(des)igualdad de oportunidades
Las revistas culturales autogestivas, siendo las que menores ingresos
tienen, se encuentran en una verdadera desventaja frente a los medios gráficos
comerciales. Por empezar, desde que Clarín y La Nación se apropiaron de Papel
Prensa durante la última dictadura militar, la producción de papel se
monopolizó beneficiando a "los grandes" que pagan por éste la mitad
respecto de la prensa escrita. Esto incide en que las revistas autogestionadas
no puedan acumular stock para evitar ser víctimas de los aumentos
inflacionarios del precio del papel. También los circuitos de distribución y
venta están armados de una determinada forma en que los grupos concentrados
salen beneficiados en términos monetarios. Históricamente el circuito se
organizaba de manera tal que entre el representante, los camiones distribuidores
y el kiosquero o canillita se quedaban con el 50% del precio de tapa. Luego,
los medios comerciales cambiaron su lógica y desfiguraron el sistema. "El
negocio ya no era vender, sino publicitar. Un diario Clarín que el día sábado tenía un 60%
de contenido publicitario
y apenas un 40% de contenido periodístico, ¿quién lo iba a comprar? Pero necesitaba
que lo lleven, lo
exhiban, y vuelva. Y eso de llevar y traer no deja nada
de dinero, ni al recorrido ni al canillita", explica Claudia Acuña, presidenta de AReCIA e integrante de Periódico MU.
A todo esto, los problemas se profundizaron: empezaron a quebrar los
recorridos de los cuales Clarín compró -a precio vil- tres de los trece; y
compró también unos 300 kioscos de la capital a raíz de su endeudamiento. Por
eso se vuelve necesaria esta ley que apoya la verdadera pluralidad de voces. No
hay que dejar pasar el hecho de que los medios de comunicación se han ido
fortaleciendo con el correr de los años hasta transformarse en los actores
sociales más poderosos que inciden sobre la opinión pública. Por lo tanto, su
homogeneidad atenta contra la verdadera democracia y libertad de expresión. El
proyecto de ley se planteó a partir de la necesidad de reconocer a la edición
de la cultura independiente y autogestiva como un actor que durante mucho
tiempo ha sabido comunicar, aún en momentos de crisis, lo que otras voces
silenciadas tenían -y tienen- para decir.
Asimismo, también se busca saldar
la responsabilidad que la Ley de Servicios Audiovisuales debería haber asumido
con el sector que omitió a las publicaciones gráficas y de Internet, canales
por los cuales esa misma ley fue discutida y defendida. Su aprobación implica
no sólo reafirmar un debate saldado como sociedad que ya eligió qué tipo de
comunicación quiere, sino también replantearse dónde se destinan los recursos
del Estado.
Tal como plantea Acuña: “No se
puede tratar a todo el mundo igual si no somos todos iguales, porque es una
injusticia: así, el que es más pobre, no llega nunca. El brazo del Estado tiene
que ser más largo para aquellos que están más lejos, más lejos por capacidad
económica o geográficamente, a esos hay que ayudar”.
Con el fin de alentar el
crecimiento de las revistas autogestionadas e independientes, AReCIA conformó
nodos en distintos puntos del país: Córdoba, Tucumán, Misiones, La Plata,
Mendoza, Mar del Plata y Patagonia descentralizando y avanzando en la
conformación de una comunicación federal en Argentina.
Las revistas culturales,
independientes y autogestivas tradicionalmente han expresado distintas voces y
realidades, conscientes de que la comunicación es una herramienta para el
cambio social, implicando una opción frente al discurso dominante. Bajo el lema “las revistas culturales
no se venden porque vos nos bancás”, estas publicaciones sobreviven por su
vínculo con los lectores. Son muy pocas las que tiene pauta oficial o se
sostienen con publicidad.
Detrás de las revistas se
construyen redes, organizaciones y espacios sostenidos desde la autogestión y
mediante el compromiso con distintos actores sociales. Conforman experiencias
que en base a la construcción colectiva democratizan la palabra, porque creen
-creemos- en la comunicación como herramienta de transformación social en un
proceso de construcción colectiva.
Muchos de los temas y problemáticas
que no toman los medios comerciales son abordadas por estas revistas. A partir
de ellas podemos dar cuenta de procesos de lucha de otros grupos que quieren
ser escuchados, en un contexto caracterizado por la existencia de sectores
privilegiados que detentan el poder político, económico y cultural.
Pensar en una nueva forma de
comunicación es elegir libre y creativamente desde qué lugar hablar, sobre qué
y con quiénes. De esta manera se construye la identidad, entendiéndola como un
modo de definirse y constituirse, pero siempre con la mirada puesta en el otro,
ya que nada bueno se construye desde la individualidad.
Abrir el debate con esta ley significa poner en discusión que otra
comunicación es posible, la que va por los bordes, por la orilla, buscando
nuevas formas de comunicar -y no de informar- promoviendo una revisión de
lo naturalizado por la cultura dominante. Otra forma de hacer comunicación que
planta la bandera de la independencia y la autogestión como forma de
construcción colectiva y donde la comunicación comienza a ser genuina.
TEXTO: Florencia Abelleria y Carla Laviuzza
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