El Colectivo de Varones
Antipatriarcales pone la masculinidad en debate. El ser "hombre" es
una construcción cultural, una imposición antinatural que reproduce la
desigualdad de sexos.
Por Mike W. Hannigan
Cuando el Colectivo de Varones
Antipatriarcales comenzaba a formarse, decidimos agruparnos por afinidad de
intereses y objetivos, donde los afectos y el buen humor nos unieran. Teniendo como
objetivo lograr cambios, trabajando con varones y empezando por nosotros
mismos, con voluntad de integrarnos y participar en un nivel de igualdad y
cooperación horizontal, desarrollamos un espacio de confianza y compañerismo donde
nuestra energía fue volcada a la lucha antipatriarcal con criterios de
organización y construcción colectiva.
No todxs quienes nos integramos al
feminismo entendemos lo mismo por este término, al menos no fue así cuando nos
acercamos por primera vez. Hay quienes ya estábamos familiarizados con las
producciones intelectuales feministas, o habíamos trabajado coordinadamente con
espacios de mujeres, habiendo tejido un compromiso político y afectivo
preexistente a la experiencia de organizarse con otros varones. Otros
compañeros, con menos acercamiento a estos espacios, manteníamos dudas o
prejuicios relacionados a los mitos en torno al feminismo, y más
específicamente, a los prejuicios que hacia el interior de cierta cultura de
izquierda subsisten en torno al mismo: que el feminismo es burgués, de clase
media, reformista, o que pretende generar fracturas internas en los movimientos
sociales.
En el camino que comenzaba nos fuimos
conociendo a través de algunas propuestas y discusiones. Comenzamos a compartir
puntos de vista, manifestando acuerdos y confianzas mutuas, lo que permitió
clarificar el rumbo que queremos encarnar para transformar y transformarnos. Sin
embargo, más allá de las diferentes
trayectorias personales, militantes, y de formación previa, la mayoría que nos
acercamos al colectivo lo hicimos interpelados por organizaciones y activistas
feministas, que nos invitaron a reflexionar sobre nuestras prácticas sexistas,
y su funcionalidad con el sistema de desigualdades de géneros. En ese sentido, gracias a las luchas de las
mujeres, se ha tomado conciencia de que la masculinidad es cultural y
constitutiva de un sistema opresivo.
Por aquel entonces, cuando el espacio
comenzaba, los desafíos eran: construir un espacio con una profunda crítica de
las propias identidades de género, atravesadas por la Masculinidad Hegemónica y
por el sistema desigual de distribución de poder entre géneros; construir anti
jerárquicamente y confrontando al Patriarcado y todo sistema de dominación que
reproduzca desigualdades, fragmentación y estratificación vertical; construir
un espacio horizontal y colectivo, con presencia activa y protagonismo real de
sus integrantes; apostar a una construcción prefigurativa, que solo a través de
las relaciones de cooperación, solidaridad, afecto y confianza, se puede ir
construyendo, con nuevas formas de ser y de relacionarnos entre nosotrxs: aprendemos
a ser varones identificándonos e interactuando.
También otros grandes retos fueron generar
articulación desde la diversidad, ya que existe la necesidad de construir
vínculos entre colectivos militantes de las diversas identidades de género,
dirigidos hacia reivindicaciones sociales y políticas diversas, de carácter
crítico y transformador; y deconstruir formas de organización excluyentes,
discriminatorias, individualistas, competitivas típicas en los varones, ya que
si no se puede pensar en cambios reales en las relaciones entre los varones, mucho
menos entre las diferentes identidades de género.
Por último, creímos que una tarea
importante era trabajar con otros varones desde nuestras masculinidades, en tanto
preocupados por las desigualdades inherentes al sistema para avanzar en
organizarnos y transformarnos; y construir un espacio que involucre una implicación
personal y colectiva de los varones participantes, con objetivos que apunten
tanto a la lucha e intervención activa contra el sistema patriarcal, contra la
violencia, la discriminación como a promover transformaciones sociales
profundas en nuestra realidad social.
Hoy, los desafíos siguen siendo los
mismos… y más. Hemos aprendido de
nuestrxs compañerxs la valentía y la determinación de enfrentar los mandatos
que se nos imponen como naturales, para desarticular nuestra masculinidad
machista, con muchísimos prejuicios por romper, y para sumarnos a las luchas
del feminismo y del colectivo de mujeres, LGTTTBIQP, por una sociedad más
justa, diversa e igualitaria.
En nuestro trabajo colectivo desarrollado
a través de talleres de educación popular, de intervenciones callejeras, de espacios
de coordinación y articulación con el movimiento feminista, aquellos prejuicios
iniciales se iban desmoronando. Vimos que las “diferencias entre varones y
mujeres” no son naturales, ni ahistóricas, que el sistema que organiza y
reproduce las desigualdades entre los géneros es el Patriarcado, que funciona a
la par del Capitalismo, el Heterosexismo y el Racismo, y que a ellos hay que
atacarlos a través de procesos revolucionarios profundos, que éstos empiezan
por casa y se dan todos los días, politizando nuestra cotidianeidad;
haciéndonos cargo de que “lo personal es político”.
Encontramos en la militancia feminista
reflexiones que ponían palabras y conceptos al proceso que venimos transitando,
que estiran y tensionan nuestros límites y evidencian nuestras resistencias a
abandonar privilegios y profundizar el cambio. Nos reconocen como compañeros de
lucha, y nos convidan y demandan retroalimentando búsquedas compartidas.
Entendimos que si había feministas que sospechaban de la organización de los
varones en torno a la lucha contra el Patriarcado, es por el rol histórico que
los varones hemos cumplido como cómplices y garantes de él, y entendiendo que
dicha sospecha es indispensable, y hasta deseable.
Aquí, ¿cuáles
podrían ser los aportes de los varones antipatriarcales al feminismo? En esto,
las mismas compañeras nos cuentan la importancia de nuestra experiencia para
poder profundizar el debate con sus compañerxs varones, para poder expresar que
la agenda política antipatriarcal no es exclusiva de las mujeres, y que el
compromiso contra toda forma de dominación debe ser un compromiso colectivo.
Esto es ratificado
cuando aportamos a la lucha por el derecho al aborto legal, visibilizando que
es la masculinidad hegemónica sostenida por varones que reproducen el sistema
que niega la soberanía de las compañeras sobre sus cuerpos; cuando denunciamos
la complicidad de los prostituyentes que ejercen la explotación sexual de
mujeres y niñxs; cuando decimos que no
queremos “ni una muerta más por la violencia machista”. Pero todas las
desigualdades entre los géneros son formas de violencia, y por ello debemos
hacernos cargo de revisar el machismo en nuestras prácticas cotidianas.
Del 1º Encuentro
Nacional de Colectivos de Varones, en Haedo a fines del año 2012, surgieron
ciertas posiciones, junto a otros espacios, en relación a las luchas que nos
permitimos dar:
- Asumimos el reclamo de las mujeres
para decidir sobre sus cuerpos, manifestándonos a favor del Derecho al Aborto
Legal, Seguro y Gratuito,
problematizando nuestro rol y responsabilidad como varones.
- Cuestionamos nuestro lugar como
prostituyentes, entendiéndonos como opresores; es de carácter urgente que cada
varón cuestione su lugar de privilegio como generador y cómplice.
- Poner en cuestión a la
heterosexualidad obligatoria como única manera de relacionarnos sexo-afectivamente.
Y a partir de allí, abordamos los miedos y violencias hacia identidades
diversas y sexualidades disidentes.
- Exigimos al Estado la creación de
políticas públicas para tratar la problemática del varón violento, con
participación activa de las organizaciones de mujeres, acompañada por grupos de
varones en la planificación y desarrollo de estas políticas.
- Enfatizamos el poder de las
manifestaciones sutiles que reproducimos cotidianamente hacia ellas -“micromachismos”-,
manipulaciones de baja intensidad y a veces, escondidas o difíciles de visibilizar.
Vemos que la lucha que debemos dar al
sistema patriarcal es de manera conjunta con las compañeras y en un proceso
propio de los varones de romper con cierta posición privilegiada en la teoría,
pero que en muchísimos casos, se nos vuelve una mochila pesada de llevar o que,
directamente, no queremos llevar. Lo que
fuimos entendiendo, y sobre todo, sintiendo en este tiempo que llevamos
organizados, es nada más y nada menos, que el feminismo nos hace más libres.
No hay verdadero Socialismo sin
Feminismo, y el cambio social se construye aquí y ahora.
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