En tiempos en los que la
precarización laboral y los despidos se recrudecen es necesario escuchar las
voces de lxs trabajadorxs. Federico, trabajador de la línea Este y Liz,
trabajadora de la multinacional PepsiCo dialogan con Otro Viento sobre sus
procesos de lucha, un análisis que refleja que hay un solo horizonte para lxs
trabajadorxs: la unidad.
PepsiCo Snacks es una
multinacional estadounidense que se dedica a fabricar y comercializar comidas y
bebidas y la Línea Este
por su parte es una línea de colectivos urbana de la ciudad de La Plata ¿Qué tienen en común?
La precarización laboral, el despido de sus trabajadorxs y guiarse por la
lógica empresarial inescrupulosa.
Dos conflictos con sus
particularidades dejan algo en claro, que detrás de toda empresa hay un
gobierno que cuida sus espaldas sin dudar en implementar las fuerzas represivas
del Estado en el afán de cuidar los intereses de lxs poderosxs, y que el Estado
contratador también es responsable de la precarización y la terciarización de
sus trabajadorxs. Resistiendo a la represión y la inestabilidad laboral están
quienes salen a la calle a reclamar por sus puestos de trabajo, porque quieren
trabajar (contra los diagnósticos de la derecha culpadora de “vagxs”) y quieren
hacerlo en condiciones dignas, todo esto por algo que debería ser simple de
entender: porque tienen derechos los que gracias a resistir conservan.
Octubre ardió rojo: el
Este en lucha
El mes de octubre del
pasado 2016 los choferes de la línea de colectivos Este empezaron un proceso de
lucha, los motivos eran varios, entre ellos el despido de 17 trabajadores desde
marzo de ese mismo año, de los cuales 5 eran candidatos a delegados gremiales,
“cinco de nuestros compañeros, que tenían una medida cautelar, fueron
los primeros en ser despedidos y por quienes se inició el conflicto, todo fue
porque se presentaron para candidatos”, explica Federico.
Los cinco compañeros que
Federico menciona, se estaban postulando por una agrupación gremial llamada “El
Bondi”, la cual iba a competir en las elecciones con el oficialismo dentro de la Unión Tranviaria
Automotor (UTA). No querían estar por fuera del sindicato, sino ser
independientes dentro de UTA respondiendo a los mismos trabajadores. Entre los
motivos por los que surge esta agrupación Federico menciona: “Nos
organizamos porque el oficialismo de la
UTA permite las condiciones malas de servicio, los micros en
mal estado, el pago en negro de las horas extras, permite que la patronal
arrase con nosotros”.
Una buena pregunta
podría ser ¿a quién responde la
UTA ?, responde a los intereses de tres grupos
empresariales que tienen todos los servicios de la ciudad: Unión Platense, La 9
de Julio y Grupo Dota. A estos servicios deberían acceder mediante
una licitación, cosa es que no sucedió sino que fue cedida.
La organización de
trabajadores era entonces, un palo en la rueda para este monopolio. Frente a
los cinco despidos, los trabajadores se organizaron y salieron a la calle. La
respuesta fue: represión. El 24 de octubre, cuando los trabajadores se
encontraban de paro ocupando la principal terminal de la línea, el juez de
Garantías, Juan Pablo Masi, dio orden de “liberar la entrada”.
“Nos golpearon,
atacaron directo, la orden decía que no tenían que desalojar sino abrir la
entrada, y ellos entraron a golpear derecho, la realidad es no íbamos a abrir
porque claramente era nuestra resistencia, pero ellos entraron a dar palo de
una” , recuerda Federico quien fue uno de los que resultó detenido.
Esto no hizo más que
reforzar la lucha y lograr así que en noviembre de ese año se firmara un acta
acuerdo en el Tribunal de Trabajo Nro. 1 de La Plata en la cual se comprometían a reincorporar a
todos los despedidos y abrir una mesa de diálogo. A pesar de este acuerdo, “después
del supuesto triunfo, en noviembre cuando debíamos arrancar, ya hubo compañeros
que no empezaron”.
Además, como nos tiene
acostumbradxs la lógica empresarial, empezaron a desplegar todas sus
estrategias intimidatorias para romper la organización. “En todo ese tiempo
UTA quiso comerle la cabeza a los trabajadores para bajar la lucha con frases
como ‘no te expongas tanto’, ‘esto va a cambiar’, ‘los que quieren continuar en
conflicto están con las organizaciones de izquierda’… y así se fue desgastando todo”,
comenta Federico.
En el mes de enero
volvieron las suspensiones y ya en febrero los despidos. “A esta altura ya
había un desgaste del proceso, parecía que lo que habíamos hecho no servía para
nada, el grueso de los compañeros se fue debilitando, se debilitó la
militancia”, relata Federico quien además recuerda que hay compañeros que
tienen causas penales que “crean para dar miedo”.
Federico fue uno de los
despedidos más recientes. Luego del desgaste y frente a la coyuntura abrió una
pizzería llamada “Papo” y tal como nos cuenta sus compañeros de lucha lo siguen
apoyando: “Vienen todos a comprar, por suerte nos mantenemos muy unidos más
allá de todo, de la represión se generó unión, más que compañeros ya somos
hermanos de lucha si alguno le falta algo algún compañero lo va ayudar”.
Fuerza obrera: PepsiCo
no retrocede
La cronología de los
hechos empieza el 20 de junio cuando la empresa multinacional alimenticia
PepsiCo Argentina cierra sus puertas. La explicación se encontraba en un papel
pegado en la entrada: “Cese de las operaciones y la relocalización de la
producción en otro establecimiento”.
La empresa decidió
cerrar la planta ubicada en la localidad de Florida en Vicente López alegando
que era “inviable” por cuestiones logísticas y operacionales, dejando a 600
trabajadorxs en la calle. La organización obrera ya existía dentro de la
fábrica bajo la agrupación “Bordó Leonardo Norniella”, entonces lejos de
aceptar la indemnización y quedarse con las manos cruzadas un gran grupo de
trabajadorxs decidió empezar una lucha que hasta hoy continúa.
El 26 de junio, ante la
falta de respuestas, se decide la inminente toma de la planta. La respuesta,
una vez más, como pasó con el Este, fue: una brutal represión. La Policía bonaerense y
Gendarmería Nacional, con orden de la jueza Andrea Rodríguez Mentasty,
desalojaron la fábrica, “fue una salvajada le dieron el visto bueno para que
nos barran de la fábrica en la forma en que lo hicieron”, contó Liz una de
las trabajadoras que hace siete años estaba en la fábrica.
“Después de la
represión nos encontramos recontra curtidas, nos dieron con todo, con palos,
con balas de goma, con piedras, con gas pimienta”, recordó Liz que con
énfasis declaró que lejos de debilitarse se reafirmaron en la lucha: “¡Estamos
más fuertes que nunca!”.
Pero esa fortaleza no
era nueva, las trabajadoras ya venían organizadas por las constantes violencias
que sufrían dentro de la fábrica, “era la única fábrica donde las mujeres
tienen la categoría más baja en la tarea de empacadora, que es operario
calificado”, contó Liz quien agregó también que eran varias las tareas
extras (limpieza de las máquinas, desarme de máquinas, lavarlas, control de
calidad, armado del producto) que se veían obligadas a realizar.
“Las mujeres estamos
paradas de otra forma y eso en la cotidianeidad te hace plantarte distinto,
tanto laboral como afuera”, dijo Liz describiendo el empoderamiento que
como mujeres vivieron tanto dentro de la fábrica como luego en la lucha.
Siembra lucha y crece
organización, un lema que lxs trabajadorxs siguieron al pie de la letra:
plantaron una carpa blanca frente al Congreso nacional, fueron a las escuelas,
hospitales a contra qué estaba pasando, se contactaron con otras fábricas como
Madygraf y hasta lograron que se presente un proyecto de expropiación por parte
de Nathalia González Seligra, diputada del FIT.
Ya son dos los años de
gobierno macrista, y las políticas de ajuste junto con la represión, continúan
en ascenso. Los despidos y los tarifazos dejaron miles de familias a la deriva,
pero a la vez, todos los días nos encontramos en las calles resistiendo.
Lxs trabajadorxs como
Federico, deciden hacerle frente a este panorama desolador, y se organizan
creando nuevos lazos con sus compañerxs a través de formas alternativas a las
que el sistema patronal propone.
Lo mismo ocurre con lxs
trabajadorxs de PepsiCo, quienes hoy están luchando por la expropiación
definitiva de la fábrica, para que quede en manos de quienes en realidad
producen, control obrerx.
Por Colectivo Cultural Otro Viento
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