“Hay que dar una discusión sobre distintas
alternativas para lograr verdad y para que los familiares puedan juntarse con
los restos de sus víctimas y los niños apropiados”
Otro Viento visita la oficina de Gastón
Chillier, Director Ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
El CELS es un organismo de derechos humanos fundado en 1979, en plena
dictadura, por Emilio Mignone, Augusto Conte, Carmen Lapacó, entre otros/as.
Gastón Chillier acompańando el reclamo por la aparición del turista argentino Bruno Schell desaparecido presuntamente por la policía peruana en junio de 2013.
Su creación responde a
la necesidad de realizar acciones rápidas para detener las graves y
sistemáticas violaciones de los derechos humanos, y colaborar con asistencia a
los familiares de las víctimas, especialmente en el caso de
detenidos-desaparecidos.
Su labor continuó
centrada en la búsqueda de memoria, verdad y justicia durante la primera parte
del gobierno de Alfonsín. Luego enfrentó a la impunidad de las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final y los indultos decretados por el caudillo
riojano ni bien comenzaba su experimento neoliberal.
El CELS fue ampliando
su agenda temática y comenzó a trabajar en casos de violación de derechos
humanos en comisarías, cárceles y en las calles contra los sectores más
excluidos; prosiguió exigiendo mecanismos de protección y promoción de derechos
económicos, sociales y culturales y trabajando por un cambio de paradigma en
materia de salud mental, etc.
Gastón Chillier llegó
al CELS como estudiante de Derecho a comienzos de los ’90, y luego como abogado
trabajó en casos de violencia policial. Continuó su formación en EE.UU. y desde
2006, es Director Ejecutivo en el lugar “donde
desarrolla su activismo como defensor de los derechos humanos”.
Para el CELS, este año
ha comenzado bastante movilizado. Desde el cuestionamiento a la designación de
Milani al frente del Ejército, hasta la labor que están encarando por estas
semanas monitoreando y participando en la discusión sobre los distintos
proyectos de regulación de la protesta social. Chillier afirma que en esta
materia “hay un desplazamiento en la
política del Estado frente a la protesta de la no represión a la represión”
y lo considera “un paso atrás”.
Entrando en
una cuestión más personal ¿Cuáles fueron tus sensaciones al escribir en el
diario La Nación defendiendo los procesos de juzgamiento a los responsables por
delitos de lesa humanidad? En un momento la nota en lnternet estaba abierta a
comentarios pero luego la cerraron…
(Risas) Eran todos
comentarios hostiles. En ese caso, fue una decisión del CELS. Nos parece que
hay discusiones que hay que darlas en ciertos lugares, no ante los convencidos.
Escribir a favor de los juicios en Página
12, es escribir para los que no hace falta convencer.
El diario La Nación hace años que
sistemáticamente tiene una línea editorial muy fuerte en contra dgaste los
juicios. En un principio, apostó por la impunidad total y desde que se
reabrieron viene escribiendo en contra de los juicios. A veces plantean
distintas cuestiones pero lo que se ve en los editoriales, y en algunos
columnistas como Luis Alberto Romero, es que apuntan a mellar la legitimidad
del proceso de justicia.
Y, en general, la
sensación cuando uno los lee es que están tan cargadas de ideología, ausentes
de argumentos serios e información. Entonces nos parecía que lo mejor era salir
a discutir en La Nación con argumentos
y con información más dura sobre lo que dicen: “que los juicios tienen la
sentencia escrita, que no se respetan los derechos de los imputados, que es más
una venganza que justicia”.
Lo que planteamos con datos duros en el
artículo de La Nación es que es un proceso de justicia absolutamente legítimo:
hay condenas pero también hay absoluciones; hay sobreseimientos previos que no
llegan a juicios porque no hay prueba suficiente. Tienen todos los derechos de
la defensa. Es tan legítimo, que el presidente de la Corte, habla de un
consenso social de los argentinos, sobre este proceso de justicia y nadie puede
sospechar que Lorenzetti depende del gobierno.
Si uno compara todos
estos procesos de justicia con otros donde se juzga la criminalidad común y no crímenes
de lesa humanidad, es probable -y sería una investigación buena para hacer- que
en términos de evaluación de la prueba u
otras cuestiones, se observe que el sistema de justicia es más duro en los
procesos de criminalidad común que en los procesos de lesa humanidad.
Entonces el argumento
de que esto es un proceso de venganza se derrumba como un castillo de cartas.
Personas
diversas como el gobernador de Córdoba, De La Sota, o ex integrantes de las
fuerzas insurreccionales en los ’70 como Claudia Hilb o Claudio Tamburrini han
planteado, con sus matices, canjear verdad por disminución de penas ¿Cuál es su
opinión? ¿Han barajado alternativas para quebrar el pacto de silencio de los
militares sobre el destino de los cuerpos y la identidad de los bebés apropiados?
El CELS no tiene una
posición institucional. Personalmente, creo que hay que dar una discusión bien
amplia sobre distintas alternativas para lograr verdad y sobre todo para dos
cuestiones: para que los familiares puedan juntarse con los restos de sus
víctimas y para identificar los niños
apropiados que todavía existen. Y en esos casos, si uno pudiera discutir esa situación de una manera razonable en la
cual haya una amplia discusión en la cual las víctimas estén de acuerdo, y
participen, me parece que es una cuestión que no se debe cerrar.
Muchas personas que
conozco que ya son viejitas o viejitos, les gustaría y ya sienten que el Estado
argentino ha dado respuestas sobre la responsabilidad penal pero les queda la
angustia de dejar esta vida sin haber enterrado a sus desaparecidos y a sus
seres queridos y eso me parece que debería ser una discusión que se dé de una
manera abierta y no debería ser un tema que esté cerrado a la discusión,
nuevamente, con participación de todos los sectores.
¿Cómo
analizan la situación actual del Poder Judicial y qué visibilizaron cuando
veinte jueces se negaron a investigar al exjuez Eduardo Riggi, por su presunta
participación en una maniobra para beneficiar al extitular de la Unión
Ferroviaria, José Pedraza, y a su patota sindical, ya condenados en el juicio
por el asesinato de Mariano Ferreyra?
No ha habido una
reforma estructural de la justicia. El sistema de nombramientos de los jueces
de la Corte Suprema fue un primer paso pero, en particular, en la parte penal,
la justicia federal sigue siendo una justicia refractaria a investigar a los
poderosos y mucho más a investigarse a sí misma, como es el caso de Riggi donde
hay pruebas más que suficientes para, al menos, llamarlo a indagatoria para ver
qué rol tuvo en el intento de encubrimiento del asesinato de Mariano Ferreyra.
Hay un entramado muy
complejo y tan complejo como siniestro en relación a la Secretaría de
Inteligencia, la justicia federal, cuando se trata de investigar a cualquier
tipo de poder.
Y por otro lado, en la
justicia más en general, el año pasado se discutió el proceso de reforma
impulsado por el gobierno y nuestra crítica se dirigió a que no era la reforma
que la justicia necesita. Es necesario
reformar a la justicia, pensando en una justicia que esté más cerca de las
personas que más la necesitan, que una
justicia que esté cerca de las personas que
no la necesitan tanto.
Hoy por hoy, eso no
está sucediendo y en general, la justicia penal funciona para encarcelar a los
más pobres. Si uno ve las cárceles, son los sectores más pobres los que están
en la cárcel y es difícil encontrar en la cárcel a culpables de delitos de
cuello blanco, de delitos económicos.
Y al mismo tiempo, que la justicia civil
también y que la justicia comercial sirva no para defender a los sectores
empresarios, si no al consumidor. Creo que esa reforma y esa justicia es una de
las deudas pendientes de la democracia argentina.
En relación
al caso de Mariano Ferreyra, algunas personas han cuestionado que la querella
del CELS, que representa a la familia de Mariano, no ha querido ahondar en las
responsabilidades políticas del crimen asumiendo, de alguna manera, que la
policía se había autoordenado liberar la zona…
Nosotros fuimos los que planteamos en el caso
la trama de la relación con el asesinato de Ferreyra con la política de
tercerizaciones. En todo caso, cuando se evaluaron las pruebas, no es que no la
impulsamos, al contrario, no hubo ningún límite. Yo sé que algunos los plantean
pero a la hora de presentar los argumentos de las pruebas de eso no tienen
mucho para mostrar.
Esas responsabilidades
penales en el caso del asesinato de Mariano no fueron posibles de demostrar en
base a las pruebas que había. A algún bloggero muy famoso le gusta escribir
sobre ciertas inconsistencias, pero en este caso no había posibilidad jurídica
de acuerdo a nuestras evaluaciones de demostrar esa relación de causalidad
jurídica. Desde la academia es mucho más fácil pensarlo sin estar participando
del proceso.
Nosotros no es que no
estábamos buscando responsabilidades políticas. De hecho, denunciamos las
políticas de tercerización como una práctica y tenemos un trabajo sistematizado
en torno a eso.
Recientemente
en una jornada, Marcelo Saín, diputado bonaerense de Nuevo Encuentro y ex
-interventor de la Policía Aeroportuaria, cuestionó la gestión de Nilda Garré y
también al informe realizado por ustedes en 2013 que distinguía a la gestión de
Garré como gobierno democrático de la seguridad alegando que “discursivamente fue democrático”, y que
tenía los mismos defectos institucionales que la gestión “punitiva” de Casal y Granados en Provincia de Buenos Aires…
Marcelo es, en
general, muy efectista. No sé en qué basaría sus afirmaciones. Nosotros
destacamos muchas cosas de la gestión de Garré y muchas cosas no, y las hemos
dicho públicamente. Creemos que faltó profundizar reformas democráticas pero al
mismo tiempo hay iniciativas que seguimos bastante de cerca como el tema del
uso de fuerzas, de policías comunitarias en los barrios, que se alejan bastante
de las políticas del ex -ministro de seguridad Casal.
Al mismo tiempo, en
otras nos pareció que se quedó corta en reformas de las fuerzas de seguridad
más estructurales que estamos exigiendo hasta el día de hoy.
Pero así como en su
momento apoyamos la gestión de Arslanián aunque con críticas. Tanto la primera
reforma como la segunda, y la primera en la que participó Saín. Nos parece que
es difícil equiparar estas gestiones y decir que no son democráticas, porque hubo
intentos de reforma. No siempre las reformas son también de la misma manera.
Saín ha participado
también en la gestión de Nilda Garré, no como funcionario pero ha participado,
con lo cual tan en contra de esa gestión no debe estar.
Hace algunas
semanas, Alak anunció la creación de 2.200 plazas carcelarias ¿Qué crees que
pasará con la política penitenciaria en un escenario político cuyo corrimiento
a la derecha parece ineludible?
No es una buena forma
discutir el sistema carcelario a partir de la creación de las plazas
carcelarias. En todo caso, es el último lugar al que se debería llegar. Pero
antes se debería discutir cuánto encierro está dispuesta a tolerar una sociedad
y me parece que si empezamos la
discusión sobre el sistema carcelario y sobre la seguridad pública a partir de
la creación de espacio carcelario, la perdemos antes de empezarla.
Es un problema para
los gobiernos con políticas sociales al mismo tiempo ampliar las plazas
carcelarias o endurecer el sistema penal porque si uno ve quienes son los
principales clientes del sistema penal son los mismos por los cuales los
gobiernos de la región, en general, destinan mucho de sus políticas sociales.
Es un error dejarse
correr por derecha frente a la discusión de la política de la seguridad
pública. La solución de los problemas de
seguridad pública que son legítimos y que existen, no pasa por parecerse a las
políticas de derecha de demagogia punitiva si no justamente construir
políticas democráticas que tengan realmente principios democráticos con un
sistema penal racional y que no empiecen por el endurecimiento del sistema
penal y su sistema carcelario.
Por Aramis Lascano
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