El 29 de
abril del corriente año, después de un siglo de necesidades postergadas, entró
al Congreso de la Nación el proyecto de Ley Nacional de Danza. Todos los
trabajadores de la danza, en distintas partes del país, llevamos nuestro
movimiento a espacios públicos para apoyar la ley, en vísperas de una respuesta
esperanzadora y positiva. Es paradójico que el arte del movimiento, el arte más
primitivo del ser humano, no tenga su lugar, su semillero, su nido, pero aun
así, seguimos moviéndonos para conseguir nuestro
ESPACIO.
En el marco de querer escapar a la resignación, al
sentimiento de hartazgo, y a las voces -ya trilladas- sobre el funcionamiento
del arte en la Argentina, surge en el año 2008 un grupo formado por
trabajadores de la danza, que posteriormente se convierten en Movimiento por la
Ley Nacional de Danza como un colectivo federal de la sociedad civil, con las
gestiones activas y comprometidas de docentes, coreógrafos, bailarines,
investigadores, críticos y productores. Estamos en un proceso único en la
historia de la danza. Nunca había sucedido manifestación semejante a nivel
nacional.
En el fundamento de la Ley encontramos el siguiente postulado: "La danza, en sus diversos géneros y manifestaciones, por su valor social y por constituir un factor esencial en el desarrollo de la cultura al ser creadora de valor simbólico, será objeto de promoción, estímulo y apoyo del Estado”.
En este marco, uno de los principales puntos de dicha Ley, es la creación del Instituto Nacional de Danza (I.N.D),como ente autárquico que, además de administrar los subsidios por parte del Estado, cuente con un archivo y un Observatorio de Danza; un proyecto similar al que tienen la música y el teatro. El Instituto se encargará de desarrollar las políticas estratégicas para la danza. Es fundamental resaltar el hecho de que se trate de un ente autárquico, ya que si bien es un organismo del Estado, se caracteriza por la autoadministración, dispone de independencia presupuestaria, puede elegir sus propias autoridades, admisnitra sus propios recursos y elegir su línea de acción.
A su vez, se crearán circuitos provinciales,
regionales y nacionales de intercambio de información de cualquier índole
dentro del Arte de la Danza, ya sean seminarios, talleres, espectáculos, entre
otros. Los subsidios servirán de apoyo financiero para la creación y producción
de danza "no oficial", salas “no oficiales”, investigación teórica,
técnica y artística.
En la Ley se contempla
la división de seis regiones culturales, para atender las dinámicas de cada
lugar, y con ellas la distribución de circuitos culturales y subsidios
correspondientes a cada zona antes mencionados. Además de un canal televisivo
para el I.N.D, y la promoción en los medios estatales. Esta necesidad de difusión, promoción
y atención a la danza, es consecuencia de la desvalorización y
desprotección a la que se encuentra expuesta en el marco legal y social, desde
sus comienzos como arte autónoma. Entonces, sucede otra cuestión paradójica,
y es que los títulos otorgados por escuelas e institutos universitarios
estatales, no tienen un soporte por parte del Estado.
Como
sociedad estamos maleducados culturalmente. Y esto tiene que ver con el famoso:
el arte "no garpa". No se trata de querer mercantilizar el arte. Se
trata de que el artista también necesita comer, y poder sobrevivir en el mundo
del capital. Desde esta base, otro eje transversal en la Ley es lograr la
educación, o re-educación social, para que todo artista de la Danza, obtenga
reconocimiento como trabajadores por parte del Estado y por parte de la
sociedad. Esto significa básicamente necesidad de valor social, y protección
legal.
No existe ninguna legislación que ampare a los trabajadores de la Danza (porque no se los considera como tales, reincido) ni que garantice una política estratégica para esta actividad. Necesitamos, de manera urgente, que el Estado nos reconozca como trabajadores, para así poder obtener los beneficios básicos que tiene cualquier otro trabajador. Por todo ello: ¿Cómo justificamos esta petición?
No existe ninguna legislación que ampare a los trabajadores de la Danza (porque no se los considera como tales, reincido) ni que garantice una política estratégica para esta actividad. Necesitamos, de manera urgente, que el Estado nos reconozca como trabajadores, para así poder obtener los beneficios básicos que tiene cualquier otro trabajador. Por todo ello: ¿Cómo justificamos esta petición?
Demos un paso más: la danza es la única expresión
comprensible a todos los idiomas y es una manifestación de nuestra cultura, la
cual no tiene un marco legal. Las pocas compañías oficiales que existen en nuestro país
como el Ballet Clásico del Teatro Argentino de La Plata, o el Ballet Clásico
del Teatro Colón, Ballet Nacional, Compañía del Teatro San Martin; son el
orgullo de un sin fin de bailarines que trabajan en lo que se conoce como
"danza independiente", "danza under" o "danza no
oficial" sin ser reconocidos y donde la mayoría cobramos por un sistema de
puntaje que funciona a cooperativa, que ésta a su vez depende del borderaux, es
decir, en resumidas cuentas, del público.
Ya que como sociedad no
estamos educados para consumir arte, ese porcentaje del borderaux repartido a
cada bailarín, coreógrafo, técnico, sala de teatro, utilería, entre otras
cuestiones, está cada vez más disminuido. Incluso, debemos abaratar cada vez
más el valor de las entradas para acceder a ver las obras, a fin de poder
llenar la sala, en una relación desproporcional con lo que es el aumento de la
inflación.
Algo semejante ocurre
con el arte en general cuando se lleva a la calle, por ejemplo, en los subtes
en Capital Federal, lugar de paso, entre tanto torbellino de gente, empujones.
Uno pasa por ahí y mira alrededoe; hay una vida paralela en el subsuelo. Está
buenísimo llevar el arte a espacios públicos, que el arte sea una herramienta popular, pero me desilusiona pensar
que esa no es la finalidad de la jornada -generalmente- sino que es una de las
pocas vías -si no es la única- para promocionar y hacer crecer el producto
artístico que se genera. Y sólo si te tocó un día de suerte, se llena la gorra
que pasas para que la voluntad de la gente te ayude. Y sólo si tenes un día de
suerte se llena la sala de un teatro independiente.
Repito, no se busca
mercantilizar a la danza, ni al arte en general, se trata justamente de tener
un soporte legal por parte del Estado, para poder acceder a los beneficios que
tiene cualquier otro trabajador, como obra social, jubilación, sección en el
monotributo.
Hace menos de un siglo,
que la danza atraviesa un cambio de paradigma fundamental en su historia. Con
el bailarín y compositor Merce Cunningham, comienza una nueva etapa, donde este
arte va a ir desarrollando su autonomía como tal, con la danza contemporánea.
Sucedió entonces, la delimitación de los fundamentos de ésta como Arte, el
lenguaje codificado en el movimiento.
No se trata de escrituras y pentagramas, ni de
escalas de colores, ni líneas de lápiz y pincelado; ni de temperamento de la
voz y carácter actoral. Se trata de elementos del movimiento, que codificarán
el mensaje. El estudio de estos elementos del movimiento, como lo son los tiempos
corporales, el espacio kinestésico y espacio total, las calidades de
movimiento, los niveles, y las dinámicas que dan como resultado al movimiento como lenguaje, el movimiento como arte, la danza.
La Danza es un Arte autónomo. Esto significa que no necesita de nada más que de su fuerte que es el MOVIMIENTO. No precisa al gesto, ni
a la actuación, tampoco a la música, pintura, ni de ningún otro arte. Éstas se
vuelven herramientas, recursos para la obra de arte. Lo que sí necesita,
necesitamos como trabajadores, es reconocimiento a nivel social y legal.
Mientras tanto, seguimos generando espacio, haciendo lo que mejor sabemos
hacer, ¡moviéndonos!
Ilustración: Male Vilches
Por: Flor Gez
Hizo la carrera de danza
contemporánea en la Escuela de danzas clásicas de La Plata, tomó clases en el
IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte) y también estudió composición
coreográfica. En la actualidad baila en la compañía CIPAE en La Plata y en un
grupo independiente llamado Novena Plaga. El pasado 29 de abril participó en la
marcha pacífica que se realizó en Plaza Moreno dando clases gratis en apoyo al
proyecto de Ley.
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