Esta vez, Otro Viento se fue un poquito más al sur, a la ciudad de
Neuquén, a la ex cerámica Zanón, actual FaSinPat, un emblema de las fábricas
recuperadas en el país pos crisis 2001. Raúl Godoy, obrero y actual diputado del
PTS por el FIT de Neuquén y Mariano Pedrero, abogado y compañero de lucha de
los trabajadores de Zanón, nos contaron un poco de la historia y de la lucha
que mantienen hace 12 años, demostrando que sin patrones se puede, que otra
sociedad es posible.
Zanón es una
fábrica ubicada en la ciudad de Neuquén que fue fundada por Luigi Zanón, un
empresario italiano radicado en Argentina, en el año 1979. De la mano del ex
presidente Carlos Saúl Menen y el ex gobernador neuquino Jorge Omar Sobisch, fue
aumentando su capital hasta que en pleno inicio de la crisis de 2001, presentó
la quiebra dejando a sus obreros/as en la calle. Lejos de ser el final, los/as
trabajadores/as de Zanón decidieron tomar
la fábrica y hacer de este el puntapié inicial para una lucha que aún no
cesa.
La lucha obrera previa al 2001
“Era un régimen muy duro, estaban prohibidas las
agrupaciones, estaba el sindicado y la empresa. El sindicato negociaba
condiciones de trabajo, que ellos no hacían, porque no laburaban, pero negociaban
las condiciones con las que íbamos a trabajar nosotros. Había mucho control social y político en la fábrica
cuando ibas a quejarte al sindicato no alcanzabas a llegar a la fábrica que ya
sabía la empresa, por lo tanto, estabas afuera. Entonces, la forma en la que
tuvimos que empezar a organizarnos fue clandestina”. Con
esta frase, Raúl Godoy nos invita a la
charla, contándonos acerca de las condiciones en las que los obreros trabajaban
durante los ‘90, durante esos años de liberalismo económico.
Bajo la sombra de
estos arreglos Síndico-Patronal, se llegó a los primeros despidos de 37
obreros, “una limpieza terrible” afirma Godoy y recuerda además que “ya
en el año 98 hubo otra vez despidos y
dijimos basta, la gente ya se cansó. Vimos que había más movimiento y entonces
ahí surgimos compañeros de cada sector y formamos la lista marrón que fue con
la que después recuperamos la interna de la fábrica por primera vez”.
Recuperar la comisión
interna fue la primera victoria de este grupo de compañeros/as, que empezaban, de
esta forma, a recorrer un largo camino en su lucha por mejor sus condiciones y
asegurar su fuente de trabajo. Al tiempo lograron ganar la interna del
sindicato, pero ante esta situación la empresa no se quedaría de brazos
cruzados. Tal es así, como detalla Godoy: “Siempre tuvieron una política de
matarnos, nos descontaban cada hora que salíamos de las máquinas, cobrábamos la
mitad de la guita, entonces teníamos que hacer rifas para poder movernos,
poníamos todo lo que teníamos pero nos costaba un montón, a veces el recibo de
sueldo nuestro era un desastre”.
Fueron estos
primeros ataques los que curtieron a los obreros de Zanón y gracias a ellos, fue que el movimiento empezó
a movilizarse y tomar una identidad. Para el año 2000 un hecho sacudió a los
obreros, su compañero Daniel Ferrás se descompensó dentro de la fábrica y murió
camino al hospital debido las inexistentes medidas de seguridad. Ante esto, por
primera vez la protesta salió a la calle consiguiendo algunas reivindicaciones
como por ejemplo la permanente estadía de una ambulancia en la fábrica para
casos de accidentes, etc. Y es así que a medida que la lucha crecía, surgía la
natural necesidad de organizarse. “Lo
que nos sirvió a nosotros fue la gimnasia previa, los pequeños conflictos
previos a nosotros nos dieron un ejercicio de asamblea, de movilización y de
militancia en el sentido de que nosotros siempre armamos comisiones de trabajo
para militar”, detalla Godoy.
Ya no era solo
mantener una fuente de trabajo, ya no era resistir los agites de la empresa,
era una forma de resistir a un grupo de políticas que desampararon, no solo a
los trabajadores, sino a sus familias y la sociedad de lado: “Fue aguantar esos pares de años, duros,
pero eso también nos formateo a nosotros y aparte nos hizo prestar mucha
atención a lo social, al tema de la mujer, de la familia, tener una
contemplación de la fábrica más allá de sí misma”, explica Godoy.
Zanón es del pueblo
La crisis económica
a fines del 2001, no solo generó movilizaciones, paros y marchas en todo en el país, sino que a la vez
arrastró a que varios empresarios
decidieran cerrar sus empresas, con tal de resguardad su capital y
despidiendo a todo su personal, situación que tuvieron que vivir todos/as los
obreros/as de Zanón, tal como recuerda Godoy: “Cuando nos mandaron los
telegramas nosotros nos negamos e hicimos una movilización a casa de gobierno para
responderlos, entonces fuimos y los prendimos fuego, prendimos gomas y nos
comimos una represión enorme, tuvimos 19 presos ese día”.
Con los despidos en
mano, sin respuesta de un gobierno nacional acéfalo, un gobierno provincial cómplice
y un modelo económico en plena ruptura, había que tomar la iniciativa, recorrer
el barrio y sumar apoyos, ellos sabían que no podían quedarse esperando a que
la fábrica abriera por si sola nuevamente sus puertas. Fue así que el trabajo
continuó, pero de manera diferente: “Cuando
a nosotros nos echaron en el 2001, dijimos ‘miren compañeros nosotros
tendríamos que estar trabajando las ocho horas y si bien hoy nos dejan en la
calle pongamos de nosotros ocho horas de militancia, en vez de las ocho horas
de trabajo que deberíamos estar trabajando pongamos ocho horas de trabajo
militante’. Fue ir buscando el aporte de cada uno y organizarlo”, relata Godoy.
Una vez en la
fábrica, y con un contexto social y político que estallaba, los/as obreros de
Zanón se encontraron con una decisión difícil ¿qué hacer? Sabían, por cómo se
venían dando las cosas, que la toma implicaría represión policial, tal como lo
expresó Godoy: “Nosotros sabíamos que ese
delicado equilibrio de decir ‘ahora está la fábrica ocupada’, de manifestarlo,
automáticamente significaba orden de desalojo”.
Pero, sin embargo,
había algo que tenía esta lucha que le daba un tinte diferente: el apoyo popular,
hecho por el cual la persecución política, policial y judicial no era tan
efectiva, les costaba hacerle frente a miles de personas que apoyaron a los/as
obreros/as y su reclamo. “La clave
siempre estuvo en ganar la comunidad, por eso cada esfuerzo, el 80 o 90 por
ciento de militancia estaba puesto en función de dialogar con la comunidad, de
explicarle que lo que defendíamos era el trabajo, que eran muchas familias sin
trabajo”, recordó Godoy.
La expresión “Zanón
es del pueblo” resume en una frase la historia de una lucha que sintetizó
muchas otras, desde el gran apoyo de los pueblos originarios, quienes desde los
comienzos pusieron a su disposición sus arcillas y su militancia -hecho por el
cual se hizo un modelo mapuche en el logo de Zanón- hasta las distintas
agrupaciones y sectores de la sociedad hicieron que exista hoy una fábrica bajo
control obrero: “Si no hubiese habido lucha de la Asociación de Trabajadores de la
Educación del Neuquén (ATEN), no tendríamos Zanón, si no hubiese habido lucha
de estatales, de desocupados, si no hubiesen habido organismos de Derechos
Humanos, si no hubiese habido tanto lucha de la juventud, de los movimientos
secundarios… si hubiese estado Zanón sólo, hoy no habría Zanón”, revindica
Godoy.
En este sentido, el
militante recuerda el gesto que tuvieron los internos de tres pabellones de la
Unidad 11 que durante tres días dejaron de comer y mandaron sus viandas, para
hacer las ollas populares de Zanón, para que siguieran peleando. Y es a partir
de ello, que Godoy reflexiona que: “Ahí
te das cuenta que estábamos tocando otras fibras, que no era solamente nuestra
lucha, que había mucha gente oprimida, explotada que veían en nosotros un punto
de referencia, que nos enfrentábamos a la cana,
puteábamos a los políticos, nos
enfrentábamos a los poderosos, entonces los tipos nos apostaban fichas a
nosotros, y nosotros pensábamos ‘mierda, ¡hacete cargo ahora!’”.
Punto aparte merece
el apoyo que brindó la juventud y la respuesta que tuvo Zanón una vez bajo
control obrero, tal como lo cuenta Godoy: “Siempre
pensamos en cómo tener un diálogo con la juventud, y como también recibíamos la
adhesión de artistas pensamos en combinar eso y devolverle de alguna manera a
los pibes que les cuesta juntar la guita para ir a un recital, que cuando vas a
un recital la cana no te deja ni vivir, que termina todo en represión. Esa
combinación de cosas dio los primero pequeños recitales en Zanón y que después
se empezaron a hacer grosos”. La Renga, León Gieco, Ataque 77, Ska-p y
hasta Manu Chao son algunos de los artistas que brindaron, y lo siguen
haciendo, recitales en las mismas e históricas instalaciones de la fábrica. La
lógica que proponen viene en concordancia con su lucha y con su misma
militancia día a día: “La onda fue
recital sin policías en la fábrica sin patrones”.
Persecución política, policial y judicial
Lejos de apoyar la
lucha por recuperar Zanón, las autoridades neuquinas respondieron de dos
maneras: con la represión y con la persecución judicial. “A Pepe Alvear le pegaron 63 perdigones de balas de goma, lo
acribillaron a balazos. Hoy sigue en la fábrica, perdió un ojo y está lleno de
cicatrices, no lo mataron de casualidad. La idea era darnos una lección: ‘los
vamos a matar’, lo que hicieron después con el gremio docente, con Carlos Fuentealba” recuerda Godoy, entre tantas otras
estrategias que impulsaron desde el gobierno de Neuquén y su brazo armado, la
policía, para truncar el proceso de lucha. A este accionar se suman amenazas a
familiares, patotas fuera de la fábrica, persecuciones, etc.
Más aún, otra de
las estrategias para quebrar la unidad de los/as obreros/as fue la persecución
judicial: “La represión Estatal o
para-estatal a los que luchan es histórica. En los ’90 hubo un pico de
represión no sólo física sino también judicial, que ahora vuelve a estar, que tiene que ver con la apertura de causas
penales. En Zanón las vivimos,
tuvimos desde la causa por la ocupación, por violar la propiedad privada y
después por las manifestaciones” comentó Pedrero mientras que Godoy agregó
que llegó un punto, en que el 10 por ciento de los obreros ceramistas tenían
causas penales. Nuevamente, aquí también fue crucial el apoyo que le brindó la
gente a Zanón, ya que como dice Godoy, a medida que “nosotros fuimos ganando la comunidad después, esas causas empezaron a
caer, si no hubiese sido así, estaría preso. Y así muchos compañeros”.
¡Fábrica sin patrones!
Y una vez que la
fábrica quedó en sus manos, los/as obreros/as tuvieron otra difícil tarea,
organizarse de manera tal donde la concepción del trabajo era otra. “El
cambio es brutal, pero contra la corriente. Nosotros estamos mostrando que sin
patrones, sin jefe y sin superiores podemos organizar la producción y llevarla
adelante”. Estas palabras que expresa Godoy se referencian en el
accionar día a día de la cerámica. Para empezar, en Zanón, la asamblea es el
método de organización; no hay jerarquías, lo que hay es delegados por sector
que forman una comisión de coordinadores y una especie de consejo obrero.
Otra de las cosas
que remarca Godoy como relevante es la jornada que realizan una vez al mes que
“es como un congreso, es para toda la
fábrica, está todo el mundo, el que compra, el que vende, el que carga el
camión, el de la guardia, estamos todos.
Ahí todo el mundo tiene que dar explicaciones y está bueno porque es la
forma de mantener una transparencia”.
Es así como tratan,
a pesar de los desgastes internos, de tener que luchar para conseguir cada
peso, de seguir manteniendo Zanón y todo lo que ello significa, seguir en pie.
Porque en Zanón hoy no sólo funciona la cerámica, hay también una biblioteca y
una escuela secundaria -CPEM N° 88- que lleva el nombre de Boquita Esparza, y
también hay apoyo a otras luchas, para la construcción de escuelas, hospitales,
es por ello que motivos sobran para seguir peleando.
La lucha sigue
Zanón se hizo fuerte y es hoy en día un ejemplo de cómo imponer una
salida obrera a las cíclicas crisis capitalistas.
La gesta de Zanón es reconocida en todo el país, y ha tenido una importante
difusión a nivel internacional. Con el tiempo, ese prestigio y esa
trascendencia, lejos de disminuir, han crecido.
Y ahora Zanón funciona, está en pleno movimiento, pero aun así la lucha
sigue. Un ejemplo, es el debate que continúa luego del histórico logro de
expropiación cuyo decreto se firmó el año pasado, tras
12 años de ocupación y puesta de producción por parte de sus trabajadores.
Si bien fue muy importante para la lucha, el debate entre expropiación o
estatización no cesó. Es a partir de ello que Pedrero relata: “Una vez que la gestión obrera la llevamos
adelante, el Estado la declara de utilidad pública para expropiar. Ahora bien,
podés expropiar y transferir a un particular (a nuestra
cooperativa en este caso) o expropiar y estatizar. Nosotros buscamos la
estatización, siempre”, explica además que esto se debe básicamente a dos
razones.
La primera es ideológica, es decir, con la estructura de cooperativa se
vuelve a la propiedad privada y, como cuenta Pedrero, “nosotros lo que queremos es que
sea de propiedad pública y por ende que toda la producción se destine al común
de la población, que se destine para hacer escuelas, hospitales, viviendas,
etc. De hecho, creemos que todas las ramas centrales productivas deberían ser
estatizadas.” Más aún, el
abogado critica la ley de cooperativas refiriéndose a la misma como “nefasta” ya que, según comenta, es “una ley que se inventó para Sancor, no en
la última dictadura, sino en la anterior. Una herramienta para que las empresas
capitalistas se disfracen con el ropaje de una cooperativa.”
Como segunda razón, Pedrero hace hincapié en el problema económico, más
específicamente, en la renovación tecnológica, uno de las complicaciones
principales que enfrenta hoy en día la fábrica: “Hay ocho líneas de producciones y renovar eso saldría 560 millones de
pesos. Se necesita al Estado, cuando sos una fábrica de capital intensivo, es
demasiada cantidad de plata para que la financie un privado. Todos los
compañeros de Zanón coincidimos que logramos una expropiación con sesión a la
cooperativa, y es un triunfo enorme, pero seguimos planteando que la fábrica
tiene que ser estatizada.” Sin embargo, en el caso de la estatización,
quedaría algo por discutir: la administración. Y es ahí donde el Pedrero cree
que es mucho más fácil ganar el debate y a partir de esto nos explica que “Nosotros
decimos que debe ser estatizada, pero ¿Quien administra la fábrica? ¿La
Alsogaray o los trabajadores? Bueno, creemos que debe ser estatizada bajo
control obrero”.
Precisamente, cuestiones como esta son las que se imponen y
es un esfuerzo de parte de la vanguardia obrera y popular para repensar,
criticar y superar lo que de corporativo tienen nuestras prácticas en lo
político y social, que deriva de la dialéctica entre los costados populares y
su todavía rezagado costado político y organizativo de signo socialista
revolucionario. Es la parte más difícil de la lucha porque implica ir a
contramano de la tendencia espontánea de los explotados. Esto se expresa dentro
de las fábricas recuperadas en la tendencia de los trabajadores a aferrarse a
la cooperativa como tabla de salvación: “Obviamente que la estatización no
resuelve todo, pero nos parece lo más
lógico y lo mejor para todos, ayuda mucho porque uno ahora piensa la producción
para el mercado capitalista, en cambio si la producción estuviese puesta al
servicio de plan de obras públicas nos sacaríamos de encima el problema de la
productividad y la fábrica tiene otro sentido que no es ganarle al de al lado,
sino resolver los problemas de la gente” finaliza Pedrero.
Hay mucho
camino recorrido, y aún queda un largo trecho para seguir. Pero estos
trabajadores/as son un ejemplo la lucha popular. Son una reivindicación del
trabajo, de que se puede ganarse el pan sin patrones, ni dueños. En un país
donde se suele escuchar lo necesarias que son las inversiones extranjeras para
avanzar, nos siguen dando el ejemplo de los intereses que hay detrás de esas
frases. Y que con la unión y el apoyo del pueblo se pueden alcanzar logros más
grandes.
Argentina: ¡Acá están, ellos son: los obreros de Zanón!
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