Se suele situar en Estados Unidos el inicio de la prohibición o al menos se asegura que ellos fueron los que extendieron su política prohibicionista al resto del mundo. Precisamente las bondades y diversos usso de ésta, ya mentadas, eran las que más incomodaban a las grandes corporaciones que estaban monetizando frenéticamente mercados.
Pocos años más tarde siendo secretario del Tesoro Nacional y uno de los principales inversionistas de la industria DuPont, Andrew Mellon, influyó para que su sobrino Harry J. Anslinger, uno de las figuras más oscuras de la guerra contra las drogas, y gran responsable de la manera actual de tratar con las drogas y sus usuarios, fuera nombrado en 1930 como el Jefe del Departamento Control de Narcóticos. Es aquí, cuando comienza la guerra.
En la historia de la prohibición de las drogas, hay factores que se repiten indefectiblemente, uno de ellos es asociar el uso de una sustancia en relación al comportamiento de determinadas minorías, generalmente producto de la intolerancia sociocultural de las comunidades. Esta vez, les toco a los inmigrantes mexicanos, asiduos fumadores de cannabis.
La llegada de los mexicanos a U.S.A como mano de obra barata, había sido relativamente bienvenida, pero luego de la crisis del ‘30, se convirtieron en una competencia temida por la clase obrera estadounidense. Y… ¿Qué mejor que asociar a una minoría social temida y poco integrada, con el consumo de una droga que lleva a la violencia, a realizar robos, asesinatos, violaciones y otros crímenes?
Es en este momento en el que toma preponderancia otro sector industrial, el papelero.
Junto con la siempre oscura industria farmacéutica no tardo en aliarse a este conglomerado de corporaciones con el claro objetivo de hacer desaparecer la famosa especie, más allá de la comprobación de las propiedades medicinales de la planta. Se han confirmados múltiples beneficios medicinales, entre ellos combate el glaucoma, el asma, ayuda a prevenir el alzheimer, reduce el dolor premenstrual en las mujeres, entre otras curaciones.
A partir de todo lo analizado por estos sectores industriales se instauró una de las mayores embestidas de manipulación mediática de la historia. Decenas de diarios -Hearst puso a disposición su ejército de periódicos- se enfocaron en inventar, destacar y expandir los horrores y dolencias irreparables que el consumo que la marihuana producía en sus consumidores, relacionándola con efectos de tipo violentos y contraproducentes para el individuo.
El efecto de toda esta manipulación mediática que cubre una enorme cantidad de intereses económicos tuvo sus frutos. La marihuana finalmente se declaró ilegal y su consumo, venta y distribución contienen pena privativa de libertad en la mayoría de los países del globo. Como si fuera poco, se ha sumado a toda esta enmarañada mezcla de personajes e intereses, un nuevo tema a tratar: La enorme cantidad de dinero producida por el narcotráfico.
El hecho de que la
marihuana y otros derivados de ella quedasen incluidos en la actual prohibición
globalizadora de las drogas es, sin dudas, uno de los mayores despropósitos
científicos y sociales de la historia de las sustancias psicoactivas. ¿Cómo es posible que una planta con una
importante cantidad de beneficios, respetada y usada por el hombre desde
tiempos inmemoriales se ha convertido en una droga satanizada por políticos y
medios de comunicación, así como también temida por padres y educadores?
Con respecto a la
industria textil, la cannabis no
constituía una competencia para el algodón, pues, su recolección era mucho mas
costosa y lenta, por no mencionar el proceso pestilente que provocaba. Sin
embargo, fue George Schlichten en 1917 con la creación de la “decortizadora”, máquina que permitía recolectar la cannabis
de manera más eficiente, más rápida y sin la necesidad de efectuar el proceso
de remojo en el que emanaba olores nauseabundos, que revolucionó el cultivo de
marihuana. Los diarios no tardaron en titular: “El nuevo cultivo del billón de
dólares”, lo que denominaron como una “oportunidad millonaria para granjeros
americanos”.
Claramente, este
revuelo suponía una fuerte amenaza para la industria del algodón, que muy bien
relacionada con los sectores más influyentes de Norteamérica, supo cómo mover
hilos para, en primer lugar, fomentar la imagen diabólica de la marihuana y,
por otra parte, potenciar la publicación de leyes restrictivas con respecto a
su consumo.
Hoy en día, gran parte de la sociedad afirma que detrás de
este mercado hay una colosal red de lavado de dinero orquestada a partir de
diferentes instituciones, en donde la conveniente o nociva naturaleza de un
fenómeno ambiental o social se mide exclusivamente a partir de un criterio
financiero. Resulta obvio que este gran mercado no debe molestar a los
principales promotores de este sistema: corporaciones, gobiernos e
instituciones religiosas, entre otros.
Ante todo este panorama, se nos presenta
una balanza, en la cuál por un lado tenemos la cantidad inusitada de hechos y
consecuencias como lo son el narcotráfico y los innumerables problemas que de
éste negocio surgen, junto con los problemas ambientales que día a día aumentan.
A su vez, se agregan a los detenidos que han sufrido penas en calabozos
viviendo situaciones denigrantes y traumáticas, entre otra cantidad enorme de
consecuencias que acarrea la prohibición. Sin embargo, posee mas peso y se le
da mayor importancia al consumo de un fruto natural que no ha demostrado
grandes dolencias, ni malestares y que en miles de años de existencia nunca se
ha demostrado una sola causa de muerte derivada de su consumo, a diferencia de
otras drogas legales como el alcohol y el tabaco, que es la causa de muerte
evitable número uno del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario