Es por todos sabido, que las agencias de noticias seleccionan la información, hacen un recorte tanto de lo que van a contar y también de cómo es que lo van a contar. En esta selección que se realiza a diario, mucha información que no genera el codiciado “rating” queda afuera, descartando de este modo referencias a ciertos sectores o temas de la sociedad que habitualmente son ignorad
os.
Sin embargo, hay pruebas irrefutables de que todo sistema tiene grietas. Hay filtraciones que dejan pasar otras voces, que abren brechas a nuevas miradas, que buscan construir desde otro lugar y con otros actores. Y toda esa innovación, esa voluntad ensañada en generar un cambio, también produce miedo. Un temor añejo que duerme en las entrañas de clases dominantes: ese que surge cuando se escucha un silbido distinto, cuando se escucha otro viento.
Nosotrxs representamos ese miedo, ese rincón oscuro donde se van tejiendo los cambios, donde se van entramando y se da forma y habla a los silencios. Llevamos y levantamos banderas que muchos quieren ver arder. Y es por eso que estamos encantados. No estamos fuera del sistema, pero somos la espina en su sien, la mosca en su oreja.
Estar en la grieta significa dejar de lado la reproducción de intereses que no nos identifican, y que las clases hegemónicas quieren hacernos ver como propios. Estar en la grieta supone poner en tensión y en debate todo aquello que te piden que no discutas. Es mostrarte que esta moneda a la que llamamos realidad cuenta con más de dos caras. Significa dejar de informar para empezar a comunicar, entendiendo por comunicación un proceso participativo que nunca termina, que se construye constantemente y que en todo momento esta “siendo”.
Sin embargo, hay pruebas irrefutables de que todo sistema tiene grietas. Hay filtraciones que dejan pasar otras voces, que abren brechas a nuevas miradas, que buscan construir desde otro lugar y con otros actores. Y toda esa innovación, esa voluntad ensañada en generar un cambio, también produce miedo. Un temor añejo que duerme en las entrañas de clases dominantes: ese que surge cuando se escucha un silbido distinto, cuando se escucha otro viento.
Nosotrxs representamos ese miedo, ese rincón oscuro donde se van tejiendo los cambios, donde se van entramando y se da forma y habla a los silencios. Llevamos y levantamos banderas que muchos quieren ver arder. Y es por eso que estamos encantados. No estamos fuera del sistema, pero somos la espina en su sien, la mosca en su oreja.
Estar en la grieta significa dejar de lado la reproducción de intereses que no nos identifican, y que las clases hegemónicas quieren hacernos ver como propios. Estar en la grieta supone poner en tensión y en debate todo aquello que te piden que no discutas. Es mostrarte que esta moneda a la que llamamos realidad cuenta con más de dos caras. Significa dejar de informar para empezar a comunicar, entendiendo por comunicación un proceso participativo que nunca termina, que se construye constantemente y que en todo momento esta “siendo”.
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