José Luis Mac Loughlin es un representante social del arte desmitificado. Instrumenta la realidad
a través de la fotografía, cansado de esa concepción abstracta y distante de la
realidad social que impera por los pasillos de Bellas Artes. Socializa su
cámara para retratar los matices de la desigualdad, los rostros de los
olvidados, esos lugares de dónde los políticos se mantienen distantes. Les da
una identidad.
Las fotografías no son más que un ejercicio de la libertad de expresión. Una herramienta para la protesta, sin cacerolas, sin ruidos. Él permite que las fotografías hablen por si solas. Y en esta entrevista habló y nos dejó hablar, nos escuchamos y aprendimos. Y junto con nosotros en la larga noche, además de los vinos y las cenizas desparramadas en la mesa, estuvieron Freud y Lacan, Cortázar y Borges, Bonanza y Chiquito –vecinos de La Bagliardi-. Todos juntos admirando. Todos juntos cuestionándonos. Todos juntos escuchando una imagen.
Las fotografías no son más que un ejercicio de la libertad de expresión. Una herramienta para la protesta, sin cacerolas, sin ruidos. Él permite que las fotografías hablen por si solas. Y en esta entrevista habló y nos dejó hablar, nos escuchamos y aprendimos. Y junto con nosotros en la larga noche, además de los vinos y las cenizas desparramadas en la mesa, estuvieron Freud y Lacan, Cortázar y Borges, Bonanza y Chiquito –vecinos de La Bagliardi-. Todos juntos admirando. Todos juntos cuestionándonos. Todos juntos escuchando una imagen.
José, ¿Cómo arrancás
a darle forma a este trabajo?
Empiezo a ir al Rìo de La Plata , y veo que este
rio no era lo que fotografiaba, porque
lo peinaba, le sacaba las bolsas de plástico, o usaba el photoshop.
Esperábamos que los pescadores sacaran peces y los dejen tirados ahí, como
buscando que cometan el error. Hasta que una tarde hable con ellos y me
contaron como cuidaban los árboles y la naturaleza, de los turistas que hacen
fuego al costado de los troncos. Ese día le dejé la cámara a “Chiquito” (un
kiosquero de La Bagliardi ).
Antes me había comido un regio surubí y un regio dorado que me había vendido
una persona, que luego me enteré que se llamaba Bonanza. Sentí que en esos peces que comía estaba mi viejo, un tipo muy
estructurado que quería escaparse de esa estructura y no podía. Y al mes,
la cámara ya estaba en Villa Catella, en Puente de Fierro…
O sea que ese fue el
puntapié para que te decidas a manifestar este tipo de arte…
Fueron como motores chiquitos. El segundo motor fue un
remisero que me dijo “yo a esta villa no entro porque acá asesinaron a un
compañero”. El tercer motor fue un taxista que dijo “a estos villeros hay que
prenderlos fuego a todos”. Caminar, no sin estrés, por un lugar que puede ser
inhóspito. Golpear las manos. Volver a ser el fotógrafo que fui alguna vez
haciendo sociales que buscaba laburo por todos lados. Me motivó saber que no
tenía que pelearme. Saber que los podía
fotografiar y que se la iba a regalar y explicarle todo eso. Que quería
rescatar la cultura del lugar.
Volvías más puro…
Claro, de repente me empecé a ver reflejado en un espejo.
Que yo era ese tipo. Me llamó la atención cómo se paraban frente a la cámara,
parecería que todavía sigue ese hombre antiguo parado frente al fotógrafo. Después pensé que era mi cámara lo que los
llevaba a tomar determinada postura, porque yo hago como un gesto de reverencia
para fotografiar. Me tengo que agachar, no los miro a los ojos. También
pude entender que era un mito el tema del delincuente, del asesino como moneda
corriente en la villa. Yo sabía que si alguno venía a buscar la cámara, yo le
decía “tomá, acá la tenés” pero le pedía el rollo con fotos de su tía, su
hermana, su prima, su vecino. Y ahí si, llévatela …
¿Y qué fue lo primero
que vos sentís que lograste con dejarle la cámara a Chiquito?
Dos cosas pasaron: al sacarle la fotografía sentí que
estaban emocionados, contentos en sentirse protagonistas, saber que estaban
posando no para una cámara sino para un objeto, un sistema de obturación, de
diafragma, que lo iba a proyectar en el futuro. Por otro lado, al darles la
cámara de fotos, las primeras que vi, me hablaban de personas que tenían una
psiquis, un alma, que eran perfectos estéticamente hablando.
Le iba a dar una
impronta para siempre…
No solamente en ese momento tuvieron protagonismo, si no que
mañana también lo tendrán. Para probar si era verdad la construcción que había
hecho, de que además de ser protagonistas, eran grandes estetas, se me dio por darle temperas y lápices . Y
darle retratos de Rocambole, el dibujante de los Redondos, de Cristina
Terzaghi, muralista muy importante de la ciudad, y unos retratos míos. Y cuando encontré las
primeras imágenes, era arte puro.
Un verdadero
semillero de artistas
Tal cual. para poder explicar quien era yo, usé la analogía
del DT de fútbol que va por los barrios diciendo “ese es un crack”, ahora no va
a jugar en la primera de River, por yo ya lo voy a tener en cuenta.
Y vos vés que a
través del arte se le puede dar una posibilidad de cambiar su realidad…
Es así. Yo tomé la idea de Cortazar, de que uno es un
constructor de puentes, pero necesitamos
que un hombre lo cruce para que verdaderamente lo sea. Podrá ser muy lineal
pero a mi no me caben dudas, de que yo
lo hago cuando le muestro el facebook al
Mono Cohen, al secretario de Cultura y
le digo “te presento a Jacki, una nena villera que te retrato”. Por el
otro lado, la agarro a Jacki y le digo “acá te presento al Mono Cohen,
Rocambole le dicen”. Y acá queda hecha
una presentación, una innovación y el arte no es, si no innovo. Y ahora que
Jacki exponga mañana en el Malba o que Rocambole cruce el puente, es un
problema de ellos…
Ahora bien, vos te
encargaste de producir ese puente y dejaste la posibilidad de que ambos lo
crucen. José, tomando en cuenta esto que vos decis, tenemos bien en claro que
no sos un artista apolítico, como esos que quieren vender que el artista desde
su concepción no tiene que interesarse en la realidad si no que debe abstraerse
de la misma. ¿Vos te ves como un artista militante político?
Seguro. El artista en principio es un hombre, es decir, si
una con su pincel esta pintando una mina que se parte en el auditorio de Bellas
Artes, tiene que estar cachondo. No puede estar diciéndole a los alumnos que
“este pubis es el triangulo sagrado…”. Todo eso es un filtro para que no se
ponga cachondo. Si el artista no interviene con sus ambas sexualidades en la
obra, el artista no es genuino. Y si no
interviene con su naturaleza intrínseca, que es ser un animal político,
entonces ese arte tampoco es genuino. El
arte es política y debe ser estéticamente revolucionario. Ahora, yo lo veo
así.
¿Qué enseñanza te
deja a vos esta forma de concebir la
fotografía? ¿En qué te hizo crecer?
Yo nací en una villa. Mi viejo consumía vino barato. Con el
tiempo cuando fui ganando dinero, me fui aburguesando. Hasta hace un año atrás,
fui un terrible burgués sea porque viaje en un jet, porque me emocioné cuando
cantaron mi himno cuando gané una competencia internacional de fotografía,
porque me sentí resentido cuando volví y
no había una bandera argentina en la calle.
Ahí me di cuenta que algo había que cambiar. Algo estaba mal cuando vi a todos mis colegas
fotografiando falcones verde y a señoras
envueltas con pañuelos blancos. A eso se le llamó arte comprometido. ¿Si no saco fotos a falcones verdes o
pañuelos blancos no tengo compromiso social? ¿Qué quiere decir arte de izquierda o de derecha?
Si yo estoy haciendo arte, me estoy desnudando. Es decirle al público, esto
escribo, esto canto, esto hago.
Sufriste un verdadero
cambio estructural.
De repente sentí que me transformaba por primera vez en un
verdadero artista político, sociológico, antropológico. Representaba mirarme y
mirar al otro, escucharlo. Yo lo vi al otro y me gustó el otro, me vi con un
espejo. Vi la fragmentación social, no se conocen entre los vecinos y ahora se
conocen a través de las fotos. Vi algún
delincuente al cual le cambié el arma por una cámara, esa arma que usaba para
darle de comer a sus tres hijos. Ahora agarra la cámara y saca fotos. Me
sirvió vivirlo, para convencerme que la redistribución de la democracia, no
llega donde tiene que hacerlo.
Cuándo vos compartís
este trabajo a ciertos funcionarios políticos, ¿Qué respuesta tenés?
Son autistas, yo no digo que el artista a veces no lo sea.
Pero ellos no pueden entender. Creen que por poner una luz, hacer una veredita,
o dar un colchón antes de las elecciones, agotan su trabajo. Ves una
funcionaria que te dice “no pude llegar porque tuve un dolorcito de cadera” o
te dice “ya estoy llegando eh” ¿Cómo ya estoy llegando? Yo creo que no lo
pueden ver, o si lo ven se hacen los locos y es un gran negocio.
Conviene cerrar los
ojos antes que tomar una acción positiva para modificar lo que está pasando.
Les tendría que mostrar las fotos que estuve sacando de los
basurales. Antes de mi pelea con Bruera, fui al despacho y le dije “Mirá no soy
buchón, viste que yo no muestro la pobreza, muestro la felicidad de la gente.
Ahora, sacame la basura. Sacales la basura” y entonces el Secretario de
Gobierno me dice “nosotros sacamos la basura todos los días , los vecinos la
tiran ahí”. Le muestro una foto con la fecha, demostrándole que hace tres meses que
la basura sigue en el mismo lugar y no la juntaron nunca. Luego te dicen que se les rompió el motor del
camión que junta la basura ¿un solo camión tienen? Arreglan el camión y lo
mandan para otra dirección.
Sin embargo, ante
tanto desinterés de la clase política, privándolos de todas las necesidades
básicas ¿Cómo sentís vos las relaciones entre los vecinos?
Lo escuché a Bonanza, que hace 5 años que vive con su mujer
entre cuatro chapas en el litoral del río; y cada vez que le dice “no me das un
mate, mi amor” y ella le dice “ tesoro” o palabras hablan así. Siempre hay una cuestión afectiva. Percibí la
libertad en los chiquitos que no les dicen “ponete las zapatillas, andá a hacer
esto, andá a hacer lo otro”. Están mucho más libres. Como era yo en Arrecifes. Me senté una vez a comer en su casa, me
sirvieron un plato de comida y el Uvita; los pibes vinieron, terminaron de
comer y se fueron. No hay una coerción innecesaria. Eso más o menos está reflejado en las fotos, que carecen de toda
cuestión dogmática con respecto a las escuelas, que dicen que hay hacer las
tomas de una manera o de la otra. Es cruda. Y es la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario