Ana Tijoux no es muy reconocida por las tierras
argentas. Tal vez algunx la recuerde por su participación en la canción “Eres
para mí” junto a Julieta Venegas,
pero no más que eso. Sin embargo, carga sobre su espalda una trayectoria
musical dentro del hip-hop y una historia de vida, digna de ser apreciada.
Nacida en Francia, pero hija de padres chilenos exiliados en ese país durante
la dictadura de Augusto Pinochet, la artista editó en marzo del presente año su
cuarto álbum Vengo, precedido ya por Kaos (2007), 1977 (2009), y La Bala (2011).
El mapa general del nuevo disco de la joven
franco-chilena, nos muestra desde el comienzo que dejó atrás, al menos por ésta
vez, los samplers y máquinas electrónicas propios del hip-hop para adentrarse
en ritmos del folclore latinoamericano. Durante las 17 canciones que contiene,
se dejan escuchar quenas, charangos, bombos y guitarras.
La primera canción lleva también el nombre del
disco, “Vengo”, y adelanta una postura
política que va a desarrollar a lo largo no sólo de la canción, sino también
del resto de las composiciones. Rapeando sobre una base de vientos, realizadas
por una mezcla de quenas, saxos y trompetas, Tijoux deja bien claro de qué se va
tratar esta nueva obra: “Vengo
a construir un sueño, el brillo de la vida que habita del hombre nuevo. Vengo
buscando un ideal de un mundo sin clase que se puede levantar”.
El segundo track
es “Somos Sur”, y desde el título, ya uno puede imaginarse de qué habla la
canción. Con una intro hecha a base de sintetizadores, en esta canción se
abandona ese aire instrumental folclórico, y se apela a un hip-hop más
tradicional. Sin embargo la impronta latinoamericana (y también africana) nos
llega desde la letra, que en uno de sus párrafos reza: “Esto no
es utopía, es alegre rebeldía del baile de los que sobran de la danza que hay
hoy día. Levantarnos para decir ya basta. Ni África ni América Latina se
subastan”.
En tercer lugar nos encuentra con una canción y un título contundente:
“Antipatriarca”. Un bombo rompe el silencio, y enseguida comienza a construirse
una chacarera, que tiene alguna familiaridad con ciertas composiciones de Calle
13. Reivindicando las luchas de género, Tijoux sienta su posición frente al
patriarcado: “No
sumisa ni obediente. Mujer fuerte, insurgente, independiente y valiente. Romper
las cadenas de lo indiferente. No pasiva ni oprimida. Mujer linda que das vida,
emancipada en autonomía. Antipatriarca y alegría”. Sin duda, de las mejores canciones del álbum.
La temática ambiental tampoco le es ajena a la rapera. “Oro Negro”,
habla a las claras del comercio del petróleo, y todo lo que se genera alrededor
de él, principalmente por el gran país del norte. En el estribillo surgen las
preguntas que justifican la canción: “¿Cuántos
hermanos tendrás que matar? ¿Cuántas naciones tendrás que ocupar por tu poder
que nos puedes saciar?”. En complicidad con esto, también podemos escuchar “No
más”, que nos grita desde el comienzo: “Edificios
cancerosos, apilados, numerosos, en bloques de cemento, altos y furiosos”.
El capitalismo tampoco se salva de las balas que dispara la garganta
de la cantante: “¿Cómo sería este mundo
sin capital?” se pregunta Tijoux en “Todo lo sólido se desvanece en el aire”,
en clara referencia al sistema económico, político y social que impera en
occidente. Canción que también se complementa con “Los peces gordos no pueden
volar”, que desde una de sus estrofas nos dice: “Lo que tú ves libre yo lo considero preso, preso de un modelo
atrofiado de progreso”.
La pobreza también es una arista que se incluye en el disco. Y Anita
-así la llaman en Chile- también recuerda a su hija con la canción “Emilia”, y
además deja plasmada una definición propia de su persona en “Río Abajo”.
Hay más canciones, e incluso pasajes solamente instrumentales, que
hacen del disco una obra conceptual verdaderamente interesante, y, por ahora,
se presenta como lo mejor logrado por Ana Tijoux. Para quien hasta ahora no se
haya introducido mucho en el género del hip-hop, Vengo es un buen modo de empezar a hacerlo.
Por Sebastián Bertelli
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