El primer mundo se
vistió de gala para recibir a deportistas de todos lados en los Juegos
Olímpicos de Sochi 2014. Las medallas fueron y vinieron y las hinchadas no
tardaron en hacerse escuchar. Y como siempre pasa, en uno de estos eventos que
son a la vez políticos y deportivos,
las calles fueron otro de los escenarios.
Allí no fueron los cánticos a favor de tal o cual país los que se
entonaron; el grito que sonó más fuerte –a pesar de los incontables intentos
por callarlos- fue el de la igualdad. También se flameó una bandera, una de
muchos colores, los del arcoiris, los de la diversidad sexual.
La homosexualidad ha sido un tema de debate
histórico en Rusia, país donde la
Iglesia ortodoxa pisa fuerte y muestra una gran oposición.
Fue recién en 1993 cuando se quitó el artículo 121 del código penal ruso, el
cual sancionaba con penas de cárcel las prácticas homosexuales. Ante el regreso
del presidente VladímirPutín, en 1999, este
tipo de medidas fueron saliendo a flote nuevamente.
En junio del pasado
año, se aprobó la ley anti-gay la cual prohíbe la “propaganda de relaciones
sexuales no tradicionales” dirigida a niñxs. La norma establece que su objetivo
es detener la “difusión de información
que pretende inducir a los menores a desarrollar actitudes sexuales no
tradicionales, a considerar las relaciones sexuales no tradicionales como
atractivas, a desarrollar la distorsionada noción de que las relaciones
sexuales tradicionales y las no tradicionales poseen el mismo valor”, es
decir que trata de “proteger” a lxsniñxsreforzando la heterosexualidad
obligatoria, prohibiéndoles además el derecho a la identidad, e incluso a la
información.
Dicha ley –que ya
existía en varias regiones y luego se logró que se extendiera a todo el país-
fue firmada por Putin ordenando multas a lxsciudadanxscondenadxs así como
también a toda persona que divulgue propaganda homosexual, ya sea educadorxs,
periodistas, psicólogxs, gente que se manifieste en relación al tema, etc.
Adicionalmente, en
junio de 2012, el tribunal municipal de Moscú mantuvo una ley local que
prohibía durante cien años las manifestaciones del orgullo gay en la ciudad,
así como también la prohibición para las parejasdel mismo sexo de otros países
de adoptar niñx srusxs.
Ante esta situación
lxs activistas LGTB decidieron aprovechar el despliegue mediático durante los
Juegos Olímpicos para hacer oír su lucha. Por su parte, Putin respondió
firmando un decreto prohibiendo todo tipo de protestas en Sochi.
Los arrestos fueron
numerosos pero lo más preocupante sigue siendo los ataques violentos
organizados y cotidianos – incluso grabados y subidos a YouTube- a personas
homosexuales y/o trans. Varias de ellas fueron atacadas en lugares públicos,
secuestradas, golpeadas, amenazadas, maltratadas psicológicamente y hasta
asesinadas, lo cual hace que la situación sea alarmante.
La lucha continúa y crece. Numerosas
organizaciones que defienden los derechos de las personas homosexuales
alrededor del mundo denuncian el maltrato, intolerancia y discriminación que
sufren en lo cotidiano. Rusia no es la excepción. Y es
así como lo expresa Igor Kochetkov,presidente de una organización LGBT rusa: “No nos vamos a dar por vencidos. Nosotros
continuamos expresando nuestra posición a la sociedad, e instamos a activistas
de derechos humanos, periodistas, artistas y otros referentes a expresar
públicamente su posición, para protestar contra la arbitrariedad y la
discriminación. Afortunadamente, estas personas son muchas.”
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