Miente, miente que algo quedará
El 11 de
septiembre se cumplen 12 años del “Terror”, 12 años de “El día que cambió al
mundo”. Pero el mundo no cambió, por lo menos, no por las razones propuestas.
No queremos hablarles de la caída de las torres gemelas en Nueva York, ni de
culpables o acusados, ni de gobiernos, ni de conspiraciones. Queremos hablarles
de los medios, los medios de comunicación hegemónicos que intoxican nuestros tímpanos
con el terror.
Los medios,
bien sabido lo tenemos, moldean una conciencia colectiva, reforzando temas o
tendencias habituales de la sociedad, y en algunos casos, hasta creándolas. Sin
importar la autoría, el gobierno de los Estados Unidos no tuvo más que
transmitir durante horas, días y meses como un par de secuestradores
supuestamente bajo el régimen de Al-Qaeda, derribaron ambas torres en una porción
de minutos. Qué mejor forma de convencer a una sociedad y al mundo entero de
que el Terror había llegado. Qué mejor forma de convencer a una sociedad de
gastar millones y millones en la búsqueda de un hombre dentro de una montaña.
Qué mejor forma de convencer a una sociedad de gastar fortunas en la destrucción
de un pueblo para llevarse el oro negro del oriente.
En los últimos
años, 140 países han recrudecido sus políticas antiterroristas, sin siquiera
haber sufrido ataques en algún momento. En nuestro país, las políticas
antiterroristas, antes que para prevenir amenazas externas, son utilizadas como
excusa para la criminalización de la protesta.
Pero no nos
olvidemos del papel de los medios. Los mismos no escatiman esfuerzos en
recordarnos lo que sucedió en esta fecha, quiénes son los culpables, quiénes
son las víctimas y cómo es que Estados Unidos, bajo su bandera fervientemente
democrática, va a salvar al mundo. Pero lo que deberíamos preguntarnos es ¿dónde
están estos medios cuando la policía reprime abiertamente contra una
manifestación de trabajadores? O ¿dónde están estos medios cuando fallece un niño
por desnutrición?
Los
medios generan realidades a través de la repetición continua de las verdades
que se encargan de inventar. Porque, como bien dijo Joseph Goebbels,
encargado del aparato de propaganda de Adolf Hitler: “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más
grande sea una mentira más gente la creerá”.
El
objetivo es claro. Los medios hegemónicos construyen a partir de esta “trama” y
sólo resta el desenlace. El Terror pasa a ser solamente el título de una nueva
película. Los medios están al servicio de quienes los controlen, y quienes los
controlan son los grupos de poder, actuando y reproduciendo modelos según su
conveniencia, no del pueblo. Sólo se habla de lo que se pretende que la sociedad
hable. El minuto a minuto tiene un valor
muy alto, cuyo precio implica promover una paranoia social para quitar la
atención del foco del problema: intereses económicos y políticos que se tejen
alrededor del “Terror”.
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