Desde sus orígenes el Carnaval es una manifestación de la
cultura popular. Ridiculizando la realidad, dándola vuelta, cuestionándola,
siempre significa un momento en el cual el pueblo se expresa. El Carnaval se
vive como una segunda vida, como si por un lapso de tiempo sus integrantes
pudieran jugar a transformar el orden establecido mediante la risa y la
actuación.
Dentro del carnaval, la murga representa una de las
manifestaciones más discursivas. En ella encontramos la burla, la crítica o la
representación de la realidad mediante la palabra. Hoy en día, en las “Murgas
Jóvenes”, puede observarse temas de
género, etapas de la vida, barrio, familia, dinero, pensamiento,
transformación, la droga, el racismo, la
pobreza y la transgresión, entre otros, y por este motivo parecería necesario
entrever que la murga intenta llegar a sus espectadores para brindarles una
perspectiva diferente de lo que cotidianamente se naturaliza.
La estética, lo grupal y la profundidad de la letra, los modos de hacer humor riéndose de las propias ontradicciones sociales, son alternativas artísticas que forman opinión y sirven de contramodelos a otros tipos de discursos y tipos de expresión con el cuerpo. Es un producto cultural que puede contrarrestar la tinellización de la gente.
La estética, lo grupal y la profundidad de la letra, los modos de hacer humor riéndose de las propias ontradicciones sociales, son alternativas artísticas que forman opinión y sirven de contramodelos a otros tipos de discursos y tipos de expresión con el cuerpo. Es un producto cultural que puede contrarrestar la tinellización de la gente.
Desde este lugar cultural también se logra una función
didáctica de la historia, de la poesía, de los valores, de la sensibilidad:
aparecen nuevas formas de traer a escena temas como la política, la sexualidad
o la religión; realidades que a veces causan controversia o son tabú para la
sociedad, son expresados de variadísimas maneras en los tablados mediante los cuplés.
Vale aclarar que la murga como expresión artística puede o no
contener expresiones políticas explícitas en sus letras, la política en sí no
es una condición, pero lo que no puede desligarse de ella es su carácter social. La murga muchas veces cumplió
la función de poder trasladar al espectador de esa realidad que lo agobia, de
hablarle de amores y amistades; el público puede sentirse identificado, puede
reflexionar sobre temas de su actualidad, o puede simplemente llenarse de
alegría por el ritmo, la letra y el color.
Se traslada mediante el espectáculo, su mente se abre a lo
que escucha, y de esta manera, por más que su letra no sea explícitamente
política, en su decir, en su expresión corporal, en su vestido, en su alegría,
moldea la realidad, le da una forma particular, le trasmite valores propios de
ese colectivo.
El Pepe Mujica, en su reciente visita a nuestro país dedico
bastante tiempo a hablar de la importancia que tienen los valores sociales
internalizados para poder empezar un cambio de estructura, y expreso cómo hoy
en día esos valores hablan del individuo, no de la sociedad, “la historia nos
hizo individualistas” dijo, y nos recordó que el hombre es, por naturaleza, un
animal gregario, colectivo, que nada es por sí mismo si está aislado de los
otros hombres.
La murga, en su
propuesta, devuelve un poco esa sensación de colectivo, porque su existencia,
sus sentimientos y valores son compartidos, porque surgen del barrio, o de la
barra de amigos que se juntaba a cantar, o del club. No pueden hacer otra cosa
que reflejar valores de grupo.
Bertolt Brecht dijo que
el arte no es un espejo para reflejar la
realidad, sino un martillo para darle forma. Se podría decir que la murga
como expresión artística es una viva imagen del arte cumpliendo su rol de martillo
frente a la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario