Otro
Viento se entrevistó con Rosa Shoenfeld de Bru -mamá de Miguel-, para
que ella cuente en carne propia la lucha que debió llevar a cabo para poder
desarticular los acuerdos existentes entre la policía y el poder judicial, y
que de ese modo se investigue la desaparición de su hijo. Hoy a 20 años de la tortura,
asesinato y desaparición, Rosa se sigue preguntando ¿Dónde está Miguel?
El caso Bru resulta ser
paradigmático, ya que puso en evidencia prácticas muchas veces ocultas debajo
la alfombra, pero que existen. Hasta ese momento y aún hoy, para gran parte de
la sociedad los beneficios de la libertad parecen estar asegurados por el sólo
hecho de vivir en democracia. Supuestamente, la represión de las fuerzas de
seguridad es parte del pasado. Pero todo lo que aparenta renuncia a ser. Hace
veinte años, un 17 de agosto de 1993, Miguel desaparecía. Nadie sabía dónde
encontrarlo y era recurrente la pregunta "¿Dónde
está Miguel?".
Hoy Miguel sigue sin
aparecer. Sin embargo, al menos, y gracias a la inclaudicable lucha de su
familia, amigos y compañeros de la Escuela de Periodismo -hoy Facultad- fue
posible visibilizar el caso en los medios de comunicación y la gente,
ejerciendo de ese modo presión en los órganos judiciales para que se haga
"justicia" y se condene a prisión perpetua a Justo José López y
Walter Abrigo -policías culpables de torturar, matar y desaparecer a Miguel-.
Sin la lucha hubiese sido imposible romper con la complicidad existente entre
las fuerzas de seguridad y el poder judicial, en este caso el juez Amílcar Vara
tuvo que ser separado de la causa, ya que se demostró fehacientemente su
vínculo con la policía.
Para las familias víctimas
del gatillo fácil no queda otra opción que organizarse y visibilizar el
reclamo. Los medios de comunicación alternativos -ante el desinterés y
complicidad de los medios hegemónicos- tenemos el deber de difundir estas
luchas, porque si no se conocen el Estado va a seguir torturando, matando y
desapareciendo sin límite alguno.
A 20 años de aquel 17 de
agosto de 1993 ¿Qué sensación le causa que tanto usted como gran parte de la
sociedad continúe preguntándose "Dónde está Miguel"?
Es
una impotencia muy grande. Ya se cumplen 20 años y cada vez que recuerdo el
tiempo que ha pasado, me pregunto y se me cierra el pecho. Es un ahogo muy grande el hecho de no poder
saber la verdad. No puedo entender como durante tantos años pueden guardar
semejante secreto. Es un sentimiento que mezcla impotencia, bronca y dolor. Una
vuelta en Mar del Plata, un chiquito se había ahogado en el mar, y mi nieto de
siete años me dice "mirá como lo
rescataron de rápido al nene y al tío todavía no lo encontraron". Es decir, hasta él desde su inocencia veía que había
pasado mucho tiempo y al tío no lo podíamos encontrar.
¿De dónde
cree que surgió el rechazo de Miguel hacia la policía?
Creo que de las mismas injusticias que fue viviendo y
conociendo. Más que nada cuando comenzó su adolescencia. Uno de los casos que
lo conmocionaron mucho fue el de Maximiliano Albanese que con apenas 17 años
fue fusilado por la policía en 1990. Miguel participaba de los actos que
realizaban todos los lunes la familia de Maximiliano frente al Juzgado donde la
causa tramitaba. Después, su rechazo se acentúo cuando comenzó a estudiar
periodismo, allí empezó a vincularse con las historias de los desaparecidos por
la última dictadura, tenía compañeros que eran hijos de desaparecidos. Más
allá de que mi esposo, el padre de Miguel, era policía, nunca fuimos a la casa
de un policía a comer. Nosotros nos frecuentábamos con las familias de los
colectiveros, ya que mi esposo trabajaba para una línea de micro.
¿Cree que sin la lucha
llevada a cabo tanto por usted como por familiares y amigos hubiese sido
posible condenar a los culpables?
No,
de ningún modo hubiera sido posible. Fue fundamental la lucha de los amigos de
Miguel de la Escuela de Periodismo -actualmente Facultad-. Ellos fueron los
primeros que salieron, participaron de cada búsqueda. Rechazaban las versiones
que indicaban que Miguel se había ahogado en el río, fugado con droga o por una
deuda. Tenían la convicción de que la desaparición de Miguel estaba vinculada
al accionar de la policía. Ellos fueron los
primeros que tomaron en cuenta los problemas anteriores que Miguel había tenido
con la policía. Así que sin el apoyo de ellos, no hubiéramos podido
hacer nada porque no sabíamos cómo.
¿Qué pensaba antes de la
policía y qué pensó luego de la desaparición de Miguel?
Qué
voy a pensar de la policía si teníamos un policía en la casa. Lo primero que
pensé ante la desaparición de Miguel fue recurrir a la policía para buscar
ayuda y eso fue lo que hicimos, nos dirigimos a la
comisaría para preguntar qué teníamos que hacer y ahí nos empezaron a derivar
de una comisaría a la otra. Al principio pensaba bien de la policía.
Inclusive vengo un domingo a la noche que creo que era un 19 de septiembre de
1993 y estaban dos de los amigos de Miguel esperándome y me dicen "necesitamos un abogado", y yo
les digo "¿les parece? si está la
policía investigando y también hay un juez". Y resultó ser que la
policía encargada de investigar era la misma que había matado a Miguel y el
juez Amílcar Vara era quien encubría a la misma. Si no fuera por los amigos de
Miguel, hubiese creído en las instituciones.
¿Cómo nació la Asociación
Miguel Bru?¿Qué representa para usted ser parte de una asociación que asesora y
acompaña a las personas que sufren la represión policial e institucional, y que la misma lleve el nombre de su hijo?
El
impulsor de la asociación fue León Gieco y el Dr. Mario Luis Coriolano -Defensor
Oficial ante el Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires-. Me acuerdo que
León vino a un recital en el rectorado por el aniversario de Miguel y quería
saber qué hacíamos, los amigos de Miguel le contaron la experiencia desde la
misma lucha. Entonces, él se entusiasmó y dijo que teníamos que hacer una
asociación para ayudar a las personas que se encuentran solas frente a la
violencia institucional, brindarles apoyo y herramientas desde nuestro
conocimiento.
La decisión de ponerle el nombre de Miguel fue muy linda ya que
fue tomada por sus amigos que formaban parte de la comisión de familiares. Ser
parte de la asociación significa una gran responsabilidad. Recuerdo que el día
que se largaba la asociación estaba sentada al lado de León y le dije que tenía
miedo al reclamo de los familiares, a lo que me respondió “mira a todos no vas a poder ayudar, si ayudas a uno estate conforme y
si ayudas a dos más todavía, es cuestión de trabajar”. Uno agradece la confianza
que depositan los familiares en la asociación. Siento que la sociedad ha sido
tan solidaria con el caso de Miguel que de alguna manera hay que devolverle esa
solidaridad.
¿Qué opina de que en
democracia haya 137 desaparecidos?
Es
una barbaridad. Creo que hay mucha indiferencia por parte de las autoridades.
Sobre todo de parte de la Justicia, ya que cuando una familia desesperada va
primero a la comisaría y luego a los juzgados empieza a funcionar la famosa
“burocracia judicial” y te pasean para todos lados. Dentro de la desgracia que
nos tocó vivir, al menos Miguel tuvo grandes amigos con un enorme compromiso y
el caso no quedo en la nada. Hay muchos casos sin esclarecer, ya que mucha
gente que no consigue el acompañamiento y no todos están preparados para
luchar. Los desaparecidos siguen desaparecidos y creo que debe haber más de 137
lamentablemente.
¿Qué análisis hace del
gatillo fácil, es una práctica sistemática de la institución policial u obedece
a algún que otro loco suelto?
No
creo que sea un loco suelto, sino una práctica sistemática llevada a cabo por
la institución policial, práctica que nunca se ha dejado de realizar. Son
prácticas avaladas por la Justica. Está claro cómo es el accionar de la policía
y sin embargo la Justicia mira para otro lado. Por eso fue una gran sorpresa
que condenen a prisión perpetua a Diaz Zapata, Espósito y Toloza -ex policías-
por haber torturado y asesinado a Daniel Migone en la misma comisaría donde
torturaron, mataron y desaparecieron a Miguel. Ojalá que la Justicia comience a
apuntar hacia el lado que corresponde y se dedique cumplir su función: impartir
justicia.
Teniendo en cuenta que la
policía es parte del Estado y cumple una función que le es asignada por él ¿No
es contradictorio que las familias -víctimas de la violencia institucional-
acepten la ayuda que el mismo les ofrece? ¿Cómo
juega que el hecho de que sea una posibilidad para recibir novedades del caso?
Depende
qué signifique y cómo sea la ayuda, porque muchas veces se crea un verso
alrededor de "el Estado te
dio..." y se especula. Me acuerdo cuando recién pasó lo de Miguel,
vino Duhalde a mi casa y los vecinos lo único que se preguntaban era cuánta
plata me había dado. La ayuda no pasa por cuánta plata te van a dar, sino por
cuánta presión pueden ejercer respecto de los jueces. En su momento Duhalde fue
a mi casa porque no le quedaba otra alternativa, sin embargo cuando salíamos a
la calle a pedir por la aparición de Miguel nos ponía a la policía en la calle
con las tanquetas. Es decir, no teníamos apoyo del gobierno.
¿Quién mata la policía o el
Estado?
Siendo
la policía parte del Estado, el que mata es el Estado.
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