miércoles, 31 de julio de 2013

La izquierda frente a las próximas elecciones

La izquierda frente a las próximas elecciones: clasismo versus heteronomía

Pablo Bonavena es un reconocido Sociólogo recibido de la Universidad de Buenos Aires, donde actualmente ejerce su cargo de profesor, al igual que en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. En esta ocasión, hace un análisis, en las páginas de Otro Viento, sobre el panorama actual de la izquierda argentina de cara a las elecciones.
Uno de los datos más relevantes de la lucha política en  la Argentina de las últimas décadas refiere a la capacidad que tuvo el sistema político para procesar las confrontaciones. Incluso remontó la crisis que se puso de manifiesto allá por el 2001 con cierta prontitud y de una manera mucho menos cruenta de lo que se podía sospechar, especialmente si tenemos en cuenta los asesinatos de manifestantes en el último día del gobierno de la Alianza y de militantes del movimiento piquetero un tiempo después.



En este marco, con un sistema político instalado, las elecciones acaparan gran parte del debate político y las organizaciones que no participan del mismo tienen una existencia muy marginal, circunstancia que no fue quebrada hasta ahora por ninguna otra alternativa de lucha. El terreno electoral adquiere, entonces, una gran gravitación táctica para la izquierda, aunque no encuentre allí un terreno inmediatamente favorable, circunstancia que no conforma una característica peculiar o específica de este lugar del mundo.

En efecto, desde hace muchas décadas se discute sobre las posibilidades del desarrollo socialista, al menos con anclaje en el marxismo, en el marco de un sistema republicano en general. En el campo de la sociología alemana, por ejemplo, Werner Sombart allá por 1905 abordó la cuestión en su famoso escrito ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?

Sobre las causas que dificultaron el desarrollo del movimiento obrero argentino con perfil socialista se han ensayado varias hipótesis que actualizan aquellas antiguas reflexiones.[1] Más allá de las variadas explicaciones, la realidad marca que la clase obrera argentina es permeable a ideologías no clasistas, donde se destaca obviamente el peronismo. Así, desde el gobierno de Raúl Alfonsín, y con una continuidad ininterrumpida del sistema electoral-parlamentario de muchos años, la izquierda no logró acumular fuerza ni impactar significativamente sobre la clase obrera. Su influencia fue y es muy acotada. En nuestro país la ecuación señalada por Sombart como un obstáculo para la consolidación del socialismo entre la clase obrera parece perdurar, incluso frente a las zozobras que soportó el sistema parlamentario con  la caída de Alfonsín y De la Rúa.

Para los marxistas trabajar para la ruptura de esta limitación se torna una tarea primordial; de allí que desde esta teoría se instale un interrogante como fundamental a la hora de cualquier análisis de coyuntura: ¿En qué situación se encuentra la clase obrera en su proceso de conformación como un bando político autónomo (clase para sí)? ¿En qué grado expresa la capacidad de actuar de manera independiente de las tutelas burguesas? Lo cierto es que la clase obrera argentina de conjunto, tanto en su participación desde el movimiento obrero o en sus preferencias electorales, oscila en su adhesión a distintas representaciones políticas de una u otra fracción del capital. No hay factores que hagan sospechar la quiebra de su heteronomía en lo inmediato, y las experiencias en la base del movimiento obrero de los últimos años, si bien son un avance a destacar, no parecen de conjunto conformar una alternativa potente, al menos en el corto plazo.

Incluso, la tendencia histórica de lograr una presencia interesante de la izquierda a nivel fabril, como se observa en los últimos tiempos, disminuye cuando pasa a nivel del sindicato, y directamente no se traslada a la esfera política o si lo hace es de manera muy limitada. Esta realidad obliga a que la izquierda se pregunte sistemáticamente de qué manera logra aportar al proceso de toma de conciencia, aún en el terreno poco propicio de la contienda electoral.

La oferta electoral de la izquierda

En el espacio electoral de izquierda conviven distintas propuestas: el bloque representado por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) -conformado por el PO, el PST e IS- y el Nuevo MAS asume explícitamente la necesidad de la lucha autónoma de la clase obrera. Procura utilizar los comicios para hacer propaganda a favor de la necesidad de acción independiente del proletariado, buscando aprovechar el momento más  politizado de nuestra sociedad, la campaña electoral, como medio para amplificar su alcance. Adopta un perfil explícitamente clasista contrario a la “colaboración de clases” aunque, al mismo tiempo, es menester señalar que su presentación por separado debilita los alcances de la iniciativa.

Analizando específicamente el derrotero del FIT, luego de su auspicioso debut vemos que prolongó los desencuentros entre sus componentes, atenuando enormemente su potencial. Incluso su unidad estuvo en cuestión hasta el filo del cierre de la presentación de listas para las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), y se llegó a plantear la posibilidad de dirimir los desacuerdos por el orden de las candidaturas a través de sus mecanismos. No hubo un avance en el debate estratégico y programático entre las organizaciones que lo componen,  ni se logró la incorporación de otros agrupamientos políticos por fuera de los miembros fundadores. Con todos estos avatares, el bloque FIT/MAS es la única opción  política electoral que postula la independencia política de los trabajadores con  la ruptura de la subordinación política de la clase obrera de Argentina a la política de la burguesía, en especial al aparato peronista.

Mirando otras propuestas de la izquierda en sentido amplio, es decir, incluidas aquellas que no se  reivindican marxistas, vemos que varias organizaciones salieron a la búsqueda de desprendimientos “progresistas” de las fuerzas burguesas, sin plantearse obviamente la interpelación de la conciencia obrera heterónoma y buscar su crisis. Libres del Sur pasó del gobierno a deambular entre partidos del sistema, como vemos con su participación en el Frente Progresista Cívico y Social junto a la UCR y la Coalición Cívica-ARI, acompañado por restos del Frente del Sur. Otros grupos (PCR/PTP y MST) se alistaron en el Frente Popular Democrático y Social y el Frente Nueva Izquierda en la provincia de Buenos Aires y la ciudad Autónoma de Buenos Aires, estableciendo una confluencia con Víctor De Gennaro y Marta Maffei, entre otros, que han llevado en repetidas oportunidades a las organizaciones de los trabajadores bajo las tutelas burguesas. Para el caso del Frente Nueva Izquierda, el MST confluye con el Partido Social comandado por la gobernadora Fabiana Ríos de Tierra del Fuego, que enfrentó a los trabajadores provinciales en varias ocasiones.

Varios agrupamientos replican así su política de alinearse en la lucha inter-burguesa, como algunos de ellos lo hicieron junto al “campo” en el conflicto por el aumento a las retenciones. El debut electoral de Marea Popular, en el Frente Camino Popular con Buenos Aires Para Todos, se realiza directamente subordinándose a Claudio Lozano, ex oficialista y miembro de la CTA que nunca se caracterizó por impulsar la autonomía de clase, postulándose como una “izquierda social distinta a la dogmática” con la meta de lograr “una suerte de renovación del sistema político”. Dice que se propone la transformación en “un marco de legalidad institucional frente a la desaparición del FAP y la descomposición de Proyecto Sur”.[2] No alude a la clase obrera ni asume aquel persistente déficit que señalé en un inicio, buscando colocarse como una izquierda electoral institucionalista que, claro está, se encuentra muy lejos de cualquier propuesta revolucionaria.

Este somero panorama, que no cubre otras experiencias fuera de la Capital Federal o de la provincia de Buenos Aires, sin detenerse en ningún distrito específico, pone en evidencia que la oferta electoral de la izquierda se divide en dos grandes orientaciones. Una que asume la tarea de intentar convertir a la clase obrera al socialismo auspiciando su acción independiente y, otra, que no problematiza la heteronomía obrera. Una que procura superar una limitación histórica de la clase obrera, y otra que de manera consciente  no la prolonga.






[1] Véase, por ejemplo, de Torre, Juan Carlos; “¿Por qué no existió un fuerte movimiento obrero socialista en la Argentina?”; en Torre, Juan Carlos; Ensayos sobre el movimiento obrero y peronismo; Siglo XXI, Buenos Aires, 2012; capítulo 2.
[2] Las citas textuales corresponden al diario Clarín del 18 de junio de 2013; página 10.

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